Al fin he podido ver otra de mis añoradas esperanzas de este año, y que para hacerla más desesperante ha caído en medio de un extremadamente caluroso verano de 2022. Resulta que Alex Garland, director de la maravillosa Ex-Machina y Aniquilación (Annihilation), y guionista de la no menos brutal Dredd, La playa (The Beach), 28 días después (28 Days Later…) o Sunshine, y responsable de esa curiosa rareza metafísica que es "Devs", se nos embarca en Men, una propuesta prioritariamente rara, o muy rara, que fusiona el terror más bendito, adornado con un fondo folk horror, aspectos de pura ciencia ficción y esencias personales amén de vivencias dolorosas y catárticas.
Harper en uno de sus momentos de crisis existencial
Men nos cuenta el viaje de redención de Harper (Jessie Buckley) tras haber perdido, ¿suicidio o paso en falso?, a su marido James (Paapa Essiedu). No sabemos exactamente en qué momento del duelo Harper se va a la campiña inglesa con idea de pasar unos días en un caserón comandado por Geoffrey, la primera encarnación de un superlativo Rory Kinnear, actor que veremos adoptar diversas formas / entidades en Men. El film de Garland, o una posible percepción del mismo, plantea una historia donde la violenta relación padecida por Harper se ve reflejada, merced a una simbiosis de su subconsciente, en algún tipo de grotesca entidad que rodea el bosque donde se encuentra la casa. De alguna forma James está presente, ya sea como niño, casero, ser planta, cura, policía o gamberro de bar. Los papeles de Rory Kinnear son en el fondo James, o al menos lo es ese ser que encarna el icónico actor y que vive debajo de un puente, y por ende son la representación de la misoginia como tema crítico a tratar.
Rory Kinnear como el hombre planta que refleja la actitud de James
Garland narra una historia plagada de metáforas que reflexionan sobre la tóxica figura masculina de la relación que ha terminado, ya de paso, y para liarla parda se saca la chorra y nos adentra en una locura multiforme, donde el trabajo de efectos visuales parece sacado de la perversa y extrema mente del genio de los FX grotescos Screaming Mad George (el visionario tras las tortuosas suculencias de Society por ejemplo). A otro nivel está también el uso del color en la fotografía, con tonos naranjas rojizos quemados que transmiten el peor de los terrores en la pareja, frente al aprovechamiento del verde como paleta para una campiña donde lo que sea que vive en el bosque tiene más que decir. Rob Hardy, habitual de Garland hace un trabajo maravilloso, ala. La música, como siempre, cosa de Ben Salisbury y Geoff Barrow, acompaña.
Uno de los momentos de castigo… fruto prohibido, en los tiempos que corren
En fin, Men mola, es un film muy raro y francamente no dejará conforme a todos los que lo vean. Tiene su chicha, toca un tema espinoso y desagradable, y los envuelve de terror y folklore, fondo religioso, etc. De regalo, los últimos 20 minutos más desconcertantes de lo que van de año.
Póster de Men de Alex Garland