Cuando uno se sienta a ver El diablo a todas horas (The Devil All the Time), adaptación al cine de una obra de Donald Ray Pollock, debe ser consciente de lo que va a ver. Resulta que Pollock es especialista en explotar lo más sucio y siniestro de aquello que traslada a escrito. Ocurre con "Knockemstiff", su primera obra, un compendio de infectos relatos cortos con Knockemstiff, lugar donde nació y se crió él mismo, como centro de lo que se cuenta, y ocurre por lo tanto con "El diablo a todas horas", en este caso el perturbador y triste viaje vital de Arvin Russell. La adaptación a cine de su última obra referente supura negatividad de principio a fin, el agónico relato nos traslada a un lugar perdido de Ohio, uno donde lo mejor es no saber donde queda ni como se podría llegar.
Arvin Russell, sufridor nato
Para rizar el rizo de lo malsano, a los mandos tenemos a Antonio Campos… director curiosamente idóneo para este trabajo (es además el encargado de la adaptación). ¿Pero por qué? El bueno de Campos es el productor de la sectaria Martha Marcy May Marlene, pero también el director de la excelente primera temporada de la no poco grotesca "The Sinner". ¿Más razones para entender esta idoneidad? La carrera de Campos como cineasta deja claro que sabe cómo mostrar sumideros sociales donde lo controvertido y desmoralizante predomina. De sus manos han salido Simon Killer y Afterschool.
En fin, El diablo a todas horas es una historia nauseabunda, plagada de auténticos monstruos donde pululan retorcidos asesinos en serie aficionados a la fotografía, párrocos que se creen su divinidad mientras otros la usan para sacar provecho de las más jóvenes de ese lugar sin nombre. Sumad familias tristes destrozadas, policías corruptos, muertes de todo tipo, crueles asesinatos, y mediocridad por todas partes. Para más inri, los destinos de todos aquellos que participan en la historia están entrelazados, lo que hace la adaptación si cabe más interesante. Para dar forma a este universo de moral cochambrosa, la película cuenta con un elenco de actores sencillamente espectacular… que si Robert Pattinson, que si Tom Holland, gente como Bill Skarsgård, Mia Wasikowska o Jason Clarke, acompañados todos por Sebastian Stan, Riley Keough, Haley Bennett, Harry Melling o Mia Goth. ¡Menudo derroche!
En fin, no se me entienda mal ya que lógicamente hay más que evidentes diferencias, pero la sensación que a uno se le queda tras ver El diablo a todas horas está en un nivel previo, pero no extremadamente distante, de cómo te quedas tras ver La carretera (The Road), esta vez adaptación de la hipernegativa obra de Cormac McCarthy. Vale la pena verla y darse cuenta de que si todo puede salir mal saldrá mal… desde el minuto cero hasta el último instante de esta película que deja claro que el diablo es el verdadero protagonista.
Cartel de El diablo a todas horas