La saga Terminator ha regresado, y lo hace con dos claras intenciones. Por un lado jugar la carta del "todo esto que te hemos contado nunca ha ocurrido", echando por lo tanto el cierre a una franquicia gloriosa, y por otro definir un nuevo inicio para atraer a un público que no ha mamado la fabulosa historia pergeñada por James Cameron. ¿Funcionará esto?
A lo mandos de esta Terminator: destino oscuro (Terminator: Dark Fate) el bueno de Tim Miller, director con un muy corto bagaje en forma de Deadpool, si bien varios cientos de millones de éxito le respaldan. En segundo plano, pero participando de forma muy activa y controladora, el mismísimo James Cameron en su retorno al sello que jamás debió abandonar. Con un punto de partida abrumador y que pondrá al veterano fan casi de pie, los primeros 5 minutos son indudablemente gloria bendita aunque sirvan para cargarse el entretenido y consecuente tercer episodio contado por Jonathan Mostow, en realidad esta nueva Terminator trata de redefinir un canon iniciado hace ya varias década pero con un resultado irregular. Vamos, que hay que decirlo alto y claro, Terminator: destino oscuro es un refrito de tiempos mejores, un reciclaje de las mejores ideas de Cameron adaptadas para que el espectador que en 1984 y 1992 ni existía como concepto descubra una idea mágica.
Y así nos embarcamos en Terminator: destino oscuro, una fusión de dos líneas temporales y en la que dos mujeres vienen para llevarse el protagonismo más absoluto. Por un lado está Mackenzie Davis encarnando al mejor personaje de la película, no hay duda. La Davis se pone en la piel de Grace, una mujer / soldado mejorada, llegada del futuro para salvar a la persona que a su vez salvará a la humanidad, y con un sentido de la lealtad inquebrantable pero movida por un sentimiento no al alcance de las máquinas. En el otro la veteranía de Linda Hamilton, Sarah Connor no ha abandonado la lucha, ha seguido recorriendo su mundo siendo coherente con lo que hizo en su prehistoria particular. Junto a ellas y para terminar de dar forma a la nueva Terminator reaparece Arnold Schwarzenegger, de alguna forma tratando de dar sentido al pensamiento final del T-800 cuando abrazaba a John Connor (Edward Furlong) en la grandiosa segunda parte de esta eterna saga. El resto ni chicha ni limoná… el modelo de robot del futuro encarnado por Gabriel Luna no deja de ser una copia del T-1000 de Robert Patrick fusionado con la T-X de Kristanna Loken, el añadido personaje dual funciona bien, Natalia Reyes no es otra cosa que una Sarah Connor (la de 1984) llegada en la era Trump del masivo control de inmigrantes ilegales, etc. Vamos, que Terminator: destino oscuro además de ser una secuela directa de la segunda parte es, en realidad, una fusión de ideas de Terminator y Terminator 2: el juicio final trasladada a la frontera y por lo tanto sembrada de aroma latino. Ojo, que no es mala idea, pero es que es la misma idea reacondicionada.
El resto pues cargada de altibajos: rupturas del canon que enervarán a algunos; personalidades adquiridas que sacarán de quicio a otros; rutilantes escenas de acción sin freno que te acabarán agotando. Porque sí, todo lo que dura (en cuanto a metraje) es una constante huída sin fin. Ojo, Terminator: destino oscuro funciona, y lo hace mejor que partes futuras pero pretéritas, sin embargo debe ser consciente de que es el fin y que no hay más que sobreexplotar. Ya lo decía Sarah Connor tras uno de sus sueños… "NO FATE", aquí lo dejan muy claro, y de paso lo otorgan un rango de oscuridad que seguro servirá para dilapidar los éxitos / fracasos cosechados.
Cartel de Terminator: destino oscuro por Mondo, con permiso de la superlativa Mackenzie Davis, Sarah Connor es la protagonista