Cine de Terror


Si bien tengo en la recámara lo nuevo de Marvel Studios me apetece hablar, mucho, de Maligno (Malignant), la nueva incursión en el terror más inesperado del maestro James Wan, y de la que no puedo más que decir que… delicia estrambótica, pizpireta, perversa, revolucionaria y, sobre todo, paranoica e inclasificable. Así la coloqué como una de las esperadas de este 2021. Ojo, Maligno es una película para ver, no para hablar y destripar los secretos que oculta, ya que debe conocerse en la sala de cine donde sea exhibida de la manera más inocente posible (no ha habido pases de prensa y, por encima, la campaña de marketing que la rodea invita a guardar silencio). De esta forma uno la podrá disfrutar y sacarle todo el potencial que en ella se oculta.

Rojo neón para decorar uno de los crímenes que se ven en Maligno
Rojo neón para decorar uno de los crímenes que se ven en Maligno

Dicho esto, el juego que el señor Wan ha hecho con Maligno es muy pero que muy turbador. Tras varios años paladeando sagas de esas que amasan pasta ya por pura inercia, Fast & Furious 7 y Aquaman, y adentrarse a sobreexplotar el universo The Conjuring que con delicadeza ha construido – si bien su última aportación como director ha sido Expediente Warren: El caso Enfield (The Conjuring 2), como productor Wan está siempre ahí dando a conocer a sus criaturas (La monja, La llorona o Annabelle) -, la película esta parece nacida hace tres lustros, en un momento en el que un novato Wan nos ofrecía sorpresas con giros y engaños inconcebibles bajo títulos como Saw o Silencio desde el mal (Dead Silence). Es Maligno un regreso a este tipo de cine, uno que no necesita florituras, y que basa la sencillez de su historia en lo puramente disparatado de la misma.

Maligno nos presenta a Madison (Annabelle Wallis), una mujer torturada primero por su violento marido maltratador, segundo por su tercer intento de embarazo (dos abortos previos la tienen totalmente machacada), y tercero por las repentinas visiones de aparentes violentos crímenes perpetrados por un enigmático asesino. Cuando estas visiones se tornan en realidad, el pasado de Madison reaparece y… aquí es cuando se te queda el culo torcido y no puedes más que rendirte ante este divertido y terrorífico esperpento gestado por un James Wan con mayúsculas, Ingrid Bisu y Akela Cooper (la guionista).

Annabelle Wallis, cara de susto así todo el rato... una jefa
Annabelle Wallis, cara de susto así todo el rato… una jefa

Maligno innova, no cabe duda, pero también se apoya en rocambolescas propuestas destacadas de fuentes tan dispares como por ejemplo el argumento de Los ojos de Laura Mars (Eyes of Laura Mars), en los crueles acontecimientos acontecidos en House on Haunted Hill, o incluso en la interminable locura asesina de Terminator. Sí, hay espacio para todo, y también para que a cada minuto un nuevo camino se abra y que toda la expectativa previa se disipe en pos de un nuevo delirante final. Maligno bebe también del mejor giallo, no sólo por su enigmática fotografía con tonos recargados y vibrantes que recuerdan al mismísimo Luciano Tovoli, si no por el despiporre sangriento a manos de un asesino "enmascarado" y armado con un arma única y característica. Maligno nos imbuye también alma ochentera con una potente banda sonora de Joseph Bishara y que hace que todo el impacto sea mayor si cabe. Maligno es también diferente, se aleja de precuelas, secuelas y remakes, tratando de ofrecer algo nuevo que, por estrambótico que parezca, resulta en realidad maquiavélico, desenfadado y disparatado.

Ah, ni que decir tiene… escena en una celda. La brutalidad llevada al mayor de los extremos. Lo dicho Maligno es un film del 2021 que sin embargo abarca un espectro inmenso dentro del terror pretérito y contemporáneo. De esas que o te enamoran o te desagradan. Fantástica.

Un precioso cartel de Maligno de James Wan
Un precioso cartel de Maligno de James Wan

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Le tenía muchas ganas a Candyman de Nia DaCosta, y reconozco que no me esperaba una secuela directa tan certera, apropiada, innovadora y terrorífica, del clásico cinematográfico gestado por Bernard Rose y protagonizado por la perfecta Virginia Madsen y, sobre todo, el aterrador Tony Todd. El peso esta vez cae en manos de Yahya Abdul-Mateen II, encarnando a un artista que vive en el ya famoso barrio de Cabrini, mutado este en lujosa zona de rascacielos y viviendas no al alcance de la clase obrera.

Yahya Abdul-Mateen II es perfecto para sufrir en sus carnes el misterio Candyman
Yahya Abdul-Mateen II es perfecto para sufrir en sus carnes el misterio Candyman

Este Candyman se separa de la versión original yendo por otros derroteros que pese a lo arriesgado funcionan, y vaya que si funcionan. Queda claro desde ya que el enfoque Jordan Peele es omnipresente en SU cine, y, siendo esta una de sus producciones, Nia DaCosta comulga con la siempre interesante causa pariendo una clara extensión más dentro del cine de su benefactor que de la propia identidad del ser nacido en el ghetto. Candyman por lo tanto es muy fiel a su pasado, explorando el porqué de este enigmático ser que, en forma de Daniel Robitaille, comenzó a desollar a todo aquel que se atreviera a citar su nombre cinco veces frente a un espejo. Pero con el pecho hinchado va un paso más allá y moldea con violenta crudeza esta historia de marginación social, supremacía, opresión y, directamente, odio. Vamos, llega con recordar Déjame salir y Nosotros para comprender el aporte que Peele le ha dado al relato de Clive Barker. Un aporte que viste esta secuela para que deslumbre.

Las elaboradas secuencias de Candyman, obra de Nia DaCosta
Las elaboradas secuencias de Candyman, obra de Nia DaCosta

Además de lo anteriormente comentado, Nia DaCosta, su directora, se encumbra como una artífice sobresaliente, capaz de concebir secuencias potentes con un muy preciso trabajo de cámara y unos ingeniosos y sutiles planos donde el espejo, arma necesaria en el universo Candyman, adopta un protagonismo decisivo. Valga nombrar la secuencia inicial, brutal homenaje a la rodada por el maestro Bernard Rose pero, innovando, de manera invertida. Igualmente, notables las secuencias en modo teatro de sombras chinas, y todos los momentos gore, que los hay. Sí, podrían ser más explícitos estos instantes de horror no contenido, pero no obstante dado el cine de hoy en día es encomiable el esfuerzo realizado. Para rematar destacar el papel de Yahya Abdul-Mateen II, creciente estrella que aquí sufre en carnes, y nunca mejor dicho, un mal que va más allá de lo que hasta ahora pensábamos.

Y más secuencias gloriosas, no exentas de sangre pero pasadas por el filtro del plano inconcebible
Y más secuencias gloriosas, no exentas de sangre, pero pasadas por el filtro del plano inconcebible

Para rematar comentar que el responsable de la banda sonora, Robert Aiki Aubrey Lowe, recupera y altera algunos de los extractos de la magistral pieza musical compuesta Phillip Glass para el ya clásico de los años 90. En fin, Candyman debe ser vista y disfrutada, entendida en cuanto a lo que pretende contar aprovechando un relato de terror y leyendas urbanas para contar mucho más en tiempos turbios socialmente hablando.

Precioso cartel de Candyman
Precioso cartel de Candyman

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No lo voy a negar, conocí a Shinichi "Sonny" Chiba como muchos otros, en esa ya mítica escena de flechazo y amor platónico en una sala de cine de la fabulosa Amor a quemarropa (True Romance) de Tony Scott.

Sonny Chiba como Takuma Tsurigo en The street fighter
Sonny Chiba como Takuma Tsurigo en The street fighter

Fue Clarence Worley (Christian Slater) quien, como a Alabama (Patricia Arquette), me puso gracias a un guión de Quentin Tarantino sobre la pista de este actor de origen japonés e icono del cine de artes marciales de los años 70 merced a violentos títulos (clasificados X) como The street fighter (Gekitotsu! Satsujin ken), Returns of the Street Fighter (Satsujin ken 2), titulada en estas tierras como Duelo en karate, y La venganza de Street fighter (Gyakushû! Satsujin ken)… todas ellas de Shigehiro Ozawa. Con más de 200 papeles a sus espaldas, Chiba vivió siempre a la sombra de otros iconos de su época y años posteriores, lo que no evitó que despuntara con papeles potentes como los de mercenario Takuma Tsurugi o el del asesino Golgo 13 en la adaptación setentera del famoso manga de Takao Saito, y que fuera actor fetiche de Kinji Fukasaku, director de por ejemplo de la maravillosa y brutal Battle Royale, en Kang samurai (Yagyû ichizoku no inbô), Los invasores del espacio (Uchu kara no messeji), Exterminio (Fukkatsu no hi) o Battle Royale 2: Réquiem (Batoru rowaiaru II: Chinkonka). Seguramente uno pueda buscar y buscar cine de Chiba desde su debut en 1961 con Invasion of the Neptune Men (Uchû Kaisokusen) hasta no hace mucho… 2018 más o menos.

Sonny Chiba como Hattori Hanzō en Kill Bill
Sonny Chiba como Hattori Hanzō en Kill Bill

Chiba incluso recorrió Hollywood con curiosa predilección por al serie B rozando la Z. Águila de acero III (Aces: Iron Eagle III), Immortal Combat junto a Roddy Pipper y Meg Foster, o Codename: Silencer junto a Robert Davi, Steven Bauer y Brigitte Nielsen. Fue Tarantino sin embargo el que tras recordarlo en su guión de 1993 lo fichó para un papel en la obra maestra Kill Bill… el del fabricante de katanas milenarias Hattori Hanzō. Hasta fue el gran villano de uno de los episodios de las saga Fast & Furious… la no cuento con nadie del reparto original A todo gas: Tokyo Race (The Fast and the Furious: Tokyo Drift).

En fin, a sus 82 años complicaciones con el COVID-19 son los que lo han traído de nuevo al recuerdo.

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De cuando en cuando uno no puede más que agradecer a M. Night Shyamalan un poco de frescura en el cine. El director responsable de joyas del género del "te dejo el culo torcido" como El sexto sentido (The Sixth Sense), El protegido (Unbreakable) o El bosque (The Village), se lanza e cabeza con una adaptación comiquera, y no con una idea propia salida de su intrincada mente.

Esta vez llega a la gran pantalla Tiempo, título menos tétrico que Old (el usado en los mercados internacionales y original), adaptación del magnífico cómic "Castillo de Arena" de Frederick Peeters y Pierre-Oscar Lévy, y editado en España por Astiberri. Shyamalan se muestra respetuoso con la obra de Peeters y Lèvy, pero al tiempo no duda en aportar su personal marca de la casa. Ese detalle, este granito de arena tan acertado para completar el castillo del título original, cuaja perfectamente y da forma a una obra que si bien ha sido trasladada con rectitud y respecto mayúsculo, si fuera totalmente fiel no terminaría de funcionar en el medio cinematográfico, o al menos no para el gran público al que va dirigido.

Shyamalan aborda la producción de Tiempo de forma clásica y mínima, puede que forzada por el momento del rodaje (en plena pandemia), donde predomina su personal mano, una plaga de primeros planos desenfocados, o transiciones que van y vienen para dar significado y sentido a la cambiante situación. Todo funciona. Tiempo es una adaptación complicada, pero Shyamalan hace suyo el film y no desentona en su habitual cinematografía. En Tiempo nos vamos a un caribeño resort donde coinciden familias de diversa condición. Tres de estas familias son invitadas a pasar una jornada de relax en una apartada playa donde los segundos se convierten en horas, y las horas en años. No hay escapatoria. Vamos, que el clásico pensamiento de irte a un lugar apartado donde el tiempo no pase y parezca que este se ha quedado congelado, es triturado por completo y convertido en horror. Las reglas cambian y así lo padecen los protagonistas. Lo idílico de la situación se convierte en agonía humana, angustia, momentos de terror, ansias por ser rescatados del incipiente e ineludible desenlace al que nos enfrentamos viendo el film. No hay freno, cada minuto pasa algo, en cada cambio de plano la tensión crece, todo cambia. El grupo de protagonistas sufre, el espectador también pero pegado a su butaca. Shyamalan va poco a poco ahondando en el misterio, tirando del hilo de la madeja que ha creado, se profundiza en el terror que subyace en el hecho del paso acelerado del tiempo. Todo es perfecto hasta… la llegada de una extensión del final torpe cosa fina. Ahí es donde Shyamalan se equivoca por completo, y donde su magia tropieza. Las cosas hay que dejarlas pasar, cerrarlas cuando ya estamos todos con la congoja a cuestas. Pero no, esta vez la decisión nos enfrenta a una sobre explicación y una exposición aparatosa y tristemente ridícula del por qué y el cómo.

Shyamalan se apoya en un reparto exento de grandes estrellas, pero plagado de rostros conocidos como los de Gael García Bernal, Vicky Krieps (gloriosa en la abrumadora El hilo invisible), Rufus Sewell (protagonista de la mítica Dark City), Alex Wolff (sufridor número uno del terror elevado Hereditary), Thomasin KcKenzie, Abbey Lee (una de las reinas de The Neon Demon) o Ken Leung (de los míticos de "Perdidos"). Uno a uno tiene su momento, sufren, aportan matices, proponen y ven pasar el tiempo. Lo malo, nadie te llega a importar del todo, pero lo mismo ocurre con la obra de Peeters y Lèvy, el foco está puesto en la desesperación, el ansia de vivir, en el inevitable paso del tiempo.

En definitiva, Tiempo está bien. No es el mejor Shyamalan, pero es entretenida, perversa y desesperante. Cruel, terrorífica por momentos y de las que te mantienen pegado hasta su verdadero final. Luego unos minutos de innecesario te voy a explicar el cómo que, aunque un tropiezo, no logran dinamitar una película muy notable.

Cartel de Tiempo, Old en original
Cartel de Tiempo, Old en original

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Hoy ha salido a la luz el primer avance de Maligno (Malignant), el regreso del gran James Wan al género que le vio nacer… Saw, Insidious y The Conjuring han salido de sus manos y de las de su inseparable Leigh Whannel. Esta vez es Akela Cooper ("American Horror Story", Hell Fest o la futura M3GAN entre otros) la encarga de escribir el guión tras Maligno, film que nos presenta a Madison (Annabelle Wallis), mujer paralizada por grotescas visiones de espeluznantes asesinatos, cuyo tormento se agrava cuando descubre que esos sueños son, de hecho, la más aterradora realidad. Retazos del más imaginativo giallo con un violento asesino que en realidad es observado durante su truculento trabajo… Sí, el film está entre las grandes esperanzas de este 2021.

El trailer también ha aparecido doblado al castellano… Maligno para todos.

Cartel de Maligno
Cartel de Maligno

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Sí, ayer nos dejó la muy mítica Raffaella Carrà, pero también fue ayer cuando muchos (sobre todo si acumulas ya entre 40 y 50) perdimos un pedacito de nuestra infancia / adolescencia al leer con tristeza el fallecimiento del gran Richard Donner… un director muy especial y adorado por todos al ser el responsable de muchos de los iconos cinematográficos con los que nos empapamos a lo largo de los 70, 80 y 90.

Richard Donner y Christopher Reeve en el set de Superman
Richard Donner y Christopher Reeve en el set de Superman

Curtido en la televisión con participaciones en series como "Kojak", "El fugitivo" ("The Fugitive"), "Superagente 86" ("Get Smart"), "La isla de Gílligan" ("Gilligan’s Island") o "La dimensión desconocida" ("The Twilight Zone"), el bueno de Donner no pudo tener mejor comienzo dando el salto al cine de verdad por la puerta que sólo pueden usar los verdaderos titanes de este séptimo arte. Que sí, existen X-15, Sal y Pimienta (Salt and Pepper)… pero son de esa época en la que el director estaba haciendo músculo y aprendiendo. Lo dicho, llega con recordar y comenzar a ponérsele a uno los pelos de punta.

Richard Donner y su actor fetiche Mel Gibson... 6 films juntos
Richard Donner y su actor fetiche Mel Gibson… 6 films juntos

Donner nació como lo conocemos con el terror seminal de la magistral La profecía (The Omen) con la que "debutó" en 1976, y siguió esculpiendo una carrera de ensueño merced al universo comiquero de la obra maestra Superman (y el mejor Superman II), visitando la fantasía heroica romántica de la maravillosa Lady Halcón (Ladyhawke), trasladando a la realidad nuestras más variopintas aventuras imaginativas con Los Goonies (The Goonies), creando ese otro mito del cine de acción y las buddy cop movies titulado Arma Letal (Lethal Weapon) y la también suprema secuela Arma Letal 2 (Lethal Weapon 2), cruzando el espectro de los cuentos de navidad más macabros y cómicos gracias a Los fantasmas atacan al jefe (Scrooged), o paladeando el western más molón y pizpireto con la genial Maverick. Sus últimos años de actividad directa molaron igual, el thriller paranoia Conspiración (Conspiracy Theory), el cine policíaco 16 calles (16 Blocks), que bebía directamente del mejor Eastwood y su maravillosa Ruta suicida (The Gauntlet) u otro par de Armas Letales (un poco más en rebajas).

Donner, Spielberg y dos de los niños de Los Goonies
Donner, Spielberg y dos de los niños de Los Goonies

Su cine, para ser recordado si cabe más, estuvo regado por diversas obras maestras salidas de las manos de compositores como John Williams, Jerry Goldsmith, Andrew Powell o Danny Elfman. Nos seguimos viendo señor Donner.

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Corría principios de año de 2019, se anunciaba un nuevo slasher independiente titulado Slaxxx, sí, con tres equis. Un film de terror donde unos jeans prometían dar mucho que hablar, y no precisamente porque sentasen tremendamente bien. Pasó el tiempo y, supongo, con idea de evitar entender que el film era porno gore, la última de las equis desapareció. Hoy por lo tanto toca hablar de Slaxx de Elza Kephart, película vista en el pasado Festival de Sitges y que ahora está disponible en Filmin.

Slaxx se une a la lista de films en los que la ropa o algún otro elemento de nuestro día a día toma la delantera y… mata o provoca que gente muera. Por ahí tenemos la muy genial In Fabric de Peter Strickland, la única La chaqueta de piel de ciervo (Deerskin) de Quentin Dupieux o, ya por rizar el rizo y porque también "se viste", El condón asesino (Kondom des Grauens) de Martin Walz (en algunos lados le llaman gabardina). En esta ocasión Kephart nos propone un film de pseudo-terror que apuesta más bien por rondar la comedia, apoyada en el slasher más absurdo e histriónico y, ya de paso, hace mirar el ombligo de la denuncia social. Hay ganas en Slaxx, se notan, pero también problemas evidentes de ritmo y sentido. Los detalles gore son graciosetes, con chorrazos hemoglobínicos, manos amputadas, cabezas cercenadas, pseudo-canibalismo y otras suculencias dignas del slasher más puro, pero lo irrisorio está en la razón de los actos del pantalón, lo variopinto en un mundo cuadriculado donde unos, Craig (Brett Donahue), pretenden pisar a otros para lamer el culo más importante de todos… el CEO titiritero de la grotesca marca de ropa, y donde se pone sobre la mesa lo evidente, el consumismo, la explotación laboral, el mal de los mesias de YouTube, etc.

En fin, Slaxx es entretenidilla, por momentos divertida y no muy larga (ochenta y pocos minutos). Se deja ver y vale la pena dedicarle un rato, más si tenemos en cuenta lo más absurdo de todo… unos pantalones con una SS como "logo" son los responsables de una matanza sin parangón. Tan inconcebible y pizpireta como pegadiza. Aquí os dejo con el cartel de 2019… y un poco más abajo el de 2020.

Cartel de Slaxx
Cartel de Slaxxx… de febrero de 2019!

Cartel de Slaxx
Cartel de Slaxx… 2020

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Al fin he podido echar un vistazo al retorno / "intento de reboot" de una de las sagas más longevas dentro del mundillo del terror / gore moderno, en este caso cercano en diversos momentos al torture porn con limitaciones.

Spiral: From the Book of Saw de Darren Lynn Bousman, Spiral: Saw en España, quería ser considerada, y así la trataron de vender, como la renovación a la saga parida por el dúo dinámico formado por James Wan, director, y Leigh Whannell, guionista y mente perversa que pergeñó el punto de partida de este juego macabro sin fin. Sin embargo, Spiral es más un subproducto, enésima vuelta de tuerca, que un ligero soplo de aire fresco para la franquicia. Estaba claro que con Lynn Bousman a los mandos, responsable del segundo, tercer y cuarto episodio de la saga Saw, la cosa iba a terciar más por lo continuista que por lo innovador. Pero uno tenía la esperanza de que la participación de Chris Rock, Max Minghella y Samuel L. Jackson iba enfocada a dar un giro completo y remodelar las bases del sello. Error.

Spiral: From the Book of Saw es una más, no mejor, dentro del mundo de truculencias y excesos del universo de Jigsaw, pero sin Jigsaw. Con Tobin Bell ya retirado, lo que nos propone Lynn Bousman y sus guionistas Josh Stolberg y Pete Goldfinger (colaboradores habituales con films como Saw VIII y Piraña 3D a sus espaldas), es más de lo mismo, con algún simpático guiño al film origen de Wan / Whannell, pero plagado de despropósitos en su argumento… que lo tiene, aunque haga aguas por todas partes. La película es previsible, anecdótica y, en serio, hasta absurda. Samuel L. Jackson es un títere, nunca mejor dicho, y el peso cae de principio a fin en Rock, un actor de comedia que desde sus orígenes (inaguantable ya en Arma Letal 3) cuesta digerir cuando sale en pantalla. ¡Si hasta parece un trasunto del mejor Denzel Washington con esa barba sin bigote y esa pose de pega! El punto serio está ahí, pero uno ve a Chris Rock y teme que en cualquier momento se ponga a soltar un speech a los "SLN". El resto carnaza clásica, muertes grotescas, no tengo claro si muy originales, y desde luego un agujero negro en su guión. No hay sorpresa y por mucho que pretendan no evitan el "sota, caballo y rey".

En fin, Spiral: From the Book of Saw, una más del montón dentro del género y desde luego gama medio / baja dentro de una franquicia que lleva con nosotros cerca de 20 años, Saw es de 2004, arrastrando, ya con este, 9 films. Alguien debería recopilar los inventos del matarife y analizar lo perversa que puede ser la mente de un guionista.

Cartel de Spiral: From the Books of Saw
Cartel de Spiral: From the Books of Saw

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Poco que decir la verdad, una de las más esperadas del año tiene nuevo trailer. Old de M. Night Shyamalan promete dejarnos con el culo torcido, con la cara desencajada, en el corazón en un puño, con los ojos como platos y con el alma en vilo. Vamos, TODO.

En el reparto Gael García Bernal (Amores perros), Vicky Krieps (El hilo invisible), Rufus Sewell (Dark City), Ken Leung ("Perdidos"), Nikki Amuka-Bird (Jupiter Ascending), Abbey Lee ("Lovecraft Country"), Aaron Pierre ("Krypton"), Alex Wolff (Hereditary), Embeth Davidtz (El ejército de las tinieblas), Eliza Scanlen ("Heridas abiertas"), Emun Elliott (Prometheus), Kathleen Chalfant y Thomasin McKenzie (Jojo Rabbit). En Old una familia de vacaciones en el trópico descubre que la solitaria playa en la que se relajan durante unas horas les hace envejecer rápidamente… reduciendo toda su vida a un solo día.

Terrorífico cartel de Old
Terrorífico cartel de Old

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Al fin, al fin y ¡AL FIN! Edgar Wright desembarca con el primer trailer de Última noche en el Soho (Last Night in Soho), película de género escrita por el propio Wright y Krysty Wilson-Cairns (1917). Al ritmo de una versión terrorífica del "Downtown" de Petula Clark, lo que vemos por primera vez nos invita a pensar en terrores del pasado que cruzan el tiempo para atormentar en el presente… y puede que nadie sea lo que realmente parece. Por otro lado, el color lo invade todo, y tanto uno puede pensar en ese grotesco mundo de The Neon Demon, como sentir las referencias estéticas del mejor Argento (de alguna forma la fotografía del mágico Luciano Tovoli para Suspiria están en este trailer). Ah, Última noche en el Soho está en esa lista de esperanzas del 2021

Con un reparto la mar de interesante, por ahí ya comienzan a brillar Anya Taylor-Joy, Thomasin Harcourt McKenzie, Matt Smith, Terence Stamp o Diana Rigg, nos enfrentamos a un thriller psicológico / terror en el que Wright nos presenta a una joven (McKenzie) que siente pasión por el diseño de moda y tiene la misteriosa capacidad de volver a los años sesenta, donde conoce a su ídolo, una deslumbrante aspirante a cantante (Taylor-Joy). Pero el Londres de los sesenta no es lo que aparenta y el tiempo parece desmoronarse con unas nefastas consecuencias…

El primer cartel oficial de Última noche en el Soho
El primer cartel oficial de Última noche en el Soho

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