Opinión


Alejado de todo posible convencionalismo aplicado al clásico producto palomitero llegado desde Hollywood, podría decirse que Oblivion (2013) no es este tipo de proyecto aunque da para unas cuantas raciones, aquí tenemos la nueva incursión en la dirección de Joseph Kosinski, director de la irregular pero agradecible Tron Legacy (2010), y uno de esos nuevos talentos que están llamados a acompañarnos con sus trabajos de aquí a las venideras décadas. Junto a él figura el actor por definición, ese modelo perenne llamado Tom Cruise que, como ya dijera tras ver Jack Reacher (2012), se mantiene más fresco que una lechuga y ocupando, merecidamente, ese lugar que con dificultad podría merecer nadie más en HollywoodTom sigue siendo estrella y lo demuestra a cada plano que ofrece. Acompañado por un escueto reparto, Andrea Riseborough y Olga Kurylenko en mayor medida o Morgan Freeman, Nikolaj Coster-Waldau y Melissa Leo en formato casi anecdótico, aunque no por ello menos importante para la historia, Cruise disfruta de un papel echo a medida, o eso se podría llegar a pensar si no fuera porque la idea de Kosinski es originalmente un cómic. Centrándome en el resultado, Oblivion es por lo pronto una apuesta arriesgada, un producto que, debe advertirse, se aleja por completo de esa idea que muchos de nosotros teníamos en mente… no es cine de acción y trasciende más hacia ese rango de films de ciencia ficción con aroma sesudo que pueden gustar más o menos, depende en estos casos de la originalidad e la idea. En esta ocasión sin bien aporta un fondo original y elaborado, por momentos te sientes atraído pero no acaba por enamorar, recupera bastantes ideas de proyectos que han cuajado en la mente del fan por lo que se echa en falta un poco más de arriesgada sorpresa.

El cartel para IMAX de Oblivion de Joseph Kosinski
El cartel para IMAX de Oblivion de Joseph Kosinski

Año 2070 y pico, la Tierra está muerta. tras la venida de los scavengers y la destrucción de la luna, el destino del planeta estaba marcado. Jack (Tom Cruise) y Victoria (Andrea Riseborough) viven en una plataforma, desde allí trabajan como equipo de soporte para drones militares que protegen la recolección de agua marina. Su objetivo, que el viaje a Titán del último grupo de supervivientes del planeta se pueda llevar a cabo. Todo sería placidez, no exenta de algo de tensión, si no fuera porque en el camino de Jack se cruza algo inesperado… algo que hace aflorar cuestiones que ya invadían los sueños del operario.

Y no se debe contar más. Kosinski y Universal Pictures ponen a disposición del espectador un derroche visual donde el artificio no ocupa un protagonismo por otro lado bastante innecesario. Esta vez se puede disfrutar de magistrales escenarios post-apocalípticos, la fotografía es sencillamente sobresaliente, y de algunos de los diseños futuristas más elaborados de las últimas décadas, esa casa en las nubes es una auténtica delicia visual y un desafío arquitectónico como los que se ideaban hace medio siglo. El resto es un imparable viaje por este mundo, más o menos entretenido, acompañados por la no se yo sí muy destacable banda sonora de M83. Salvo el tema final y alguna pieza concreta recuerda demasiado a composiciones relativamente recientes. En fin, se deja ver pero tampoco es para echar cohetes, algunos la agradecerán por alejarse del augurado convencionalismo, otros le achacarán que tras ver el trailer la mentira ha sido demasiado gorda.

Me quedo con el 2009…

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Festival gore y sentido homenaje. Con estas dos sentencias a uno le debería ser suficiente para definir por completo este remake del cult film Posesión infernal (The Evil Dead, 1981) con retazos de Terroríficamente muertos (Evil Dead II, 1987), ambos de Sam Raimi. Con el rey nuevamente supervisando el trabajo, y apoyado en tareas de producción y asesoramiento por las torres Robert G. Tapert y Bruce Campbell, ha nacido en manos del uruguayo Fede Álvarez una nueva joyita que, sin dudarlo, pasará a los anales del cine comercial más bruto por el despliegue, excelso, de maniobras de charcutería extrema… no salpica más porque entonces correríamos el riesgo de morir ahogados entre tanta sangre. Además, estamos en el 2013, y cuando mucha mojigatería cuarta a una gran cantidad de proyectos ya que el objetivo de sus responsables es que se vea distribuida a mansalva en salas de cine comerciales, ¿cobardía?, disfrutar de Posesión Infernal en pantalla grande es una agradable sorpresas y una recomendable experiencia. Esta nueva visión del clásico tiene personalidad propia, vale que se empapa de la idea de la original y le da una ligera vuelta, pero aun así logra mantener como producto buen aroma de independencia que rescata sin embargo muchos, si no todos, de los grandes momentos que Raimi nos ofreció en sus dos primeras obras originales.

Algo que sin embargo debe quedar claro es que el film de Álvarez, escrito por este, su amigo Rodo Sayagues y Diablo Cody, es obra del primero y por lo tanto no ofrece el rítmico desenfreno de planos imposibles y movimientos de cámara grotescos que tanto han identificado la filmografía del Raimi más auténtico. Y eso el lo bueno de esta Posesión Infernal, apuesta por dar su propia versión del clásico, remarcando descaradamente el dramatismo del film de 1981 y dejando de lado, aunque el humor negro siempre se puede paladear, ese otro remake de 1987. De paso moderniza de forma inteligente la razón para pasar un fin de semana a una cabaña apartada de la que no habrá salida, pero explotando la gran roja sobre la que debe seguir navegando la marca…. esa impagable sobrecarga de brutalidad que no se teme ofrecer al espectador, ya sea avezado o neófito, mediante un despliegue sin precedentes en el cine de estudio, FilmDistrict mola, y donde campan a sus anchas hectolitros de sangre, violentas embestidas, amputaciones brutales y secuencias salvajes tan explícitas que, todo sea dicho, es bastante raro que hoy en día sean vistas más allá de los círculos en los que viven enfrascados los festivales de género.

Y no hay más, una breve introducción para que sepamos lo que vamos a ver, probablemente sobre, y de nuevo cinco los amigos que se desplazan – despedazan – a esa característica cabaña del bosque. Esta vez un viaje que en antaño era de placer, hoy se transforma en un duro reencuentro que nace con la idea de desintoxicar a Mia (Jane Levy), hermana de David (Siloh Fernandez), el novio de Natalie (Elizabeth Blackmore), y amiga de Eric (Lou Taylor Pucci) y Olivia (Jessica Lucas). Sabemos lo que nos espera, pero este motivo ayuda a justificar más la incredulidad ante los primeros acontecimientos que tienen lugar, y que ante el ataque de pánico sufrido serían razón suficiente como para darte el piro de buenas a primera. A partir de aquí: baños de sangre, body count controlado, alguna que otra inesperada vuelta de tuerca, una gran dosis de efectos especiales de vieja escuela y una banda sonora, ojito, compuesta por el español Roque Baños, golpes, alarmas y chirríos que no dejan ni un momento de descanso.

Hay que verse toda la película, desde el minuto uno hasta que se termina los créditos… bien lo merece! Ah, y la pregunta de rigor… ¿Qué os ha parecido la película?

Cartel español de Posesión Infernal
Cartel español de Posesión Infernal

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Trato de desperezarme, desde el 3 de marzo con El atlas del las nubes no escribía una opinión, y me pongo de nuevo manos a la obra escribiendo sobre las películas que he podido ver esta Semana Santa en cines. Para comenzar arranco con G.I. Joe: la venganza (G.I. Joe: Retaliation, 2013) de Jon M. Chu, secuela de la bastante floja G.I. Joe (G.I. Joe: The Rise of Cobra, 2009) de Stephen Sommers y confirmado nuevo despiporre visual que, todo sea dicho, extenuará a cualquiera que la vea en 3D más por el casino uso de esta pesada tecnología que en muchas ocasiones, la mayoría, favorece en nada al resultado final. En mi casó sufrí demasiado con las hiperactivas secuencias de acción donde esta moda de vanguardia es caldo de cultivo para acabar mareado. Y para empezar a dar forma a esta opinión debo comenzar planteando una duda… ¿qué narices están haciendo Paramount Pictures y Hasbro si tenemos en cuenta las verdaderas posibilidades cinematográficas de los G.I. Joe? Ojo, que con esto no quiero decir que la franquicia, esa con la que muchos de los presentes disfrutamos jugando tela marinera en nuestra infancia, sea el culmen dentro del estrato del cine de acción, pero vamos, a ver si a la tercera dan con la tecla correcta. Porque mira que con Transformers obtienen buenos resultados, pero G.I. Joe no levanta cabeza.

Por que si, voy a ser muy sincero y duro… me gustó más la peli de Sommers que esta del bueno de Chu. Primero, no entiendo ni percibo la fuerza de Rhett Reese y Paul Wernick al frente del guión. Esa mala baba, esas situaciones cómicas, inteligentes y con chicha que disfrutamos en Bienvenidos a Zombieland (Zombieland, 2009) aquí tienen presencia cero dejando al final un sabor de boca horrible donde nada de lo que ocurre puede si quiera levantar un poco de interés. Ese es el auténtico trabajo de Reese y Wernick, un libreto plano donde se navega entre la seriedad más absoluta, no veo mal el punto dramático del arranque pero me sobra cuando sirve exclusivamente para el lavado de cara que se ha querido aplicar tras la primera parte, a la comedia más simple y predecible como el momento todo queda en casa de Bruce Willis. Segundo, toca sufrir una elección de actores que no llegan a cuajar una, por otro lado, bastante "correcta" elección de personajes. Vale, está Dwayne Johnson como Roadblock, mola, y vuelves a la carga con los obligados Ray Park como Ojos de Serpiente, Byung-hun Lee como Sombra o el merecidamente remozado, pero pírrico en presencia, Comandante Cobra, encarnado por cualquiera. ¿Y el resto? Pues la verdad, esperaba muchísimo más de Ray Stevenson como Firefly, un mítico, y de Adrianne Palicki como Lady Jaye, otra que también apuntaba alto. Del resto, pues ni chicha ni limoná. Ni Elodie Yung como Jinx, ni D.J. Cotrona como Flint, ni Jonathan Pryce como Zartan, porque no deberían colarnos al genial Arnold Vosloo porque sale su careto 10 segundos. Y claro, esto te da más rabia cuando ves subexplotar a gente como Walton Goggins e incluir en el reparto a paquetes andantes como RZA. Tercero, lo que mola de G.I. Joe y su guerra contra Cobra es las posibilidades de esta segunda a la hora de trazar un plan siniestro, maligno y que debería pasar a los anales de lo estrambótico y disparatado. En ese aspecto el trabajo de Stuart Battie y Sommers para G.I. Joe me pareció mucho más arriesgado y digno, aquellos nanobots que se comían el metal molaban, los supersoldados drogados y mejorados molaban, aquella base submarina y la posterior batalla a lo Star Wars dentro de su tontería era graciosa y grandiosa. Aquí explotan el topicazo y aburre… el momento bandera y pendones sobra por completo.

En fin, poco más de hora y media de cine de acción con alguna que otra secuencia entretenida, los brincos en la nieve por ejemplo, pero que no justifican la inversión que se ha hecho en el producto. 130 millones de coste de producción para un proyecto mainstream nuevamente con trazas de serie B, o serie B sin tapujos, que se queda corto si uno recuerda además a Sienna Miller como la Baronesa, Rachel Nichols como Scarlett, Christopher Eccleston como Destro, Adewale Akinnuoye-Agbaje como Heavy Duty o Joseph Gordon-Levitt como The Doctor. En fin, para pasar el rato vale, pero una pena… otra vez.

Y si, Bruce Willis aburre mucho pese a los chistes de rigor con los que siempre cumple. Cada vez aporta menos a las películas donde participa en modo presto mi cara 10 minutos y cobro mi minuta.

Cartel de G.I. Joe: la venganza... pues se han vengado
Cartel de G.I. Joe: la venganza… pues se han vengado

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No se cuantos pensarán como yo, pero el retorno a la dirección cinematográfica de los hermanos Lana y Andy Wachowski, acompañados por el peculiar Tom Tykwer, es parte de ese cine que debe definirse con mayúsculas y, desde ya, encumbrado a cine de culto. El atlas de las nubes (Cloud Atlas, 2012), mastodóntica propuesta, es un derroche de genialidad que nace sin embargo bajo el san benito de cine independiente, lo es, y que desde luego no será del gusto de todos, adapta la compleja y eterna obra de David Mitchell, una historia que nos hará viajar en el tiempo, desde mediados del siglo XIX hasta una era apocalíptica indeterminada, pasando por la Europa de 1931, dando el salto a los años setenta, alcanzando nuestros días, adentrándose en un futuro no muy lejano y vuelta. En todo este periplo, adelante y atrás sin descanso, lo que uno comienza a descubrir es que los protagonistas de las historias están de alguna forma relacionados. Ya sea por una razón espiritual o por que el destino que se supone define en lo más hondo nuestra historia ha tomado la riendas, pero sus vidas su cruzan una y otra vez en las diferentes épocas en las que tiene lugar la narración. Esta complejidad, Mitchell controla a la perfección la narrativa y sabe combinar perfectamente diferentes géneros que le permiten hacer todo muy entretenido, ha sido trasladada a la gran pantalla con una maestría a tener muy en cuenta.

Los Wachowskiy y Tykwer se han rodeado de un excelso reparto, Tom Hanks, Halle Berry, Hugh Grant, Jim Broadbent, Ben Whishaw, James D’Arcy, Doona Bae, Hugo Weaving, Susan Sarandon, Keith David o Jim Sturgess, y los han situado, a casi todos, en los diferentes tiempos que se nos proponen. La original propuesta, a mi me ha parecido una auténtica delicia pese a algún que otro altibajo, sirve de paso para hablar de muchas cosas tomando como materia prima una base de sensibilidad que te acaba golpeando sin remedio. A partir de ahí se habla mucho de amor, otro tanto de amistad, algo de miedo a lo que ha de venir, y como gran nexo común de rebeldía y lucha… ya sea contra el gran hermano que todo lo domina, por la supervivencia, contra las grandes corporaciones, por tus derechos sociales, o contra el clasismo, tanto por raza como por lo personal. Junto a esto tenemos una obra que en lo técnico abruma. El montaje de Alexander Berner es sencillamente increíble. Lograr trasladar la complejidad narrativa de Mitchell al cine y conseguir que casi tres horas sean un suspiro es digno de admiración. El montaje es incluso más sorprendente que el brutal trabajo de maquillaje que transforma sin miramientos a los miembros del reparto logrando en ellos todo tipo de variaciones. Sumemos una fotografía brillante, una dirección artística que aúna todos los posibles escenarios, una música excelente compuesta por Reinhold Heil, Johnny Klimek y el propio Tykwer, y una dirección notable con historias mejores y peores, pero que en conjunto logran ofrecer una obra de cine que merece ser vista… y más si tenemos en cuenta que pese al esfuerzo invertido en ella ha sido tristemente castigada por la taquilla mundial.

Lo que más me alucina una vez vista es… ¿pero qué narices han hecho en los Oscar de este año para no incluir a El atlas de las nubes en varias de sus categorías?

Cartel español de El atlas de las nubes
Cartel español de El atlas de las nubes

 

De vez en cuando uno tiene que armarse de valor a sabiendas de que lo que va a ver es probablemente otro traspiés más en la carrera de uno de los iconos del cine de acción moderno. Este fin de semana se ha estrenado La jungla: un buen día para morir (A Good Day to Die Hard, 2013), quinta vuelta de tuerca a las aventuras de un John McClane muy pasado de vueltas, sombra de lo que en su día fue, y que viene a confirmar que tras el flaco favor de La jungla 4.0 (Live Free or Die Hard, 2007), el espíritu McClane ya se comenzó a diluir en ese film merced a una sobrecarga de absurdos digitales y personajes extremadamente olvidables, la franquicia está completamente agotada.

Todo lo positivo que pudo llegar a tener el discutible anterior episodio, un director solvente, un villano que pese a su poco carisma contaba con Timothy Olyphant como encargado de darle forma o Mary Elizabeth Winstead, en esta es totalmente imperceptible. Primero por poner a John Moore a los mandos, un director de medio pelo que llevaba un lustro mirando por la ventana esperando esa llamada que le sacara del ostracismo más merecido tras el fiasco Max Payne (2008). Segundo por atreverse a dar a Skip Woods la orden de desarrollar un guión con ni si quiera un par de momento de entretenimiento. Woods es un desastre y es increíble que nadie se de cuenta! Ya comenzó a demostrar como se las gastaba con Operación Swordfish (Swordfish, 2001), a la que siguieron piezas que pasaron sin pena ni gloria como la medianamente potable Hitman (2007), la ponzoña X-Men orígenes: Lobezno (X-Men Origins: Wolverine, 2009) o el reboot en cines El equipo A (The A-Team, 2010). Tercero, el triste reparto. Bruce Willis está por estar, grita, se mueve poco, o nada, y ha perdido por completo la fuerza que conservaba en el 2007. Luego ese hijo fotocopia encarnado por Jai Courtney, lamentable tras lo bien que lo hizo tanto en "Spartacus: sangre y arena" ("Spartacus: Blood and Sand", 2010-¿?) como en la reciente y simpática Jack Reacher (2012), y qué decir de Sebastian Koch… el rey del truco del almendruco que no se entiende todo lo que hace ni para que lo hace.

Cartel español de La jungla: un buen día pare morir
Cartel español de La jungla: un buen día pare morir

John McClane (Bruce Willis) se va a Rusia a buscar a su hijo Jack (Jai Courtney) tras ser este detenido por asesinar a un capo de la mafia de la zona. Pero lo que John no sabe es que su hijo es en realidad un agente encubierto que quiere evitar que un gran secreto propiedad de un tal Komarov (Sebastian Koch) caiga en manos de un político corrupto llamado Chagarin (Sergei Kolesnikov). A partir de ahí una patraña.

La película pretende jugar al engaño pero es tan predecible que nada de lo que ocurre aporta si quiere un breve instante de sorpresa. No se, poco más se puede decir. La jungla: un buen día para morir es mala de solemnidad. Cuenta con una persecución promoción de Mercedes que dura una eternidad y Willis no sufre el primer rasguño hasta bien pasada la primera hora de película… y hay suficientes razones para que eso no sea así salvo que estemos ante la primera prueba de que este John McClane es en realidad una especie de Terminator imparable. Esto no es lo que se nos vendió en la década de los 80 y 90. Pero claro, luego sales del cine y meditas con los amigos si las intenciones de 20th Century Fox son reinventar la franquicia para las nuevas generaciones y cambiar el cromo Bruce Willis por el de Jai Courtney. Personalmente, prefiero que se ahorren esto y apuesten por poner a Courtney al frente de un producto propio, con nueva personalidad y que no lleve el apellido McClane como marca. Luego si quieren que Bruce Willis aparezca por ahí haciendo el canelo pues no lo veo mal. En fin, pasemos página.

 NOTA  Una duda, ¿alguien más vio el corte de mangas / butifarra que se gasta Willis en el momento helicóptero a cámara lenta?

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Ya iba siendo hora, al fin ha llegado a la gran pantalla la nueva incursión como director del siempre gratificante Quentin Tarantino. Django desencadenado (Django Unchained, 2012), como se esperaba, es otra pieza maestra salida de la mente de un tipo que engulle, literalmente, y supura cine en cantidades ingentes. Siguiendo la habitual lista de valores que identifican el cine de Tarantino, el gran poderío de esta obra se asienta en primer lugar sobre un guión indudablemente superlativo, un excelso trabajo repleto de incalificables diálogos y una historia no exenta de jugueteo fantasioso por todo lo que plantea en su fondo. Ojito, si en su anterior película, la discutida pero igualmente maravillosa Malditos bastardos (Inglourious Basterds, 2009), Tarantino nos tiraba de cabeza por una realidad distópica en la Segunda Guerra Mundial, en Django desencadenado el rumbo marcado no le desmerece. Porque si, el film plantea algún que otro imposible en los años previos a la Guerra de Secesión, tiempos donde el racismo y el esclavismo marcan muchos de los "no me los creo" sobre la obra que sin embargo aquí se nos presenta. La historia de Django desencadenado gracias a estos detalles, el oficio en el que acaba Django Freeman (Jamie Foxx) o la realidad sobre Candyland y personajes como el magnífico Stephen (Samuel L. Jackson), es infinitamente más maravillosa y una demostración de que Quentin Tarantino es el rey del le doy la vuelta a la tortilla y tan ancho… tanto que muchos ni se plantean estas incongruencias. El guión, muy pero que muy gamberro, se ve en segundo lugar engrandecido gracias a interpretaciones de esas que pasarán a formar parte de la lista de favoritos de los fans de don Quentin. Desde la de un Christoph Waltz impresionante, el personaje del Dr. King Schultz resulta por momentos paródico, pasando por un Samuel L. Jackson en el mencionado rol de Stephen, y que es más motherfucker que el mismísimo Jules, hasta un Leonardo DiCaprio que pese a ponerse en la piel de un auténtico pirado, Calvin Candie da miedo, sigue sin recibir los halagos que en verdad merece por sus trabajos. El tercer punto fuerte es lo visual, aquí Tarantino sigue marcando diferencias con el resto ya que ha hecho acopio de una vida devorando todo tipo de cine, lo que le sirve para que en estos 165 minutos rellene una película de instantes que se marcan a fuego en la retina del espectador, ya sea por la hiperactiva violencia que reflejan, como por la pausada tranquilidad en la que tienen lugar. Todo esto viene a dejar claro que Django desencadenado sirve además para disfrutar nuevamente de la increíble capacidad de Quentin Tarantino a la hora de ofrecer al espectador una master class de como se puede realizar una gran película.

Uno de los carteles de Django desencadenado

Nos encontramos un par de años de antes del inicio de la Guerra de Secesión. Django es un esclavo más que de buenas a primeras es comprado por el Dr. King Schultz. Pese a no estar conforme con el racismo y el esclavismo, la compra se realiza bajo un acuerdo, Django ayudará a Schultz, un cazarrecompensas alemán, a acabar con los hermanos Brittle y luego será un hombre libre. Pero tras este trabajo Schultz ve en Django potencial y le ofrece un nuevo acuerdo, trabajar durante todo el invierno con él como mercader de hombres muertos a cambio de ayudarle a encontrar a su esposa Broomhilda Von Shaft (Kerry Washington), esclava que fue vendida en el mismo lote que Django a un tipejo de armas tomar, el sureño Calvin Candie, dueño de Candyland y adorador de las peleas de mandingos.

Y atención al detalle, Django desencadenado es un gran western, uno que tiene de todo, muchísima comedia cafre, una gran cantidad de acción sangrienta, momentos más cercanos a piezas maestras del western modo El jinete pálido (Pale Rider, 1985), y todos los elementos necesarios del género pero, curiosamente, no es tan spaghetti western como se podría esperar vistos los deseos de Quentin ya trasladados a la mencionada Malditos bastardos o al pack completo de Kill Bill. Django desencadenado sirve a Tarantino para recordarnos que veamos Django (1966) de Sergio Corbucci, que bien lo merece, como ocurriera con Aquel maldito tren blindado (Quel maledetto treno blindato, 1978), esta no tanto, pero ahí se para y salvo la aparición de Franco Nero poco más en ella recuerda al subgénero que dominó por otro lado su idolatrado Sergio Leone… muy presente en sus anteriores film y cero en este. Pero lo que predomina, por obvio, es el sangrante retrato que se hace de esa larga y bochornosa era de los USA. La era de los excesos sobre los negros, el esclavismo, etc., etc.

Pues nada, todos al cine. Cuatro quintos del film son sencillamente maravillosos, encandilan, te mantienen absorto, y aunque luego en parte se deja llevar por la obligada dinámica y resulta más convencional, estamos sin dudarlo ante una de las películas del año.

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Con eso de que este fin de semana se ha estrenado en salas comerciales, toca hablar de otra de las películas que pude ver en el pasado Festival de Sitges. Es el turno por lo tanto de El hombre de las sombras (The Tall Man, 2012), el regreso a la aventura cinematográfica de Pascal Laugier, ese director francés que nos dejó con grandes sensaciones y mucho mal cuerpo tras presentarnos la tremenda Martyrs en el 2008. Acumulando la friolera de cuatro años en silencio, Laugier regresa para ofrecernos una historia bastante clásica, el omnipresente en nuestra niñez mito del hombre del saco, vestida por otro lado de supuesto film de terror con bastante, quizás demasiado, truco. Este discutible doble juego, digamos que no fue muy aplaudido por el fan de ese otro Laugier, no debe ocultar sin embargo una concepción de la leyenda francamente original, con un desarrollo aceptable y un desenlace que te deja, o ese fue mi caso, bastante ojiplático… ¿y defraudado? Porque si, la obra de Laugier, de paso debut en las fértiles tierras de Hollywood, tiene cero de terror, aunque predomine todo el rato ese engaño que hace creer al espectador que si lo es al tiempo que se añaden interesantes complementos a la historia como que el destino de cada uno se rige por el lugar en el que naces, lo imposible de los cambios de rumbo cuando tu entorno no lo favorece o el desarraigo social debido a la pobreza. Laugier, al igual que en Martyrs responsable absoluto de lo que vemos al ser director y guionista, viene a contarnos mucho más que ese terrorífico acoso por parte de un ser nocturno que se dedica a empobrecer si cabe más la tristes vidas de los que padecen en exceso, y se apoya para ello en la notable interpretación de Jessica Biel, en verdad sorprende el trabajo de esta actriz hasta ahora encasillada en papeles más bien complementarios, que contando con ayudas de veteranos como Stephen McHattie o William B. Davis, logra dar empaque a una trama que saca completo jugo de todos los tópicos del thriller de terror más habitual pero que en el fondo no es para nada lo que uno va creando en su cabeza. Merece un visionado, por lo menos para saber si uno debe cagarse en Laugier o agradecerle la osadía que se saca de la manga…

Nos encontramos en el decadente pueblo de Cold Rock. En el una joven enfermera llamada Julia (Jessica Biel), debe hacer frente a esas inclemencias sociales propias de un lugar que se hunde más y más en su propia miseria sin visos de salir de ella. Pero en Cold Rock pasa algo más, los supersticiosos atribuyen esta fatídica racha a las extrañas desapariciones de niños a manos de lo que ellos conocen como El hombre alto, un algo que de cuando en cuando se cuela en el lugar para raptar a uno de los niños que allí mal viven. El tema se pondrá peleón cuando sea Julia la que sufra en sus propias carnes el ataque del Hombre alto y este rapte a su hijo.

Cartel de El hombre de las sombras
Cartel de El hombre de las sombras

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Muchos han sido los años de espera. Mucho ha sido el tiempo que se ha tardado en regresar a uno de los universos literarios de fantasía más grandiosos de la historia. El retorno a la Tierra Media en pantalla grande es nuevamente posible gracias al noble arte del equipo creativo que a principios de siglo nos ofreció la adaptación al cine de «El Señor de los anillos». Peter Jackson, Fran Walsh, Phillipa Boyens, y esta vez contando con Guillermo del Toro en el guión, han puesto en marcha la traslación al cine de la obra «El Hobbit» añadiendo de paso los apéndices y anotaciones realizados por J.R.R. Tolkien. El resultado, estirado o no, son tres películas, de las cuales se estrena la primera de ellas… El Hobbit: Un Viaje Inesperado (The Hobbit: An Unexpected Journey, 2012). Cuando uno es fan incondicional de la obra no puede evitar perder la posible objetividad a la hora de opinar, ya sea para bien o para mal. En mi caso he de reconocer que este primer episodio de la gran aventura de Bilbo Bolsón me ha parecido una auténtica delicia, un film que como la obra nos descubre con extremo detalle la plácida vida de un Hobbit y como esta se ve trastocada por completo debido a una propuesta a la que acaba dando el si. Lo que está claro es que Jackson tiene tomado el pulso a la obra de Tolkien y por ello ha decidido no cambiar un ápice de los cánones que definió con las películas de la pasada década. Técnicamente ha evolucionado, eso es innegable, pero conceptualmente es más de lo mismo. ¿Bueno o malo? Pues según se quiera ver, creo que no incomoda y más bien ayuda a henchir de nuevo el pecho ante este emocionante regreso.

Póster español de El Hobbit: Un Viaje Inesperado
Póster español de El Hobbit: Un Viaje Inesperado

Voy a obviar el típico resumen de la sinopsis que pongo en las opiniones porque, la verdad, no lo veo en este caso demasiado necesario y así puedo aprovechar para hablar más sobre mis impresiones. Me ha parecido francamente curioso el punto de partida de la película, ese enlace con los minutos previos a La Comunidad del Anillo (The Lords of The Rings:  The Fellowship of The Ring, 2001) sirven para un doble reencuentro con la versión anciana de Bilbo, nuevamente Ian Holm, y con nuestro apreciado Frodo, Elijah Wood. Este breve instante de recuerdo es rápidamente derivado a la nueva aventura. Aquí por lo tanto entramos en verdadera faena conociendo al Bilbo Bolsón que protagoniza esta nueva historia y que encuentra en Martin Freeman los valores de un actor asentado y francamente carismático que logra de inmediato hacerse con la gran carga que supone el papel. Su presentación sirve para reencontrarnos también con Gandalf, Ian McKellen, y conocer a esta nueva comunidad de aventureros encabezados por Thorin Escudo de Roble, Richard Armitage es algo así como un clon de Hugh Jackman que sí nada se tuerce acabará copando las pantallas durante los próximos años. Seguido a esto la apuesta ha sido explotar con desigualdad al resto de personajes, usando como referente  a aquellos que van a dar mucho más juego conforme avance la historia. Destacar las aportaciones de Balin (Ken Stott), Dwalin (Graham McTavish), Bofur (James Nesbitt) y Kili (Aidan Turner), quedando el resto en un segundo plano limitado a aportaciones puntuales. Luego tenemos un momento destacado para Radagast (Silvester McCoy), otro de los cinco Istari, al que se le da un poco aspecto caricaturesco pero igualmente entrañable, o a viejos conocidos como Elrond (Hugo Weaving), Saruman (Christopher Lee) o Galadriel (Cate Blachett). Pero lo que sin lugar a dudas es uno de los momentos más alucinantes de la película es la aparición de Gollum (Andy Serkis), su encuentro con Bilbo queda grabado a fuego dada la impresionante evolución de los efectos visuales en el aspecto más vital del personaje.

En fin, en conjunto la película es francamente entretenida. Obligadamente más pausada al principio pero entrados en dinámica uno se acaba metiendo  de lleno en ella. Está repleta de esos pequeños pero importantes momentos que figuran también en la  novela como por ejemplo las menciones a los otros dos Istari de los que no sabemos los nombres, la referencia a Ungoliant o al origen del juego de golf. El arranque es aprovechado de todas forma para presentarnos Erebor y las razones de Thorin para volver a la montaña en la que vive Smaug, y parte del metraje sirve para recrearse en un nuevo personaje que no recuerdo de la obra escrita.

Hablemos un poco del aspecto técnico del film. Gran nada banda sonora, grandes efectos especiales, gran fotografía, gran maquillaje, gran vestuario, etc. Hasta aquí lo esperado, pero lo más rompedor es el uso del HFR, los famosos 48 fotogramas por segundo, con un excelso, porque no cabe otra definición, 3D. En mi caso el HFR ha servido para quedarme maravillado con las secuencias de planos más generales, la definición es sencillamente apabullante, pero al mismo tiempo un poco desconcertado con la apariencia de artificial realidad de lo que estas viendo. Es todo tan como tenerlo ahí a mano que confunde, llevando en bastantes ocasiones a quedarte con la impresión de que lo que ves se pasa de vivacidad. No puedo negar que me ha gustado por este nuevo enfoque que se le da, pero personalmente usaría el HFR como el IMAX en muchas otras producciones, exclusivamente en determinas secuencias.

Pues eso es todo, estoy llegando a Foz para una ruta de senderismo y esto es lo que me ha animado el viaje. Espero con mucha atenciones vuestras impresiones sobre El Hobbit: Un Viaje Inesperado.

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Aprovecho uno de los estrenos de esta semana para recordar otro de los films que me vi en el pasado Festival de Sitges 2012. Se trata de Sin tregua (End of Watch, 2012) de David Ayer, película modo metraje encontrado, aunque en este caso es más bien rodaje cámara en mano, protagonizado por Jake Gyllenhaal y Michael Peña. Ayer, guionista y director al mismo tiempo, es perro viejo cuando hablamos de cine policíaco o más bien de las tripas que lo componen. Tras sus trabajos como guionista en la superlativa Training Day (2001) y las mucho más convencionales Dark Blue (2002) o S.W.A.T.: Los hombres de Harrelson (S.W.A.T., 2003), Ayer vuelve a apostar por el cine de género más personal y de calidad, recuerda la historia a los bajos fondos del obligado film de Antoine Fuqua, centrándose esta vez en las peripecias de dos agentes recién llegados al cuerpo que, inmersos a conciencia en el complicado y crudo quehacer policial de los arrabales de Los Angeles, acaban, puede que de manera poco consciente, metiéndose en un cristo de mil demonios.

Y es que el pertenecer a la generación más impulsiva, esa en donde el respetable está acostumbrado a darlo todo delante de un ordenador o consola matando al ciento y la madre, nubla la vista demasiado convirtiéndote en un ser incapaz de valorar los límites a los que en verdad debes llegar. La película juega con lo convencional del género, matones de medio pelo metidos hasta las cejas en un proyecto personal dignos de las grandes mafias, y aporta una buena dosis de testosterona, sobre todo la que supura el personaje de Gyllenhaal que tiene en el de Peña lo único que le compensa, además de mensaje para un país donde el descontrol armamentístico en las zonas más peligrosas está al orden del día. En definitiva, un producto destacable, una historia bastante completa con un estilo de filmación poco habitual y cercano en idea, y por momentos, a esos docurealities donde policías con cámaras en sus coches patrulla se dedican a dar caza a cuatreros varios. Lo más curioso de Sin tregua es el extraño periplo que ha tenido en el mercado USA, triunfando, 7 millones de coste y 40 de recaudación desapareciendo, y volviendo ahora a las andadas de cara a su posible ¿carrera hacia los Oscar? Nunca se sabe. No creo que sea para tanto pero bien merece un visionado para disfrutar de cine de policías donde la tensión traspasa la pantalla.

Cartel de Sin Tregua... prefiero el título original End of Watch
Cartel de Sin Tregua… prefiero el título original End of Watch

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En un domingo de esos que pintan tranquilito aprovecho un ratillo para seguir con la revisión de películas vistas en el pasado Festival de Sitges 2012, por aquí tenéis todas las comentadas hasta el momento. Es el turno de hablar un poco de The Lords of Salem (2013), la nueva obra de Rob Zombie que, supongo, veremos en cines a lo largo del año que viene… y remarco eso de supongo porque no estoy muy seguro de este hecho. Para sorpresa del respetable el bueno de Zombie da un significativo giro en su modelo cinematográfico cambiando de registro y adentrándose en un estilo de horror mucho más ortodoxo y menos esperable si lo que hacemos es echar la vista atrás tratando de encontrar una razón de este nuevo enfoque. The Lords of Salem es por lo tanto un aplaudible punto de inflexión en la filmografía de Zombie si lo comparamos con sus incursiones previas, La casa de los 1000 cadáveres (The House of 1000 Corpses, 2003) era demasiado grotesca, Los renegados del diablo (The Devil’s Rejects, 2005) una muy particular salvaje road movie, y esos dos films de la franquicia Halloween pues, no se, bastante innecesarios. The Lords of Salem es también un profundo viaje lisérgico dentro del horror más clásico con muchos momentos surrealistas y psicodélicos bastante acordes con el diabólico horror de grandes obras con aquelarre como La semilla del diablo (Rosemary’s Baby, 1968) o Suspiria (1977). The Lords of Salem resulta ser además una especie de ritual satánico cinematográfico, pieza clave la musiquilla que induce el mal que ha de venir, y donde no obligan a contemplar todo el proceso de entrada en los infiernos de su protagonista… la buena de Sheri Moon Zombie.

Y tras sacarle todo lo bueno que puede tener llega lo malo, o al menos la impresión general que da la sensación se queda en la gente que ve el flm. The Lords of Salem es muy irregular. Que el peso de la película caiga sobre los hombros de Sheri Moon me parece lo más arriesgado que se puede hacer, salvo que quieras echar por tierra así de buenas a primeras gran parte del potencial del film. La esposa de Rob no me convence como actriz ni ahora ni antes. Me vale para un papel secundario, una presencia complementaria de un reparto más sólido, pero que todo gire alrededor de ella es un fallo. Menos mal que en papeles secundarios tenemos rostros conocidos, y envejecidos, del universo terror más clásico como Meg Foster, esos ojos son irrepetibles, Dee Wallace o Ken Foree, acompañados por Bruce Davison, personaje singular y protagonista de su propia desventura de investigación brujeril, que por otro lado merecía haber sido mucho más explorada. Luego tanto machaque con la presencia de quintas esencias como las de Michael Berryman o Sid Haig ¿para? 15 segundos y dejad de contar. En fin, The Lords of Salem se diluye cosa fina bajo una trama interesante, no nueva pero si original dado el origen musical del ritual a gran escala que se prepara, pero poco más. Da la sensación de que el brainstorming fue notable en las primeras fases, pero a la hora del desarrollo no supieron evolucionar y ofrecer algo realmente potable.

Uno de los colorista carteles de The Lords of Salem
Uno de los colorista carteles de The Lords of Salem

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