Opinión


Ya iba siendo hora de que este clásico comiquero fuera recuperado para el cine después de aquella ya lejana, francamente desconcertante y hortera, aventura que contó con el ahora reinventado Sylvester Stallone. Han pasado un par de décadas de aquella y la editorial 2000 AD debe estar algo más que contenta con el resultado obtenido. Dredd 3D (2012) de Pete Travis se nos presenta como una grata delicia adulta, notablemente violenta y que estruja con esmero toda la esencia de un personaje tan particular y sombrío como es el Juez Dredd. La verdad sea dicha, la creación de John Wagner y Carlos Ezquerra ha regresado al cine por la puerta grande en una producción con mucho material disfrutable y bastante alejada de las imposiciones que tanto daño hacen los grandes estudios de Hollywood. El resultado es, personalmente, difícil de mejorar. Alex Garland, guionista británico sobradamente conocido gracias a trabajos como La playa (The Beach, 2000), 28 días después (28 Days Later…, 2002) o Sunshine (2007), explora con muy buena mano las vicisitudes de un personaje implacable, frío, calculador y que no duda en aplicar la ley, a lo bestia, en un futuro corrupto y desolador. Más aun, el trabajo cubre con lo esperado y más si lo que uno pretende es adaptar al cine una obra violenta, oscura y con aspecto cero mainstream. Por ello este Dredd 3D se enfoca más hacia la exaltación de un modelo más cercano a la serie B de antaño, pero sacándole más jugo gracias a una esmerada producción donde todo funciona según lo previsto.

Cartel español de Dredd... Juez, jurado y ejecutor
Cartel español de Dredd… Juez, jurado y ejecutor

El futuro, Mega City Uno es una mole donde 800 millones de personas se apelotonan. En semejantes condiciones, y más si vemos como está la cosa hoy en día, es de esperar que exista una unidad policial que trate de mantener el control mediante la aplicación más estricta de la ley. Anderson (Olivia Thirlby), una agente novata y pendiente de aprobación, es asignada al Juez Dredd (Karl Urban), su misión es pasar un día en la calle donde será evaluada para entrar a formar parte de la élite policial que mantiene a raya Mega City Uno, los Jueces. Pero lo que podría ser un día más en lo cotidiano de Juez Dredd y compañía se convierte en un infierno cuando se adentran en el edificio que controla la narcotraficante Ma-Ma (Lena Headey), la mayor distribuidora y fabricante de Slo-Mo en la ciudad. El día de evaluación se convierte por lo tanto en una misión de supervivencia. Por un lado están Dredd y la novata Anderson, por le otro Ma-Ma y el ejército que vive en el infinito bloque de viviendas desde el que opera.

DNA Films siempre tiene algo bueno que ofrecer y Dredd 3D es una muestra más de que en el imperio británico saben hacer las cosas con la factura Hollywood pero sin despreciar la materia prima europea. Así obtenemos una película sobria, directa y que no escatima en aprovechar muchos de los "valores" de la obra de Wagner y Ezquerra como la violencia directa o la amoralidad del futuro en el que transcurre. Karl Urban se saca de la manga un Dredd implacable que no duda ni un ápice a la hora de aplicar justicia, ya sea justificable o no. Es rudo, parco en palabras pero un perfecto ejecutor de la tarea que se trae entre manos. Olivia Thirlby por su parte no puede estar mejor, representa a la agente novata Anderson que, si bien se da a conocer como una mujer con cierta apariencia de debilidad, en el fondo oculta un poder tan salvaje que hasta podría dejar al propio Dredd como una hermanita de la caridad. Al otro lado un muro en forma de Lena Headey, desfigurada Ma-Ma que no escatima en sobrepasar los límites más despreciables de la violencia. Su misión es curarse en salud, y quién tenga que morir pues que muera. Técnicamente una película correctísimo aunque nuevamente se le otorga mucha prioridad a los efectos CGI, cosa que por otro lado es lo más apropiado cuando tienes que mostrar como destrozas la cara a un fulano a cámara lenta por un disparo. En esto la cámara lenta está perfectamente justificada, solo se ve cuando el que disfruta de la secuencia va hasta las cejas de slo-mo. El 3D, pues no se que pensar, pero lo onírico de las secuencias a cámara lenta sacan cierto provecho del 3D, aunque tampoco creo que sea lo que más mola.

En defintiva, muy recomendable. Pero ojo, no es un frenesí.

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El pasado 30 de agosto Reminen, un eventual colaborador de Uruloki, pudo asistir a un pase previo de The Possession (El origen del mal) (The Possession, 2012) de Ole Bornedal, ese nuevo film de terror y posesiones producido por el bueno de Sam Raimi. Os dejo aquí las impresiones que se llevó Reminem tras el visionado…

A lo largo de los años El exorcista (1973) ha sido una de las mayores influencias para los directores del cine de terror en las últimas décadas. Ha llegado al punto en el que ha desarrollado su propia rama en el que exorcistas y poseídos son protagonistas indiscutibles de este subgénero.

Emily (Natasha Calis) es una niña que está pasando por el reciente divorcio de sus padres (Jeffrey Dean Morgan y Kyra Sedgwick). En una de las tardes que le toca pasar con su padre, Em decide llevarse una pequeña caja de un mercadillo del vecindario. A partir de ese día la pequeña comienza a notarse diferente y empiezan a pasarle fenómenos inexplicables. La caja aunque parecía vacía, no lo estaba.

The Possession intenta volver a aquellos inicios del cine de posesiones que antes mencionaba. Jugando con elementos primitivos como las plagas nos sumerge en fenómenos paranormales que cada vez van a más y en una sola dirección. Consiguiendo satisfactoriamente en alguna escena imágenes potentes de buen cine de terror.

Cartel de The Possession (El origen del mal)
Cartel de The Possession (El origen del mal)

Lo más interesante de la película desde mi punto de vista es la inclusión de los judíos en esta ecuación. Acostumbrados a las cruces cristianas al menos es diferente ver a un rabino metido en una historia de posesiones que al menos provoca un enfoque diferente durante la segunda mitad del film.

Sus protagonistas están muy correctos en sus papeles. Tanto Jeffrey Dean Morgan, acostumbrado por su paso por Sobrenatural a pasarlas canutas con todos los elementos de fuera de este mundo, como Kyra Sedgwick, también acostumbrada a lidiar con situaciones difíciles y tensas como demostraba en cada temporada de The Closer. Sin duda alguna quien lleva el peso más complicado es Natasha Calis que pasa con nota el siempre difícil papel de la poseída con un enfoque completamente diferente o como mínimo alejado del que hizo famosa en su día a Linda Blair.

En cambio lo más flojo de El origen del mal son sus pretensiones de un film de terror novedoso y diferente cuando cae en tópicos inventados y reutilizados varias veces, aunque es cierto que consigue algún que otro movimiento efectivo en sus escenas de más tensión. Con esto conseguirá, sobre todo en dos escenas específicas, asustar a más de uno con su mezcla de terror psicológico y de subida de volumen indiscriminado.

Para disfrutar realmente de The Possesion (El origen del mal) hay que o bien olvidarse de otros films similares, o bien directamente tener la suerte de no haber visto muchos de ellos con lo que quizás si que consiga atrapar al público primerizo del género.

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¿Qué pasa cuando pretendes tomarte demasiado en serio una idea con tintes sumamente inconcebibles y surrealistas? Pues que pares sin control algo como Abraham Lincoln: cazador de vampiros (Abraham Lincoln: Vampire Hunter, 2012). Esto es lo que le ha ocurrido al bueno de Timur Bekmambetov, director incompleto que tras su desembarco en USA no ha logrado cuajar un proyecto de esos que digas "esto si que mola", al intentar llevar al cine y al amparo del Tim Burton productor la homónima obra de Seth Grahame-Smith, que encima firma como mal guionista. No lo voy a negar, y puede que esté meando fuera del tiesto, pero la impresión que uno se lleva es que demasiada es la seriedad planteada al proyecto para que uno la disfrute como se debe. ¿No se supone que esto debería ser más bien una comedia de terror? Este es el gran problema de esta locura vampírica, donde de paso no hay nada que merezca ser rescatado… ni chascarrillos, ni efectos sorprendentes, ni secuencias memorables. Lo único realmente válido ha sido descubrir a alguien como Benjamin Walker, clon treintañero de Liam Nesson, que lo da todo con sus 1,91 metros de estatura partiendo árboles, brazos o cabezas al tiempo que da esos discursos que sirvieron de hoja de ruta para acabar forjando lo que son hoy en día los Estados Unidos de América. Salvo eso, Abraham Lincoln: cazador de vampiros es pura flojedad que encima se echa a sus espaldas una fotografía tan brillante que ciega como si de un telefilm de sábado por la tarde se tratara. Ah, y sumemos un reparto que aporta menos que nada… desde un infumable Dominic Cooper, una ensombrecida y desaprovechada Mary Elizabeth Winstead o un caricaturesco Rufus Sewell. Eso si, nos vale para ver en acción a Anthony Mackie, futuro Sam Wilson / Halcón en Captain America: The Winter Soldier (2014).

Cartel español de Abraham Lincoln: cazador de vampiros
Cartel español de Abraham Lincoln: cazador de vampiros

1800 y pico. Un joven Abraham Lincoln vive junto a su familia llegando con dificultades a fin de mes por culpa de Jack Barts (Marton Csokas), un terrateniente que controla con puño de hierro a aquellos que trabajan para él (negros y blancos). Pero lo que no sabe la familia Lincoln es que Barts es en realidad un vampiro, un señor de la noche que gracias a crema solar factor 2000 puede disfrutar del sol y controlar como mandan los cánones sus posesiones. Cuando los Lincoln no pueden hacer frente a sus pagos, Barts "contamina" a la madre del joven Abraham y poco después acaba con el padre. Muchos años después, un fornido Abraham Lincoln (Benjamin Walker) decide tomarse la justicia por su mano y acabar con Barts, pero esa noche descubrirá que tras el terrateniente se oculta una inmensa sociedad vampírica que domina el sur… y lo más importante, un cazador de vampiros llamado Henry Sturges (Dominic Cooper) que pondrá a Abraham al tanto de las exquisiteces de esta gente y del noble arte de su caza.

Y nuevamente nos la quieren meter doblada con ese 3D de rebuscado efectismo. Maldito látigo, maldito carro, maldito tren y maldito tenedor. Esto no es 3D, esto es el te aplico un sobrecoste y a cambio te doy lo mismo que llevan un par de años ofreciendo el 90% de producciones llegadas desde la meca del cine. Si por lo menos lograran sacarse de la manga una historia entretenida, con personajes con carisma que medio te llamen la atención, pues igual hasta se puede justificar, pero con una historia tan floja y unos personajes tan mal elaborados lo normal es lo que está ocurriendo… fiasco económico en el mercado USA que puede que se salve, aunque lo dudo, gracias al internacional. Y es que encima, esa seriedad que aplican al cuento, da una cabriola en el aire y del tono palomita del inicio, acaba por arte de birlibirloque inmerso en un auténtico drama familiar con ¿obligadas? dosis de tono político, no a la esclavitud, y bélico, muramos todos en la Guerra de Secesión. Lo dicho, probablemente sea esto lo que se busca, pero a estas alturas de la vida la seriedad en este tipo de productos es lo que menos pega, y más si tenemos en cuenta que estamos en pleno agosto y que lo que uno busca es entretenimiento mondo y lirondo. Y sobre los efectos mejor ni hablar. Cantan mucho y la sobrecarga digital deja oculto el posible gran trabajo del rey del vampirismo maquillado Greg Cannom.

Ah, lo mejor, lo genial, el final de todo… cuesta darse cuenta, pero una vez pillado te echas unas buenas risas. Veremos que en Noviembre sigue teniendo la misma gracia.

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Venga, lo digo… ayer fui a ver Abraham Lincoln: cazador de vampiros (Abraham Lincoln: Vampire Hunter, 2012), de la que hablaré muy probablemente mañana, pero el pasado sábado fue el día D, las 22:45 la hora H, y el cine Valle Inclán de Santiago de Compostela el lugar L. Ese fue el momento y sitio elegidos para ver en pantalla grande Los mercenarios 2 (The Expendables 2, 2012) de Simon West, película que se erguía ante nosotros como deseada producción veraniega donde una reunión de veteranos sexagenarios y septuagenarios, que hace 30 años nos hicieron vibrar con ahora añoradas descargas de plomo y fuego, merecían ganada pleitesía. La verdad, con el reparto que llevaban luciendo desde que se puso en marcha la secuela de la normal Los mercenarios (The Expendables, 2010) – Stallone, Statham, Li, Lundgren, Norris, Crews, Couture, Hemsworth, Van Damme, Willis y Schwarzenegger – todo lo que uno podía esperar de esta producción era lo que ha acabado por ofrecer. Eso si, esa posible esperanza de buena historia debemos admitir que se acabó por esfumar conforme avanzaban los minutos. Los mercenarios 2, es, por que no negarlo, una película bastante floja, pero viene tan cargada por chascarrillos, guiños y brutal autoparodia, me quedo corto en este aspecto, que va ganando en interés gracias a las carcajadas, y lágrimas, que uno se acaba echando. La verdad, esto es lo que salva la cinta, por momentos aburrida, pero que gracias a la presencia de Chuck Norris, impresionante Lobo Solitario, Arnold Schwarzenegger, Sylvester Stallone y Bruce Willis, geniales las puyitas entre ellos, y los serie B Dolph Lundgren y el fantástico Jean-Claude Van Damme, termina resultando ser una oda a esa época gloriosa donde los héroes del cine de acción llenaban nuestras jornadas de cine de tarde / noche.

Cartel de Los mercenarios 2 descubierto en la pasada Comic-Con de San Diego 2012
Cartel de Los mercenarios 2 descubierto en la pasada Comic-Con de San Diego 2012

Los mercenarios vuelven a la carga. Barney (Sylvester Stallone), Navidad (Jason Statham), Yang (Jet Li), Peaje (Randy Couture), Gunnar (Dolph Lundgren), Hale Caesar (Terry Crews) y el nuevo fichaje Billy (Liam Hemsworth), son contratados / oblicados por Iglesia (Bruce Willis) para, con la ayuda de Maggie (Nan Yu), parar los pies a un terrorista llamado Vilain (Jean-Claude Van Damme) que, junto a su pequeño ejército de terroristas, ha decidido desvalijar en una mina de plutonio que fue abandonada en otro tiempo por la madre Rusia. Pero con lo que no cuentan Barney y sus amigos es que Vilain haga auténtico honor a su nombre y sea incluso más despiadado y cafre de lo que cualquiera si quiera imaginaba. En ese punto, y debido a una nueva cuenta contraída y por lo tanto pendiente, nuestro equipo de héroes de acción se atará los machos y tratará de pararle los pies. Las dificultades serán muchas, no exentas de dolor, pero la presencia de apoyos eventuales suavizarán notablemente la caza.

Y es que solo por ver a Chuck Norris más tieso que una mojama, repleto de botox o soltando una parrafada digna de la frikipedia, y disfrutar de la presencia de Jean-Claude Van Damme y sus patadas voladoras, con 50 y tantos y tan flexible como siempre, bien vale la pena pagar unos euros por sentarse en una butaca y ver Los mercenarios 2 en el cine. Vuelven los 80 y la testosterona rebosa en cada milímetro de metraje pese a infrautilizar, una pena, a Terry Crews o Randy Couture, presencia accesoria de sus personajes. Otro punto crítico que debe ser destacado es el nefasto uso de los efectos digitales, se ve que la pasta ha sido dedicada a pagar nóminas, que pueden resultar hasta sonrojantes cuando lo que te toca es ver como un helicóptero vuela y se estrella o como un tanque revienta. Pero que más da, lo que muestran se disfruta y no pretende nada más que servir de confirmación de que el sueño que se plantearon muchos hace ya unos cuantos lustros es posible… si bien ya no están el horno para bollos.

En definitiva, un producto imaginable, o eso es lo que muchos de nosotros siempre creímos cuando se hablaba en los 80 de juntar a Willis, Stallone y Schwarzenneger bajo un mismo título.

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Y en estas tenemos a Universal Pictures tratando de alargar la sombra de una de las franquicias más recomendables de la pasada década si lo que uno busca es una trama ingeniosa en un mundo de espías y oscuros programas gubernamentales. Jason Bourne, creación de Robert Ludlum, terminó con nota sobresaliente hace unos años cuando en El ultimátum de Bourne (The Bourne Ultimatum, 2007) los programas Treadstone y Blackbriar acabaron dejando con el culo al aire a más de uno de los altos gerifaltes de la Agencia Central de Inteligencia. Pero claro, con el fin de Bourne, lo bueno de estas obras y sus adaptaciones de películas es que cada uno puede imaginar lo que le venga en gana, Universal vio como una de sus gallinas de los huevos de oro debía echar el cierre. Pese a los subsiguientes intentonas por parte del estudio de recuperar la buena fórmula que formaban el trío calavera Paul Greengrass, Toni Gilroy y Matt Damon, los años han ido pasando y la necesidad por estirar el chicle ha acabado llevando al estudio a prescindir de dos de las patas de la mesa, Greengrass y Damon se negaron, centrando todo su esfuerzo en la dedicación combinada de Gilroy, en este caso director y guionista junto a su hermano, amén de un nuevo agente llamado Aaron Cross, Jeremy Renner, llegado de otro programa más de la CIA. Obviamente hay adaptación de un producto escrito, pero esta vez todo bebe de la mano de Eric Van Lustbader, actual cronista de las posibles ideas que Ludlum pudo haber tenido pero que no llegó a tener… vamos, un inventor con siete secuelas a la saga original. Y claro, cuando la base falla, Gilroy es buen guionista aunque no tan experto director como lo es Greengrass, ni Cross es Bourne ni Renner es Damon ni Outcome es Treadstone. El resultado en definitiva es incompleto, tentado de crear una nueva manta sobre la que posar futuras películas pero donde se echa en falta la vigorosa trama de dudas que plagaban la pérdida de memoria de Jason Bourne. Además, las razones de Cross para hacer lo que hace resultan excesivamente poco llamativas…

Cartel de El legado de Bourne
Cartel de El legado de Bourne

En paralelo a la última acometida de Jason Bourne por sacar a la luz los trapos sucios del programa Treadstone, los mandamases de la CIA deciden poner pies en polvorosa haciendo limpieza total sobre todos los programas nacidos a raíz del germen original. Uno de los miembros de estos programas, el agente Aaron Cross (Jeremy Reener), logra evitar su eliminación y se embarca en una nueva aventura en la que se cruzará con la doctora Marta Shearing (Rachel Weisz).

Y es que lo que falla en El legado de Bourne es eso, trama y pretender vivir de algo que está terminado, gestar un nuevo producto, en el que faltan todas las incógnitas que atormentan al personaje, y tratar de convencernos de que con un nuevo agente debemos asumir que tenemos algo completamente diferente e igualmente bueno. ¿Qué narices mueve a Aaron Cross hacer lo que hace? La verdad, en una primera hora donde se trata de explicar con todo lujo de detalles, excesivos, los variopintos tejemanejes de las CIA para crear excelentes asesinos, intrascendente Oscar Isaac, el espectador sufre del ataque de un guión que trata de vivir del pasado pero donde nada de lo que ocurre llega a interesar demasiado. No aporta nada, y hasta resulta cómica, la razón bioquímica con la que pretenden justificar la existencia de los agentes del programa Outcome. No innovan nada, más de lo mismo y con menos carisma, los nuevos analistas de la CIA que deciden cerrar el chiringuito a las bravas mientras por otro lado sabemos que Jascon Bourne sigue tocando las narices a los cameos de Joan Allen y David Strathairn. Surrealista la presencia de Edward Norton, fatal, o del primer agente del nuevo programa, más madera, LARX… un imparable, y casi inhumano, Louis Ozawa Changchien. Y justo cuando la cosa se pone medianamente interesante, aunque como digo Gilroy no le llega a la altura de los zapatos a Greengrass y trata sin mucho éxito clonar las espectaculares escenas de acción y persecuciones de las anteriores partes, vas y cierras el grifo invitando con descaro a reencontrarnos en una (in) necesaria quinta parte.

Una pena, para pasar el rato pero poco más.

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No sin tiempo ha llegado a nuestras pantallas una de las películas más esperadas del año. El género de la ciencia ficción tembló cuando Ridley Scott, icono viviente de este universo cinematográfico, afirmó que regresaba y que lo hacía con un producto plagado de ADN del pasado… ese que sigue encumbrado en lo más alto y que responde al título de Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979). Más de treinta años después llega a los cines Prometheus (2012), una especie de obra seminal de la vista hace tres décadas y que indaga en un tema tan peliagudo como la búsqueda de respuesta a insondables preguntas como ¿de dónde venimos?, ¿quiénes somos? o ¿merecemos seguir aquí? El riesgo tomado es patente ya que tirar por la borda las teorías darwinianas o la propia fe del ser humano se las trae, pero por otro lado añade un gran encanto al resultado final que, sin embargo, no logra escapar de un modelo narrativo clónico en cuanto a esquema a esa obra a la que debe tanto. Probablemente este sea uno de los grandes problemas que tiene Prometheus como tal, todo lo que ves te recordará a pasado y todo lo que ocurre no se aleja de los tópicos del género que, ojo, ya tuvieron lugar y no son tan comentados cuando ves una y otra vez Alien, el octavo pasajero. Si no hay tocones, incautos, despistados, villanos y equívocos pues hay que dejar claro que no hay aventura. Aun así, opino que el resultado es francamente positivo, incluso pese a las brutales incógnitas, o lagunas, que plantea el guión ideado por Jon Spaiths y desarrollado por este y Damon Lindelof, uno de los gurús que dan vueltas por el Hollywood más chocante. A esto hay que sumarle una magistral lectura del producto por parte de Ridley Scott, un uso magnífico y envolvente del 3D, formato en el que se rodó la película, y un aporte técnico de un nivel superior y que pone una nueva pica en favor del no sobreexplotar los efectos visuales en pos del uso de recursos físicos y los adorados por muchos practical effects.

Póster español de Prometheus
Póster español de Prometheus

Año 2089, un grupo de investigadores, los doctores Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) y Charlie Holloway (Logan Marshall-Green), encuentra a lo largo del globo terráqueo una serie de pictogramas que, pese a haber entre ellos insalvables distancias y edades milenarias, contienen todos un nexo común… una especie de referencia extraterrestre. Varios años después la nave Prometheus de Weyland Industries, y sus 17 tripulantes, parten en un viaje en el que se busca conocer o indagar sobre el origen de la humanidad. Su llegada al planeta referencia pondrá en contacto a nuestros protagonistas con un pasado viviente y latente oculto en una mole piramidal. En su camino se cruzarán no solo oscuros objetivos, si no una realidad más siniestra de lo que podían haber imaginado…

Y lo que más me ha llamado la atención de Prometheus es la cantidad de teorías que genera eso que se encuentran nuestros protagonistas. Desde mi punto de vista hacer uso de un elemento de poder genético absoluto y desencadenante, base del caldo primigenio que nos ha traído aquí, ofrece una libertad imaginativa que acabará contando con el ciento y la madre de posibles teorías, o errores. Además, puestos a elucubrar, tenemos para todos los gustos y de todos los colores si pensamos en los Ingenieros… ¿venganza?, ¿prueba y error?, ¿obligada evolución? Todo es posible y puede que esta cantidad de alternativas sea lo que ha muchos les está echando hacia atrás a la hora de disfrutar de un producto notable que mejora además con un despliegue técnico de sobresaliente apoyado en la fotografía, inmensa, de Dariusz Wolski, menudo arranque, el diseño de producción de Arthur Max, el montaje de Pietro Scalia o el modelado de H.R. Giger. Luego tenemos el reparto del que personalmente solo destacan Noomi Rapace, versión parcial de lo que tendrá que venir en el futuro que ya pasado, y Michael Fassbender, una concepción inicial de los androides de Weyland y en este caso un ser sin personalidad, que obedece mandatos y que es incapaz de entender las consecuencias de sus actos. Fassbender lo borda y deja claro que en estos momentos es de lo mejor que te puedes encontrar en muchos proyectos cinematográficos. Transita por ahí, aportando poquito o nada, Charlize Theron, y le secunda, aunque esta vez con un poco más de poderío y presencia, el gran Idris Elba.

Yo que queréis que os diga, cuando me toca la fibra no me contengo, y Prometheus es pieza obligada para ir recordando de vez en cuando haciendo análisis de lo que ahí acontece. Cuanto más pienso, más le doy vueltas y más hablo con terceros, más disfruto imaginando lo que está por venir. Se ha sentado la base del futuro que ya conocemos, queda saber en que momento ambos caminos se acaban por cruzar definitivamente.

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Este fin de semana se ha echado el cierre a una de las trilogías comiqueras más potentes, visual y argumentalmente, de la historia del cine. Christopher Nolan, padre putativo de esta reconcepción de Batman junto al siempre ilusionante David S. Goyer y su hermanísimo Jonathan Nolan, ha tenido a bien otorgar a su visión del héroe de un final cerrado donde de paso ha dado por completado un arco argumental que se comenzó a labrar en ese ya lejano 2005 con la sorprendente Batman Begins (2005). Nuevamente este Batman es más humano y el tiempo en el que vive más cercano a algunas de esas realidades que campan por el mundo adelante, esas realidades que esta vez son explotadas, en el más amplio sentido de la palabra, por un villano con truco que debe se visto mejor como elemento mente colmena que como un personaje solitario y 100% protagonista como lo fuera Joker (Heath Ledger) en El caballero oscuro (The Dark Knight, 2008). Esta vez es el turno de Bane, brutal Tom Hardy, un mole de destrucción, maldad y violencia que ocupará un lugar preferencial en el podio de villanos molones de este señor de la noche que ahora se despide. Nolan se saca de la manga un auténtico terrorista en masa, un señor de la guerra callejera, genocida, que no duda en perpetrar un rapto a varios miles de metros de altura en una de las secuencias de arranque más espectaculares que he visto, al tiempo que maneja los hilos, aparentemente, de un golpe de estado en toda regla contra la maltrecha y deshumanizada Gotham. Porque si, Bane llega para arrasar, pero dando curiosamente un vuelco de 180 grados y provocando el caos total donde los villanos a cazar y juzgar son en el fondo esos que han llevado a la ciudad, país o lo que sea, al sumun de la corrupción y las diferencias sociales… golpe en la cara. Bane es maquiavélico, pero no es el todo, si no una parte del objeto real que se oculta a los ojos de aquellos que asistimos al hundimiento de Batman y a su necesario y obligado resurgir en esta película a disfrutar que se titula El caballero oscuro: la leyenda renace (The Dark Knight Rises, 2012).

Nuevamente genial
Nuevamente genial

Han pasado 8 años de los acontecimientos ocurridos en Gotham donde Batman (Christian Bale) decidiera asumir, con el apoyo del ahora Comisario Gordon (Gary Oldman), los crímenes y muerte del perturbado Harvey "Dos Caras" Dent. En este tiempo no solo Batman ha desaparecido, Bruce Wayne, incapaz de concebir ilusión alguna en la ciudad que le vio crecer, permanece oculto en su mansión familiar al modo fantasma de la ópera mientras en el exterior apoya de forma altruista investigaciones, fundaciones, etc. Pero todo volverá a la "normalidad" cuando Bane, un destructivo terrorista, hace acto de presencia en Gotham con un plan maestro para enfrentar a la ciudadanía, acabar con la policía, y dejar la ciudad sumida en un caótico invierno apocalíptico cercano al fin del mundo. En este momento se comenzará a escribir el tortuoso capítulo final de Batman

El caballero oscuro: la leyenda renace se nos presenta como punto final a una trilogía donde el nivel fílmico ha sido sencillamente espectacular. Como cierre es un disfrute en toda regla, más si tenemos en cuenta que las cerca de tres horas que dura la película entran sin pausa ni dolor gracias al fastuoso derroche de grandiosidad mainstream que Nolan y su equipo técnico han programado para este adiós. Lo malo sin embargo de este tipo de aventuras es que uno siempre tomará como referencia a sus iguales, así en este caso tener al lado el imponente arranque que resultó Batman Begins y la atronadora secuela que fue El caballero oscuro, dejan a esta conclusión un peldaño por debajo de sus predecesoras aunque no por ello denota bajada de calidad. Al contrario, resulta igualmente entretenida pese a unas cuantas licencias, obligadas y necesarias, que otorgan de imparable ritmo al conjunto global que se puede ver en cines. Además, el film ofrece al espectador detalles interesantes como la presencia de una posible compañera de fatigas, de dudosos principios, como es Selina Kyle, interesante Anne Hathaway que renueva con nota alta el factor femenino de la saga, o de una renovación policial, y algo más, en el personaje de Blake, correcto complemento para las andanzas policiales de Gordon y que encarna Joseph Gordon-Levitt. El resto es más nolanización del personaje sumado a mensaje referencial al primer mundo que nos está tocando vivir. Además, película con un epílogo que saca jugo de buenos detalles de la historia en viñeta del personaje, un buen guiño de Nolan a un futuro incierto que sin su visión generará dudas hasta que podamos ver, espero que dentro de mucho, nuevas aventuras cinematográficas de Batman.

En definitiva, sobresaliente cierre a una mejor trilogía. ¿Y a vosotros qué os ha parecido?

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Hacía mucho tiempo que no iba al cine. Creo recordar que desde principios de junio, estrenos menores en ciudades pequeñas implican que te quedas con las ganas, no he tenido oportunidad de volver a una sala a ver una película en pantalla grande. Por eso ayer acudí a ver The Amazing Spider-Man (2012) de Marc Webb con cierto interés, y esperando una renovación de la saga del trepamuros arácnido adaptada a los tiempos que corren y las nuevas tendencias. Antes de seguir leyendo he de decir que no conozco la versión comiquera ultimate del personaje, nunca me llamó la atención aunque entiendo que es mucho más teenager nuevo milenio y puede que con otras inquietudes cercanas al momento de su publicación. Por ello la impresión tras ver el retorno de Spider-Man en manos de Sony ha sido ciertamente desmotivante. Es lógico de todas formas que si planeas un reboot lo que vengas a contar, y más en este caso de historias con origen catártico, te acabe sonando a repetición incesante. Si uno se abstrae de este incómodo detalle, en The Amazing Spider-Man se ve intención de dar una vuelta a ese aspecto pero acaban innovando cero patatero, al final lo que descubres vuelve a sonarte a viejo y poco elaborado. Aun así The Amazing Spider-Man consigue tejer una base interesante para su narración optando por una versión más atormentada o rebelde de Peter Parker, bien por la versión encarnada por Andrew Gardfield. Nuestro héroe es bastante opuesto a concepciones previas. Es inconformista, está lastrado por su pasado, se enfrenta a sus miedos sin tapujos (aunque con resultados adversos), y oculta sus secretos de una forma bastante más dolorosa y realista… una de esas tendencias que triunfan en esta última década. Pero la duda que me asalta es la siguiente. Todos estos positivos valores a explotar, sumados a la parafernalia comiquera y la carga de acción, efectos visuales y personajes icónicos, ¿es material propio para un director como Marc Webb? Pues visto The Amazing Spider-Man tengo serias dudas.

Uno de los muchos carteles de The Amazing Spider-Man
Uno de los muchos carteles de The Amazing Spider-Man

Peter Parker (Andrew Gardfield) es un joven normal, de un barrio normal que estudia en un instituto normal. Si bien su pasado se viste de incomprendido abandono de sus padres en casa de sus tíos Ben (Martin Sheen) y May (Sally Field), la vida de Peter transcurre en apacible monotonía. Pese a destacar en sus estudios sobre sus compañeros, sufre del habitual maltrato del abusón de la clase al tiempo que es transparente para el factor femenino del instituto. O eso cree el hasta que conoce a Gwen Stavy (Emma Stone). Pero su vida dará un verdadero giro cuando descubra un polvoriento maletín dejado por su padre que le acabará llevando a la torre Oscorp y a contactar con el investigador que colaboraba con él en ciertos proyectos de genética. Una picadura de araña, el asesinato de su tío Ben a manos de un maleante de tres al cuarto, una extraña fórmula y el cruce de las vidas del doctor Curt Connors (Rhys Iffans) y Peter Parker, servirá de punto de inflexión para el nacimiento de Spider-Man… y de la criatura conocida como El Lagarto.

Algo que curiosamente me ha sorprendido es que pese a las notables carencias de ritmo en la narración, el metraje se diluye por momentos en historias de diferente calado emocional como la relación entre Peter Parker / Gwen Stacy / Capitán Stacy (Denis Leary) o la del primero con sus tío Ben y May, al final el resultado no es de los que provocan somnolencia. Es llamativo y positivo, pero en estas dos horas y cuarto de metraje la alternancia de elementos de transición con los de comedia y acción logran mantener el interés aunque estés deseando pasar página en instantes puntuales. Podría decirse que al final uno asiste a un film de claros altibajos que se compensan para acabar resultando en una película convencional, pasable pero tampoco para echar cohetes. Además, sumemos de todo un poco y hablemos de aspectos más técnicos. Por ejemplo, ¿qué ha pretendido un nada agraciado James Horner con una banda sonora que suena a brutalmente trillada? Cualquier posible valor a sumar en cuanto a inventiva y creación de una fanfarria significativa queda tirada por los suelos en una composición que pisa sin miramientos retazos de algunas de sus piezas más reconocibles. Luego el aspecto técnico de los efectos visuales. Hay que reconocer que es todo sobresaliente, esas escenas en primera persona valen lo suyo, lo mismo que trasladar al cine las imposibles poses comiqueras que tanto molan. Pero algo falla y el carisma de un villano como El Lagarto no es que sea lo más destacable debido al diseño final que han elegido. Entiendo que hay que defender como notable esta versión Steve Ditko del personaje, que ciertamente está bien, pero si apuestas por una versión más ultimate de Spider-Man, ¿qué impedía enfocar al Lagarto hacia esa tendencia?

En fin, entretiene pero poco más. Además, primer episodio de un total de tres con escena en medio de los créditos. Lo que si, para nada una escena a valorar en comparación con las que nos suelta Marvel Studios y sus proyectos. Personalmente no me ha aclarado nada y me ha dejado medio indiferente.

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Este pasado viernes estrenaron el film que pone fin a esa batalla surgida el año pasado por triunfar en la taquilla mundial contando el popular cuento de hadas de "Blancanieves" de los Hermanos Grimm. Tras la comedia Blancanieves (Mirror Mirror, 2012) de Tarsem Singh, opción arriesgada pero cumplidora al fin y al cabo, era el turno de Universal Pictures y su propuesta épica oscura titulada Blancanieves y la leyenda del cazador (Snow White and the Huntsman, 2012) del debutante Rupert Sanders. Un enfoque diametralmente opuesto al de su competidora, el proyecto de Universal partía con la gran ventaja de contar con un reparto más cautivador y actual al que debía sumar ese enfoque épico que aseguraba no solo atraer a un público objetivo claramente definido, si no que acabaría por llamar igualmente a otro espectro de espectadores que igual dudaba con no acudir al cine. Lo que está claro es que la fórmula ha funcionado y en este primer fin de semana de proyección la visión de Universal ha logrado amasar cerca de 100 millones, una cifra a tener en cuenta pese a que tiene que lograr hacerse con unos 300 para acabar siendo rentable. No obstante Blancanieves y la leyenda del cazador se queda en un punto medio porque, aunque por un lado cumple sobradamente con un libreto reformado y acertado del cuento clásico escrito a seis manos por Evan Daugherty – el padre de la historia -, John Lee Hancock y Hossein Amini, aquí el responsable de la adaptación de la magnífica Drive (2011), hay momentos en los cuales el reparto no acaba por cuajar sus mejores trabajos. Eso si, lo que podría ser un empate técnico se inclina un poco más a favor de lo aceptable gracias a una dirección artística sobresaliente donde han sido reunidos Andrew Ackland-Snow, Alastair Bullock, John Frankish, Oliver Goodier, Stuart Rose y David Warren… sumando sus trabajos estamos ante el mejor Hollywood en este aspecto técnico de la última década. Y así estamos, tiene cosas a favor y otras en contra. Un buen guión pero unas interpretaciones que no acaban de convencer. Sigo sin ver cuajar en grandes producciones a la buena de Kristen Stewart, Charlize Theron tampoco es que ofrezca su mejor versión, y lo de Chris Hemsworth o Sam Caflin… pues eso… en su línea, sobre todo el primero.

Cartel español de Blancanieves y la leyenda del cazador
Cartel español de Blancanieves y la leyenda del cazador

La joven princesa Blancanieves ve como el reino de su padre poco a poco se desvanece tras el fallecimiento de su madre. Con la aparición de la bella Ravenna (Charlize Theron) todo parece que va a cambiar para mejor, pero en la noche de bodas un golpe maestro de esta acaba con el fin del reinado de Magnus y con Blancanieves encerrada en una de las torres del castillo. Muchos años después la joven (Kristen Stewart) logra escapar de su encierro y se oculta en el bosque oscuro. Ravenna , advertida por el espejo mágico de que la belleza de Blancanieves es su talón de Aquiles, obliga al borracho cazador Eric (Chris Hemsworth) para que encuentre y acabe con la joven pero el tiro le acabará saliendo por la culata. Blancanieves es más que una cara bonita y luchará hasta el final con tal de acabar con el siniestro reinado de Ravenna.

Pese a la épica que contiene, y lo verdaderamente oscuro y siniestro en que se ha tornado el cuento, Blancanieves y la leyenda del cazador no termina por asentarse como debería. No todo entra por los ojos, aunque se agradece, y lo que por fin cumple, la historia vale la pena, el reparto no lo logra aprovechar y algunas situaciones resultan grotescas. Además, sorprende, y mucho, la relevancia que tiene un personaje como Finn (Sam Spruell)… diría que incluso más que la propia Theron, algo que lastra sobremanera la composición final. Tampoco ayuda lo poco serio que queda el grupo de enanos, fluctuando entre lo cómico absurdo y lo profundamente serio y trascendente. Lo que sin embargo resulta curioso, aunque extraño a la vista, es la opción de transformación que se ha hecho sobre el elenco de actores elegidos. El montaje realizado es francamente confuso. Ah, y el único punto sobre el que se puede achacar falta de originalidad al trabajo de Daugherty, Hancock y Amini, son todos esos momentos donde Blancanieves y la leyenda del cazador recuerda demasiado a otras grandes historias ya narradas… se podría considerar el film como un rip-off de la versión cinematográfica de "El Señor de los Anillos", hay momentos en los que Caflin recuerda demasiado a Legolas e incluso te planteas a modo jocoso que en cierto instante se crucen en el paso de Caradhras con Gandalf y compañía, por no decir ese plagio a La Princesa Mononoke (Mononoke-hime, 1997) que mete auténtico miedo. ¿Han pagado royalties?

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Este pasado viernes acudí con muchos temores al cine con intención de ver Hombre de Negro 3 (Men in Black 3, 2012) de Barry Sonnenfeld, el regreso a la gran pantalla, tras una década de descanso, de una de esas franquicias comiqueras y de ciencia ficción que arrancaron como mejor se podía haber hecho, pero que en su segunda parte perdió toda la confianza ganada en aquel ya lejano 1997. Pero lo que es verdad es que mis temores se tornaron en felicidad cuando para mi sorpresa descubrí en este tercer episodio de la franquicia una película notable y entretenida en muchos de sus aspectos. Bastante fresca, una historia divertida con un villano sobresaliente encarnado por Jemaine Clement, los mejores efectos especiales prostéticos vistos en este milenio y una genial química entre un cada vez más talludito Will Smith y un mimético Josh Brolin que toma el relevo temporal a un muy gastado y parece que obligado Tommy Lee Jones. Vale que no vienen a inventar la rueda, y se sabe que es un proyecto gestado por Smith para recuperarse tras unos cuantos años desaparecido de la gran pantalla dedicado mucho más a temas de producción y promoción de su hijo. Pero pese a eso, y a que en algunos momento la película sufre de parones que buscan más el punto melancólico de la historia que el puro divertimento, Hombre de Negro 3 cumple con creces haciendo olvidar aquel desastroso Hombres de Negro 2 (Men in Black 2, 2002). De hecho diría que roza el punto de calidad de su primera parte, sobre todo cuando nos referimos al momento 1969 donde la versión anciana de K desaparece del mejunje.

Uno de los carteles de Hombre de Negro 3
Uno de los carteles de Hombre de Negro 3

El peligroso criminal boglodita Boris "El Animal" (Jemaine Clement) se fuga de su encierro en una prisión lunar y decide viajar en el tiempo para así hacer un ajuste en la línea temporal que vivimos en estos momentos. Ayudando a su yo del pasado podrá acabar con el agente K (Josh Brolin) y así eliminarlo de la ecuación del futuro, chao K (Tommy Lee Jones). El efecto además servirá para que el fin de la Tierra se produzca más rápido de lo que desearíamos. El agente J (Will Smith) deberá seguir a Boris al pasado y viajar al año 1969 donde, de paso, tendrá que volver a convencer a su en un futuro compañero K para intentar resolver el entuerto que pretende provocar Boris.

Un lío divertido donde destaca sobremanera el espectáculo visual gestado por el impagable maestro del maquillaje prostético Rick Baker y su equipo creativo, donde puedo confirmar que tenemos a un español como Arturo Balseiro colaborando en modo diseño de alguno de los extraterrestres que se ven. Ya solo por eso vale la pena echar un vistazo al film, criaturas imposibles, homenaje en toda regla, bendito viaje al pasado, a todas esas imaginativos invasores que llenaron la pantalla en las eras más gloriosas de la ciencia ficción pulp. Una demostración de que los efectos clásicos siguen aportando valor a una película donde sin embargo el desarrollo digital no destaca tanto, y cuando lo hace no es que sea para nota. Junto a esto la obligada fanfarria de Danny Elfman y el retorno de medio equipo técnico que ya trabajara con Sonnenfeld en el 1997, Bo Welch por ejemplo. Un guión solvente escrito por Etan Cohen, uno de los maestrillos de la comedia en la última década de Hollywood gracias a su irreverente Tropic Thunder: ¡Una guerra muy perra! (Tropic Thunder, 2008), y en definitiva un producto válido que completa, y personalmente cierra, una franquicia que poco más podrá ofrecer si no opta por pasar de Smith, le gusta, y Jones, se le nota francamente cansado y gastado. Ah, y no puedo despedirme sin comentar el fabuloso momento Andy Warhol (Bill Hader) o la siempre divertida pantalla de la base de los Hombres de Negro, nuevamente esos famosos que les toca ser extraterrestres… algunos pueden pasar por ellos sin dudarlo.

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