En plena era dorada del slasher más campista alguien tuvo las santas narices, por no decir otra cosa, de sacarse la chorra para escribir y dirigir un film de terror protagonizado por verdaderos adolescentes, hormonas hasta las cejas (cómo si no), veteranos con shorts extremos y una buena ristra de perturbados de los que meten verdadero miedo. Sí, hoy toca hablar de Campamento sangriento (Sleepaway Camp), o Campamento de verano, del singular Robert Hiltzik, director one-hit-wonder y total responsable de esta delicia gore del slasher absurdo, obra que todo sea dicho, con los años, gana.
Hay que tenerlos bien puestos… un slasher protagonizado por Jonathan Tiersten (17) y Felissa Rose (14)
Ni que decir tiene que estamos ante una de las joyas más auténticas de ese género dentro del ya mundo aparte que es el slasher, y ya de paso de una de las películas, o la película, con el final más alucinante jamás rodado. Para comenzar hay que indicar que Campamento sangriento es una de las muchas hijas bastardas nacidas a raíz del bombazo Viernes 13 (Friday the 13th) de Sean S. Cunningham, y compañera de fatigas de otros muchos títulos que a lo largo de los gloriosos años 80 invitaban a no irte de campamento cuando tus padres te lo planteaban. Por ahí uno puede divisar propuestas cargadas de sangre como La quema (The Burning), con un Tom Savini dándolo todo en cuanto a uso magistral de los FX más salvajes, Madman el loco (Madman), Animadoras asesinas (Cheerleader Camp) o La revolución de las mariposas (Summer Camp Nightmare), amén de esas segunda y tercera parte de la propio Viernes 13 que acontecían igualmente a orillas de Crystal Lake… el resto son historia.
Uno de los monitores de campamento… así todo el rato, en qué narices pensabas Robert Hiltzik
Pero vamos con lo que nos quiere ofrecer Campamento sangriento. Estamos ante un slasher modo sota, caballo y rey donde aquellos que pululan por un campamento de verano acaban acuchillados, desmembrados, quemados o descuartizados. Angela Baker (Felissa Rose) es una joven traumatizada, su hermano y padre fallecieron trágicamente hace varios años y ahora, con su primo Ricky (Jonahtan Tiersen), se dirige al campamento Sleepaway en lo que parece ser es su primera toma de contacto con el mundo tras su trágica infancia. Angela no habla, es apocada, se burlan de ella. Ricky domina la situación junto a su colega Paul (Christopher Collet). La intrascendencia más absoluta es lo que pasa en Sleepaway: bailes de salón, actividades deportivas, baños en pelotas a la luz de la luna, flirteos con un poco de marihuana y mucho despertar sexual. Lo normal en este tipo de películas hasta que se desata el habitual vendaval de asesinatos.
Unos de los estudiantes que pasan a mejor vida en Campamento sangriento
El tema es que en el fondo Campamento sangriento no deja de ser una cualquiera de una lista de películas que decidieron explotar una idea ya pergeñada en Viernes 13. El film transita por un universo de malas actuaciones, forzadas hasta el extremo y rozando lo paródico… por dios el soliloquio de Mel (Mike Kellin) ante el cuerpo sin vida de Meg (Katherine Kamhi). Eso sí, y todo sea dicho, al tiempo no escatima en la brutalidad de sus crímenes, tan pronto una pandilla de chavales de unos 10 años acaba troceada con un hacha como alguien usa un rizador de pelo para… en fin. Pero dentro de esa violenta generalidad que a todas las une, ahí en el fondo se esconde una perturbadora historia traumática diferente, inimaginable y acomodada en una historia hábilmente conducida por Hiltzik. Porque sí, el giro final es de las cosas más grotescas e insospechadas que os podéis echar a la cara en la historia del cine, pero si uno se para a ver la película en detalle descubrirá que el bueno de Robert Hiltzik no deja agujeros que te hagan adelantarte al inconcebible y subversivo final… que si, que está bastante claro desde el minuto cero, pero para nada como Hiltzik te lo planta ante los ojos. Así, a las bravas, con pelos y señales.
Fuera zoom y WTF…
Pues nada, otra de esas que merecen ser vistas, ahora que pronto comienza el verano todos de viaje al Campamento sangriento a ritmo del tema central de la película compuesto y cantado por Frankie Vinci.
El icónico cartel de Campamento sangriento… un slasher con mayúsculas