Sáb 24 May 2008
Nueves horas y media después de levantarme de la butaca me siento en una silla delante de la pantalla para intentar comentar que me ha parecido el retorno del aventurero por excelencia a las salas de cine mundiales. Tras acudir hace 19 años a ver Indiana Jones y la última cruzada (1989), me reuní con un grupo de amigos para disfrutar de Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal (2008) y la sensación general de los 5 fue que el retorno de Henry Jones Jr. (Harrison Ford) es francamente entretenido pero, triste decirlo, decepcionante. Aunque bueno, ya lo avisaba todo el mundo: cine de aventuras como la copa de un pino, Indiana Jones en estado puro y cero de aporte.
El giro que George Lucas ha querido dar al icónico personaje que creó junto a Philip Kaufman a principios del los años ochenta no ha sido del todo acertado. No se al resto, pero después de crecer entendiendo que el Dr. Jones era un arqueólogo duro como una piedra, el verte inmerso en una película de tono ciencia ficción te deja un poco perplejo. Además, supongo que una gran influencia en el nivel de entretenimiento vendrá dado por el conocimiento que haya sobre el tema tratado y, sobre todo, su punto de credibilidad. Si bien la investigación sobre objetos del judaísmo y cristianismo en En busca del arca perdida (1981) o La última cruzada acercan más el interés del espectador por su conocimiento, debido en muchos casos a haber estudiado los mismos, tanto el tema del culto a Shiva de Indiana Jones y el templo maldito (1984) como esto de los mayas, El Dorado y las calaveras de cristal suenan bastante más lejano. Peor es si abandonas del todo el punto "arqueólogo aventurero" y apuestas por una trama de ciencia ficción con un cráneo de cristal de forma extraterrestre…
Tema aparte es la historia contada y como se planeta, un poco dispersa y poco trabajada, donde el desbarajuste y la razón de las cosas no son del todo explicadas. Además, da la sensación de la investigación a la que nos tenía acostumbrados Indiana Jones se queda esta vez ahí colgada y se apuesta más por la resolución rápida y sin dificultades que hacen que todo parezca más en plan tira millas y escurramos pronto el bulto. El film ofrece lagunas que sería un poco más interesante que se hubieran parado sobre ellas, por ejemplo, ¿a qué ha dedicado Indiana Jones su tiempo durante los últimos 19 años? Pues en 2 minutos de conversación te lo pretenden clarificar y, francamente, te rompen los esquemas. ¿Quién narices es Mac (Ray Winstone)?, pues vista la confianza que tiene con el Dr. Jones un intento de sustituto de Sallah (John Rhys-Davies) que no llega a cuajar en ningún momento. Otro tema que vale la pena apuntar de la historia es el poco aprovechado uso de los comunistas rusos enviados por Stalin. Di tu que su inclusión está totalmente justificada por ser la época que es y por la ferviente hola de patriotismo que hubo en USA cuando la caza de brujas. Pero el poderío que desprendían los Nazis era increíble y su presencia mundial en la historia les hace ser un enemigo casi insuperable. En este caso tenemos a un grupo de militares soviéticos infiltrado en territorio norteamericano que toman el testigo del Tercer Reich intentando emular su maldad sin apenas conseguirlo. Esa Irina Spalko (Cate Blanchett) no se come un rosco en maldad ante la trasmitida por personajes de la talla de Belloq (Paul Freeman), Toht (Ronald Lacey), Elsa Schneider (Alison Doody) o Vogel (Michael Byrne).
Dejando de lado el punto argumento y aventura hay que indicar que el trabajo de Steven Spielberg cumple como debe ser, aunque tanta promesa por parte de George Lucas de "película al estilo de la vieja escuela" y resulta que la sobrecarga de efectos digitales que se han gastado no tiene perdón. Es de agradecer de todas formas el gran esfuerzo tomado para el rodaje de la gran mayoría de las secuencias apostando por sets construidos donde todo parece mucho más físico, ese cementerio de Perú, ese Área 51, etc. En cuanto al uso de efectos no quiero desvelar nada pero la secuencia de Jones en el pueblo experimental del desierto de Nevada es, por lo menos, patética. Vale que Indiana Jones nunca ha querido ser realista pero, quitando los temas místicos y fantasiosos de cosas como arcas del alianza, piedras mágicas o cálices de la vida eterna, todas las acciones tomadas por el aventurero tenían cierta aceptación dentro del conjunto de cosas que pueden ser realizadas por alguien curtido en mil batallas. Luego el aporte se modera en cuanto a espectacularidad navegando por lo habitual del universo Jones, persecuciones en coche por la selva amazónica, viajes en anfibio por los ríos de la zona, artilugios imponentes que se activan al resolver enigmas, peleas que suenan como antaño, tiroteos a mansalva, etc. Pero vamos, que hay CGI para dar y tomar y algunas opciones a nivel de guión podían haber sido solventadas con apuestas más lógicas y moderadas… todavía sigo alucinando con la secuencia de Mutt Williams (Shia LaBeouf) y los monos tití… ¿posible guiño como indicó ayer Anderton?
Del reparto pues en su línea. Los años no perdonan a nadie y Harrison Ford ya tiene los suyos. Como bien indican en otros lugares hay ausencias insustituibles por sus tablas y por lo realmente importantes que han sido en el mundo que gira entorno a Indiana Jones. Una de ellas es la de Marcus Brody (Denholm Elliott), aquí sustituido en su papel de jefe universitario por un nuevo profesor llamado Charles Stanforth (Jim Broadbent) que no termina de resultar. Lo mismo ocurre con Oxley (John Hurt) o Mac, no llenan el espacio y carisma dejado por Sallah. El retorno de Marion Ravenwood (Karen Allen) está lógicamente justificado y su química con Jones de hace casi 20 años se mantiene pero más vetustos ambos personajes. Mutt Williams por su parte resulta curioso y aporta, se ve que Lucas tiene intenciones sobre su personaje, algunos de los momentos más cómicos de la película. Aunque transita un poco dando el do de pecho a Indiana Jones cuando se requiere algo de actividad física, este uso de un personaje joven en mucho más acertado que el de Tapón (Jonathan Ke Quan) en El Templo Maldito.
En definitiva. Como ya se sabía, pues eso, probablemente la tercera o cuarta en calidad dentro de la magnífica saga. Es francamente entretenida, las dos horas y cuarto que dura ni la notas, y recomendable para ver y pasar un buen rato con los amigos recordando viejos tiempos del mejor cine de aventuras que te puedes llevar a la boca. Fuera de ahí no debemos pedirle peras al olmo y viene a ¿sellar? un final que debió haber llegado hace muchos años.