Opinión


Si uno quiere pasar un rato simpático viendo una peli de terror a lomos de mucho humor negro y un motón de homenajes al cine de terror y sus variopintas disciplinas, nada mejor que echar un vistazo a la divertida Vicious Fun, film pergeñado por Cody Calahan, director que ya estuvo en Sitges presentando la normalita Antisocial en el 2013, y que nos introduce en una historia diferente.

Joel, el protagonista de Vicious Fun
Joel, el protagonista de Vicious Fun

Escrita por el debutante James Villeneuve, supongo que nada que ver, nos introduce en la historia de Joel, Evan Marsh (¡Shazam!), un ácido crítico de cine, podría pasar por blogger, especializado en el género de terror que, por avatares de la vida, acaba en medio de un grupo de terapia para asesinos en serie. Este es el original punto de partida de Vicious Fun, y desde este instante el bueno de Joel tendrá que apañárselas como puede para plantar cara al grupo de matarifes encarnados por Ari Millen, Julian Richings (El hombre de acero), Robert Maillet (el gigante de Pacific Rim o "The Strain") y Sean Baek ("Killjoys"), contando con la ayuda de Carrie, Amber Goldfarb ("Helix"), una del clan que tiene mucho más que decir. Ah, y en medio del fregado el siempre molón David Koechner (Cheap Thrills, Piraña 2 3D o Krampus: Maldita Navidad). Resulta que Vicious Fun se mueve a ritmo electro, con mucho aroma años 80 y luces de neon, Calahan y Villeneuve se sacan de la manga un buen paquete de referencias a iconos del género como la saga Viernes 13, obras de culto como American Psycho, o revistas míticas como Fangoria, todo regado con generosas dosis de hemoglobina, algún que otro miembro amputado y mucho absurdo por minuto. Muy recomendable.

Genial cartel de Vicious Fun
Genial cartel de Vicious Fun

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Una de esas que prometían entretener durante la celebración del Festival de Sitges era Península (Train to Busan 2: Peninsula), secuela a lo apocalipsis zombie definitivo de la muy entretenida y original Train to Busan (Busanhaeng)… ambas de Sang-ho Yeon.

Pero todo lo que fue Tren a Busán hace unos años es justo todo lo que no es esta su secuela Península. Personalidad propia tiene, como elemento mezclador durante sus cerca de dos horas de estilos tan diversos como persecuciones a lo Fast and Furious, un rescate survival cercano al disfrutado en 1997: Rescate en Nueva York (Escape from New York), una sobrecarga de zombis como las imperativas de Guerra Mundial Z (World War Z), bandas de matones en el páramo a lo Mad Max: más allá de la Cúpula del Trueno (Mad Max Beyond Thunderdome) y drama… mucho drama al son de piano, guitarra española y violín del que genera empatía cero (y más con ese guión de corta pega que ni con cola). Pero claro, es sabido que no todo en el campo de los zombis es orégano, y poco ayuda también el reparto de esta secuela, que reconozcámoslo tampoco es que destaque como sí lo hicieron Dong-seok Ma o Yoo Gong en aquel escalofriante y agónico viaje a Busán. Península entretiene más o menos, aburre otro tanto, y se pasa dramatizando hasta el extremo un tercer acto que hace perder toda esperanza de que podamos ver un nuevo viaje al infierno apocalíptico en el que han convertido esa Corea. Pone nervioso su protagonista, el permanentemente triste Gang Dong-won (Illand: La brigada del lobo). En fin, vista una vez… nunca más.

Peninsula #1
Uno de los carteles de Península

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Cuando uno se sienta a ver El diablo a todas horas (The Devil All the Time), adaptación al cine de una obra de Donald Ray Pollock, debe ser consciente de lo que va a ver. Resulta que Pollock es especialista en explotar lo más sucio y siniestro de aquello que traslada a escrito. Ocurre con "Knockemstiff", su primera obra, un compendio de infectos relatos cortos con Knockemstiff, lugar donde nació y se crió él mismo, como centro de lo que se cuenta, y ocurre por lo tanto con "El diablo a todas horas", en este caso el perturbador y triste viaje vital de Arvin Russell. La adaptación a cine de su última obra referente supura negatividad de principio a fin, el agónico relato nos traslada a un lugar perdido de Ohio, uno donde lo mejor es no saber donde queda ni como se podría llegar.

Arvin Russell, sufridor nato
Arvin Russell, sufridor nato

Para rizar el rizo de lo malsano, a los mandos tenemos a Antonio Campos… director curiosamente idóneo para este trabajo (es además el encargado de la adaptación). ¿Pero por qué? El bueno de Campos es el productor de la sectaria Martha Marcy May Marlene, pero también el director de la excelente primera temporada de la no poco grotesca "The Sinner". ¿Más razones para entender esta idoneidad? La carrera de Campos como cineasta deja claro que sabe cómo mostrar sumideros sociales donde lo controvertido y desmoralizante predomina. De sus manos han salido Simon Killer y Afterschool.

En fin, El diablo a todas horas es una historia nauseabunda, plagada de auténticos monstruos donde pululan retorcidos asesinos en serie aficionados a la fotografía, párrocos que se creen su divinidad mientras otros la usan para sacar provecho de las más jóvenes de ese lugar sin nombre. Sumad familias tristes destrozadas, policías corruptos, muertes de todo tipo, crueles asesinatos, y mediocridad por todas partes. Para más inri, los destinos de todos aquellos que participan en la historia están entrelazados, lo que hace la adaptación si cabe más interesante. Para dar forma a este universo de moral cochambrosa, la película cuenta con un elenco de actores sencillamente espectacular… que si Robert Pattinson, que si Tom Holland, gente como Bill Skarsgård, Mia Wasikowska o Jason Clarke, acompañados todos por Sebastian Stan, Riley Keough, Haley Bennett, Harry Melling o Mia Goth. ¡Menudo derroche!

En fin, no se me entienda mal ya que lógicamente hay más que evidentes diferencias, pero la sensación que a uno se le queda tras ver El diablo a todas horas está en un nivel previo, pero no extremadamente distante, de cómo te quedas tras ver La carretera (The Road), esta vez adaptación de la hipernegativa obra de Cormac McCarthy. Vale la pena verla y darse cuenta de que si todo puede salir mal saldrá mal… desde el minuto cero hasta el último instante de esta película que deja claro que el diablo es el verdadero protagonista.

Cartel de El diablo a todas horas
Cartel de El diablo a todas horas

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Virtuoso, siempre sorprendente y arriesgado. Así es Christopher Nolan. Habiendo pasado un par de días desde el estreno de Tenet, su nueva grandilocuente aportación al mundo del cine, es momento de buscar un pequeño hueco para hablar de este fabuloso film.

En esta ocasión el director británico ha puesto sobre la mesa una historia con base clásica, a bote pronto una película de espionaje, pero adornada con los intensos niveles de grandiosidad que dignifican todo lo que protagoniza el James Bond más pulp. En Tenet tenemos los factores propios de muchos de los films protagonizados por el archifamoso agente secreto británico: desde una misión más allá de lo imaginable, con un impacto que tendrá efecto a nivel mundial / global, y hasta un villano megalómano, genocida y con el ego más grande jamás imaginado, que ya de paso ejerce su vileza sobre todo lo que le rodea, además de martirizar a una también merecida "Chica Bond", que mira tú por donde es su mujer. Si es que en Tenet se ven sombras de Maximilian Largo (Klaus Maria Brandauer) en el papel de Kenneth Branagh, y de Domino Petachi (Kim Basinger) en el encarnado por Elizabeth Debicki… sólo queda pensar que su director es en realidad el mismísimo Blofeld para cuadrar el círculo. Maravilloso.

El tema aquí es que Nolan propone y mejora, aplicando su prodigiosa capacidad de imaginación científica, su poliédrica mente, para así crear un viaje único, una maraña impagable, un lío de narices y, sin dudarlo, el más difícil todavía. Christopher Nolan se saca la chorra y construye un guión plagado de trucos, repleto de matices, giros e inesperadas sorpresas, uno que sirve para dar sentido a ese palíndromo elegido como título… Tenet. Da igual como lo leas, y seguramente dará igual como la veas, Tenet es marca de la casa, historia laberíntica para disfrutar en estos tiempos de agobio que nos está tocando lidiar. Poco más se puede contar sin entrar en el siempre peligroso y no deseado territorio de los spoilers. Vale la pena comentar que Tenet es una propuesta inmensa de principio a fin, desde su abrumador comienzo, donde no dudaría en recordar otra escena escandalosamente acojonante de este director como es el arranque de El caballero oscuro: La leyenda renace (The Dark Knight Rises), ese golpe en la mesa que daba Bane (Tom Hardy) desmontando un avión en pleno vuelo, hasta su apoteósico final, nuevo reflejo del cine que Christopher Nolan nos está proponiendo realmente entre tanta teoría cuántica y entropía… en Tenet uno vuelve a ver Bond, joda a quien joda, y sin ir más lejos a Sólo se vive dos veces (You Only Live Twice).

Los ingredientes que completan esta gran propuesta de entretenimiento y disfrute son un reparto que encabezan John David Washington y Robert Pattinson. El primero creciente estrella, el segundo asentado ya con grandes papeles en Cosmopolis y Maps to the Stars de David Cronenberg, The Rover y The King de David Michôd, Life de Anton Corbijn, High Life de Claire Denis o la reciente The Lighthouse de Robert Eggers. Les acompaña el ya mencionado Brannagh encarnando a Andrei Sator, y la Debicki, amén de un irreconocible Aaron Taylor-Johnson o un muy mayor Michael Caine. En fin, Tenet es obligada, es otra que quedará para el eterno recuerdo de cómo hacer cine simple pero rizando el rizo, liándola parda y sacando músculo a lo más difícil todavía.

Uno de los póster de Tenet, gíralo y verás lo mismo
Uno de los póster de Tenet, gíralo y verás lo mismo

Ah, y esta vez no está Hans Zimmer haciendo la banda sonora. El reto ha caído sobre los hombros de Ludwig Göransson, ganador de un Oscar por Black Panther, y padre de lo que suena cuando disfrutamos de "The Mandalorian".

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A falta de estrenos y aprovechando el 35 aniversario de su primer pase en cines, sigo haciendo un breve repaso a varios clásicos de la serie B de todos los tiempos. Esta vez toca revisar un film mítico, escrito y dirigido por Dan O’Bannon, y pretendida secuela directa del no menos clásico de George A. Romero, La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead). Es hora de escribir sobre El regreso de los muertos vivientes (The Return of the Living Dead), locura de mediados de los 80 que en forma cómico-seria propuso un what if muy divertido, punk y adelantado a su tiempo que, como no podía ser menos, ocupa un lugar destacado en el universo de los muertos vivientes de todos los tiempos.

Tarman, pieza clave en El regreso de los muertos vivientes
Tarman, pieza clave en El regreso de los muertos vivientes

Muchos detalles son los que establecen la grandeza de esta comedia punk repleta de humor negro y macabro. El regreso de los muertos vivientes es por ejemplo la primera película que introdujo la idea ya afianzada en el acervo pulp de que los zombis se pirran por los cerebros, y no tanto carne humana como definiera George A. Romero en su saga. Además, otro importante factor a tener en cuenta, los zombis introducidos por O’Bannon fueron los primeros en darse prisa, vamos, que corrían que se las pelaban (idea largo explotada con soltura por Zack Snyder o Danny Boyle por poner un ejemplo). De regalo la idea más original de todas ellas, y nunca tenida en cuenta hasta varios años después por el maestro Romero, los zombis de El regreso de los muertos vivientes tienen atisbos de inteligencia, por lo que hablan / farfullan y son capaces de engañar para conseguir más… cerebros. El colofón lo marca la aparente cuasi inmortalidad de estos zombis ya que el clásico disparo en la cabeza no los mata, y siguen erre que erre hasta que los reduces a cenizas, siendo en este estado más peligrosos si cabe… actúan como elemento contaminante catártico para el despertar de los muertos.

Mucha historia hay tras este striptease de Linnea Quigley
Mucha historia hay tras este striptease de Linnea Quigley

La noche de los muertos vivientes contó además con el diseño de producción de William Stout, espectacular su trabajo en este film y en Masters del Universo (Masters of the Universe) además de sus colaboraciones en Conan el bárbaro (Conan The Barbarian) o Invasores de Marte (Invaders from Mars). A nivel reparto, pues un elenco para el recuerdo donde destacan los veteranos Clu Gulager, James Karen y sobre todo Don Calfa… sin olvidar el striptease en el cementerio de la Scream Queen por excelencia Linnea Quigley. De regalo el film tuvo a su disposición una notable banda sonora con temas de grupos deathrock y punk destacando sobre todos el tema central compuesto por Matt Clifford y Francis Haines.

Clu Gulager, James Karen y Thom Mathews... que narices habéis hecho
Clu Gulager, James Karen y Thom Mathews… que narices habéis hecho

Hay que recordar que O’Bannon fue un tipo curioso, polémico, discutible, de moral disoluta, pero al tiempo un narrador insustituible. De sus manos salieron films seminales como Alien, el octavo pasajero (Alien), magistral punto de partida de una saga cinematográfica que supuso un antes y un después a la ciencia ficción y el terror moderno coescrita junto a Ronald Shusset, o Desafío total (Total Recall), coescrita de nuevo junto a su amigo Shusset y Gary Goldman, y obra maestra dentro de la historia del cine y adaptación hiperviolenta del relato de Phillip K. Dick. De sus manos también surgieron inicios de carrera como la de John Carpenter con Estrella oscura (Dark Star), película en la que O’Bannon actuó y supervisó efectos visuales. Si bien eligió el camino de la escritura de guiones, fue uno de los técnicos de efectos visuales de los albores de Star Wars, otras obras representativas de los años 80 fueron adaptadas / creadas por él como Muertos y enterrados (Dead & Buried), los segmentos "Soft Landing" y "B-17" de la obra maestra de la animación Heavy Metal, y otra maravilla de la ciencia ficción vampírico espacial como es Lifeforce: Fuerza vital (Lifeforce), adaptación de una obra de Colin Wilson. Si uno hace un repaso a su carrera los 70 y 80 fueron sus años, si bien como en todas partes hay otras propuestas menores de no tanto intereés pero igualmente rescatables: El trueno azul (Blue Thunder) de John Badham, Invasores de Marte (Invarders from Mars), la también adaptación de una obra de Dick Asesinos cibernéticos (Screamers)m o la propuesta canadiense de adaptación, no declarada, de H.P. Lovecraft como es Hemoglobina (Bleeders).

Don Calfa, el doctor Ernie Kaltenbrunner... flipando
Don Calfa, el doctor Ernie Kaltenbrunner… flipando

Para terminar indicar que la idea del film, el concepto en el que se basa, sale de una novela escrita por John Russo del mismo título. Russo la escribió cuando diversas discrepancias le separaron del camino iniciado junto a George A. Romero, había co-escrito con este La noche de los muertos vivientes en 1968. Esta separación hizo que Russo pudiera crear sus propias historias con la coletilla "…of the Living Dead", mientras que Romero mantuvo el derecho de crear con la suya propia "…of the Dead" a secas (Dawn of the Dead, Day of the Dead, Land of the Dead, Diary of the Dead…). En fin, El regreso de los muertos vivientes es una delicia repleta de ideas únicas, y unos efectos especiales brutales con aportaciones ya míticas como la del zombi Tarman encarnado por Allan Trautman.

El maravilloso cartel de El regreso de los muertos vivientes, dio para su propia saga
El maravilloso cartel de El regreso de los muertos vivientes, dio para su propia saga

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Seguimos sin estrenos en sala de cine, y a falta de estos uno tiene que echar mano de otros medios como en este caso, la todo poderosa Netflix. Como ya estaréis todos al tanto, se ha estrenado este pasado viernes La viega guardia (The Old Guard), irregular adaptación de la homónima obra comiquera de Greg Rucka, aquí también guionista, y Leandro Fernández.

El tema está así, Gina Prince-Bythewood, una directora que tampoco es que haya realizado nada loable salvo Beyond the Lights, donde estuvo acompañada por una potente Gugu Mbatha-Raw, se pone manos a la obra navegando entre dos aguas que de vez en cuando son grandes compañeras… ¿pero es este el caso? Por un lado tenemos acción a raudales, protagonizada por una serie de humanos inmortales que han vivido ocultos pero apoyando denodadamente siempre a causas que lo merecen. Por el otro, lo íntimo, personal y existencial, lo traumático y sufrido que es ser un inmortal, un ser que ha vivido cientos de años, viendo morir a sus amigos, a sus seres queridos, etc. A lo largo de unos demasiado extensos 125 minutos, disfrutamos de la gran Charlize Theron, poderosa siempre, entregada a su causa, sufridora número uno y mujer con tantas tablas que su presencia supura frialdad absoluta. Ella es el centro de la historia y sobre sus hombros se apoya la historia de Rucka y la dirección de Prince-Bythewood.

La vieja guardia como decía sigue el curso de dos ríos, y si bien en el de la acción va sobrado y es suficientemente disfrutable, el otro íntimo es un poco abrupto y no tan atrayente. Si quieres conocer el sufrimiento de un inmortal, pues échale un vistazo a Los Inmortales (Highlander) de Russel Mulcahy, film que si sabe explorar el lado más triste y agónico de ser inmortal. La vieja guardia ahonda mucho en los aspectos más íntimos de la vida eterna de todos los miembros de la unidad de choque, y ahí es donde se pierde. Tratan de que empatices con todos, pero al final no logras sentirte afectado por el sufrimiento que han padecido. Así conocemos los traumas de Booker (Matthias Schoenaerts), el verdadero amor / amistad que profesan la pareja Nicky (Luca Marinelli) y Joe (Marwan Kenzari). Lo que le espera a Nile (KiKi Layne), y, a toda velocidad, el por qué Andy (Theron) es tan fría en su forma de ser. La idea está, no se duda sobre ello, y en parte logra cuajar algo, pero es todo tan hiperactivo y descompensado que ni fu ni fa. Por ahí un desaprovechado Chiwetel Ejiofor, se supone que rascará más en la secuela cuando esta llegue, y un genial Harry Melling como el gran villano Merrick, un lobo con piel de cordero que busca el bien común pero a un precio digno del más macarra Torquemada.

En definitiva, pese a los saltos de fe (y no ya por la propia inmortalidad), los vacíos de un guión extenso y no bien aprovechado, La vieja guardia entretiene, se deja ver y sirve como film presentación para lo que Netflix está realmente buscando… un producto creciente. En este aspecto canta tanto que bien vale valorar si el resultado final hubiera sido otro si la intención no hubiera sido crear una franquicia. En ese aspecto es un poco producto falso.

El póster de La Vieja Guardia con Charlize Theron como centro de nuestra atención
El póster de La Vieja Guardia con Charlize Theron como centro de nuestra atención

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Ahora que llegan los fastos de junio en los que celebraremos la llegada del verano, y que coinciden con esa recomendable fiesta descubierta en la curiosa Midsommar de Ari Aster, toca recuperar una de las joyas percusoras del denominado folk horror. Hermana de esas otras dos obras simbólicas de este particular subgénero, La brujería a través de los tiempos (Häxan) y El hombre de mimbre (The Wicker Man), corría el año 1971 cuando Piers Haggard presentó La garra de Satán (The Blood on Satan’s Claw), historia escrita por Robert Wynne-Simmons con apuntes del propio Haggard, y que nos transporta a una época propicia para deleitarse con las dudas sobre tus vecinos merced a las impositivas creencias de aquellos tiempos. Para gloria de todos nosotros, en esta perversa y macabra historia, los ritos paganos, la brujería, y el mismísimo Satán campan a sus anchas y sirven de regocijo truculento de los alucinados espectadores.

Se ponen en marcha los acontecimientos de "La garra de Satán" y ya no hay vuelta atrás
Se ponen en marcha los acontecimientos de "La garra de Satán" y ya no hay vuelta atrás

La garra de Satán es un thriller de terror ambientado en la Inglaterra del siglo XVII, donde un inusitado hallazgo provoca que los niños y adolescentes del pueblo se transformen en los miembros más destacados de un aquelarre que adora al mismísimo diablo. El film de Piers Haggard nos introduce en una espiral de creciente perversidad desde su mismísimo inicio y que de forma descontrolada irá embaucándonos gracias también a la melódica composición musical de Marc Wilkinson, colaborador habitual del director. Sin lugar a dudas el elemento más destacado de la obra de Haggard no es otro que el uso de los niños como fuente del terror que se siembra en La garra de Satán. Si bien la perversidad de los infantes en la obra maestra de Narciso Ibáñez Serrador, ¿Quién puede matar a un niño?, se irradiaba hacia los adultos, en el film de Haggard los jóvenes descargan esta influencia sobre sus iguales además de los adultos, siendo los primeros los protagonistas de las partes más truculentas de la narración. Los niños y adolescentes se ven incitados a realizar tropelías que llegan a niveles de auténtica depravación.

Juegos de niños que acaban como el rosario de la Aurora
Juegos de niños que acaban como el rosario de la Aurora

En el centro del meollo Haggard sitúa al personaje de Angela Blake, interpretada por una jovencísima Linda Hayden, 18 años tenía, hermosa y voluptuosa actriz rubia que causó grata impresión gracias a sus vaporosos retratos de lujuriosas ninfas y tentadoras seductoras en un puñado de películas realizadas a lo largo de las décadas de los 60 y 70 como por ejemplo El poder de la sangre de Drácula (Taste the Blood of Dracula), donde con un año menos ya era poseída de manera draculesca por el mismísimo Christopher Lee; La casa de la colina de paja (Exposé), acompañada por Udo Kier; Mansión sangrienta (Madhouse), donde ponía en relieve sus encantos junto al inconmensurable Vincent Price, o La redada, violencia en Barcelona de la mano de José Antonio de la Loma (Perros callejeros). La mencionada Blake comanda a una caterva de jóvenes de pueblo que sumisos a los designios de Satán se lanzan a celebrar actos a cada cual más depravado. En el film de Haggard tan pronto se asesina al hijo de unos granjeros, como se asiste a un lascivo y directo juego contra el cura del pueblo, como se desencadena la violación de otra adolescente (en este caso Wendy Padbury, curiosamente compañera de la segunda encarnación del Dr. Who encarnado por Patrick Troughton) mientras el resto de niños del pueblo observan, tocan tambores, bailan y ríen.

Angela Blake, la elegida por Satán para dirigir su particular aquelarre
Angela Blake, la elegida por Satán para dirigir este lascivo aquelarre

En fin, La garra de Satán es un perverso viaje, inicialmente inocente pero que sin embargo va evolucionando hacia lo extremo y macabro. Hay ritos paganos, brujería, violencia, sensualidad, satanismo y por lo tanto es una pieza fundamental del folk horror como género intermedio y muy a destacar dentro del terror que podemos disfrutar.

Cartel de La garra de Satán
Cartel de La garra de Satán

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Principios de los años 80, nadie estaba preparado para lo que iba a pasar. Un director de nacionalidad británico-australiana llamado Brian Trenchard-Smith se embarcaba en la realización de una nueva muy libre adaptación del clásico literario "El juego más peligroso" de Richard Connell, publicado en 1924. Tras otras propuestas de la obra estrenadas con resultado ciertamente maravilloso, El malvado Zaroff (The Most Dangerous Game) de 1932 con Joel McCrea y Fay Wray protagonizando es una de las obras maestras de la RKO y Huida hacia el sol (Run for the Sun) enfrentando a Richard Widmark contra nazis en centro américa, en 1982 llegaba a los cines El imperio de la muerte (Turkey Shoot aka Escape 2000 aka Blood Camp Thatcher), una de esas joyas cinematográficas del cine australiano, film de culto absoluto de obligada visión, culmen de la ozploitation, y adaptación extrema, hardcore y distópica del comentado relato.

Cartel británico de Turkey Shoot, lo que véis es real y brutal
Cartel británico de Turkey Shoot, lo que véis es real y brutal

Si bien a día de hoy todo está por lo general muy contado, de hecho la reciente y muy jugosa La caza (The Hunt) es en gran parte otra libre adaptación del relato de Connell, que en aquellos años llegara a cines El imperio de la muerte dejó a más de uno con el culo prieto y la mandíbula desencajada. El film de Trenchard-Smith, director acostumbrado a bregar con presupuestos pírricos y retos mayúsculos, suyas son la también ozploitation Campo de exterminio (Dead End Drive-In), El secreto del lago (The Quest), La noche de los demonios 2 (Night of the Demons 2), Asalto a Firebase Gloria (The Siege of Firebase Gloria) o Los bicivoladores (BMX Bandits)… de todo hay en la viña del Señor, optaba por un camino no esperado donde destacaba de principio a fin la extrema violencia de muchas de sus secuencias, el sadismo que se profesa en la prisión donde se encuentran encerrados los protagonistas, y la combinación de actores de todas partes del mundo: Steve Railsback (protagonista de la fantástica Lifeforce: Fuerza Vital), Olivia Hussey (sueño de mujer en Romeo y Julieta de Zeffirelli o parte de la seminal Black Christmas de Bob Clark), Michael Craig (guionista y actor en por ejemplo La isla misteriosa) o Roger Ward (el calvo Fifi de la obra maestra también australiana Mad Max: salvajes de la autopista).

Otro de los carteles de... Escape 2000, título más genérico pero mítico entre la serie B de los años 80
Otro de los carteles de… Escape 2000, título más genérico pero mítico entre la serie B de los años 80

En El imperio de la muerte nos trasladan a un sádico futuro distópico donde aquellos que no cumplen con el régimen totalitario que todo lo domina acaban encerrados en un campo de concentración, muy orwelliano todo. Esta sociedad fascista, ofrece a ricachones afortunados y corruptos la oportunidad de dar rienda suelta a la mayor de sus perversiones como seres humanos. Bajo el amparo de una total inmunidad e impunidad, estos ricachones VIP participan en un "juego", uno que consiste en una caza mortal de 12 horas de duración en la que indefensos presos son liberados en el páramo que rodea a la prisión para ser acechados y asesinados por estos. Los presos no se pueden negar y prefieren jugársela bajo la esperanza de salir vivos… ilusos. Algo que queda claro y que no se puede negar: la película se la mire por donde se la mire es muy serie B, pero maravillosa, y muy trash, pero embaucadora. El guión escrito por Jon George y Neill D. Hicks, no escatima en brutalidad, sacando a la luz una caterva de personajes que son a cada cual más estrambóticos, al tiempo que juega con muchos de los elementos que poblaban como cliché las películas de género de esas épocas que alcanzaban clasificaciones rotundas: sexo gratuito, violencia y testosterona. La obra juega con cierto tono satírico, lo que hace que no acabe resultando tan salvaje como los films de la saga de Ilsa, si bien de alguna forma hay en El imperio de la muerte reflejos de esas ansias de dominación y perversión que eran lo habitual en las películas dirigida por Don Edmonds y protagonizadas por Dyanne Thorne.

Uno más de los carteles del film, que recuerda a los diseñados para películas brutas como La última casa a la izquierda por ejemplo
Uno más de los carteles del film, que recuerda a los diseñados para películas brutas como La última casa a la izquierda por ejemplo

Como buena distopia la historia trata de castigar a aquellos que no siguen las reglas. Por ahí vemos campar a disidentes políticos que no hay quien los reeduque, rebeldes en lucha permanente contra este régimen totalitario, o sospechosas de vidas licenciosas como la prostitución… Para ello planta en pantalla a los habituales villanos perversos entre los que destacan los habituales altos cargos del gobierno, depravados aristócratas, sádicos violentos porque sí, etc. Llama la atención entre tanta cochambre humana la presencia de un pseudohombre, un troglodita salido de un circo de freaks con ansias caníbales y vestido con camisa. El imperio de la muerte no da puntada sin hilo y todo en ella destaca por lo exaltado, hiperbólico y paródico que acaba resultando.

En fin, otra de esas obras de culto que deben verse y disfrutarse. Disponible en Filmin para el que le interese, combinando metraje doblado con original. Tras una rodaje repleto de recortes de presupuesto, menos días de rodaje, desacuerdos entre los actores y los productores respecto a ciertas escenas comprometidas, reajustes de guión, etc., fue estrenada en Australia como Turkey Shoot, reestrenada en USA como Escape 2000, y llevada al Reino Unido, censurada, con el título Blood Camp Thatcher… de aquella era Primera Ministra Margaret Thatcher. Lo dicho, una joya que es rememorada junto a otras en el documental Not Quite Hollywood: The Wild, Untold Story of Ozploitation!

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La ciencia ficción como alocada propuesta, a medio camino entre una cómica historia juvenil (puerta John Hughes), un viaje de madurez personal y laboral, el espionaje extraterrestre más arbitrario, y el surrealismo esmeralda más pintoresco. Esto es Repo Man (el recuperador), una de las obra de culto del inclasificable Alex Cox, hombre orquesta que tan pronto ha brillado por su particular aportación como guionista (ese biopic punk que es Sid y Nancy y ya de paso descubrimiento de un grande como Gary Oldman), como director (la premiada y callejera El patrullero) o incluso como actor (ese retorno al mundo de Barry Gifford que fue la Perdita Durango del gran Alex de la Iglesia).

Se pone en marcha Repo-Man... primer WTF en toda la cara
Se pone en marcha Repo-Man… primer WTF en toda la cara

Y en esas estamos, Cox se toma unos copazos acompañados por no sé qué productos lisérgicos y nos presenta a mediados de los 80 una historia en permanente movimiento y repleta de cosas extrañas, una historia que comienza con un Chevy Malibú del 64 que cruza un desierto y en el que hace un calor de tres pares de cojones, uno que oculta en su maletero uno de los MacGuffins más locos jamás imaginados… ni Quentin Tarantino iluminó como Alex Cox con ese arranque desintegrador.

No se puede molar más que Otto (Emilio Estevez) y Bud (Harry Dean Stanton)
No se puede molar más que Otto (Emilio Estevez) y Bud (Harry Dean Stanton)

Sin venir a cuento, o con todo el sentido del mundo, Repo man es en realidad una parte de la historia de Otto (Emilio Estevez), un joven punk de Los Angeles que de buenas a primeras se ve en la calle sin tener donde caerse muerto: primero lo largan del supermercado en el que trabaja; segundo sus padres se gastan el dinero que le prometieron tras su graduación; tercero, y ya de paso, su novia se la pega con su mejor amigo. Vamos, pleno al 15. Ante ese nuevo desafiante presente Otto deambula desubicado para acabar cruzándose en el camino de Bud (Harry Dean Stanton), un tipo trajeado que le invita a conducir por unos dólares su coche hasta un garaje al otro lado de la ciudad: el garaje de la Helping Hand Acceptance Corporation. En ese mismo instante Otto se adentra en un nuevo mundo, el de los repo man, un equivalente a nuestros cobradores del frac, o los torero del moroso, pero fusionados con los cazarrecompensas de Huida a medianoche (Midnight Run). Por lo tanto, te pagan por localizar y robar lo que otro no ha pagado, en este caso coches.

El mundo de color radioactivo que oculta el coche protagonista de Repo Man
El mundo de color radioactivo que oculta el coche protagonista de Repo Man

Con estos mimbres, y como punto de partida bastante pizpireto, Cox se sirve de la imaginación y el absurdo para adentrarnos en un mundo la mar de pintoresco y marciano. La historia construida por Cox deambula en varios frentes con su propia personalidad y destino que, sin embargo, acaban confluyendo todos ellos en su inclasificable y liberador final en torno a ese fulgurante Chevy Malibú del 64 que sirve de reclamo de principio a fin. Cox mete en el mismo saco a los mencionados recuperadores de la agencia Helping Hand, y al tiempo a unos empresarios del mismo ramo conocidos como los Hermanos Rodriguez. Pero no contento con construir esa historia de rivalidad absurda y cómica, las ideas más estrambóticas surgen donde menos te lo esperas, mete en ese mismo saco por un lado a bandas de punks matones que quieren llevarse el coche, a una agencia del gobierno comandados por una agente con un brazo robótico, a una panda de televangelistas, y hasta una caterva de ufólogos… ¿qué más tiene cabida en la historia de Cox? Pues una historia de amor teenager entre Otto y Leila (Olivia Barash), a la postre otra que también busca el famoso coche… si es que.

Un sobreexpuesto verde esmeralda, color que ilumina y anima
Un sobreexpuesto verde esmeralda, color que ilumina y anima

De regalo una retahíla interminable de personajes con nombre propio e interés sobre todos ellos. Fantoches, pirados, perturbados, seres singulares y casi místicos como Miller (encarnado por ese actor carente de ánimo y mirada perdida que es Tracey Walter) o el conductor del coche MacGuffin interpretado por Fox Harris (misma pinta de loco que en Galaxia prohibida de Allan Holzman). Todo en Repo Man debería ser citado y tenido en cuenta. Por ello nada mejor que echarle un vistazo a este film icónico que a mediados de los 80 llegó para convertirse en obra de culto a tener en cuenta y film clave en el nacimiento de Emilio Estevez como actor (Rebeldes, El club de los cinco, St. Elmo, punto de encuentro y esta), además de confirmar que Harry Dean Staton está en todas las joyas raras de la década (París, Texas, Corazón salvaje o La muerte en directo).

Póster de la excéntrica Repo Man
Póster de la excéntrica Repo Man

Al que le interese Alex Cox planificó una secuela en 1997, escribió un guión y hasta la comenzó a filmar, si bien lo dejó. Luego se curró una novela gráfica titulada "Waldo’s Hawaiian Holiday" en la que Otto, que se cambia el nombre por Waldo, regresaba a la tierra tras pasar 10 años en Marte… la cosa toma forma. La historia de la secuela presente en el cómic es una paja mental similar a la de Repo Man, disparatada y fabulosa: Waldo, telemarketing, vacaciones, burocracia y Los Angeles convertida en una prisión de los marcianos para testar a los seres humanos. Ala.

En fin, otros comentarios de clásicos de culto las tenéis visitando otras entradas como: Terror en el espacio de Mario Bava, Robot Jox de Stuart Gordon, Humanoides del abismo de Barbara Peeters y Kung-Fu contra los 7 vampiros de oro de Roy Ward Baker o Campamento sangriento de Robert Hiltzik. Pronto más marcianadas molonas.

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Publicado por Uruloki en
 

En plena era dorada del slasher más campista alguien tuvo las santas narices, por no decir otra cosa, de sacarse la chorra para escribir y dirigir un film de terror protagonizado por verdaderos adolescentes, hormonas hasta las cejas (cómo si no), veteranos con shorts extremos y una buena ristra de perturbados de los que meten verdadero miedo. Sí, hoy toca hablar de Campamento sangriento (Sleepaway Camp), o Campamento de verano, del singular Robert Hiltzik, director one-hit-wonder y total responsable de esta delicia gore del slasher absurdo, obra que todo sea dicho, con los años, gana.

Hay que tenerlos bien puestos... un slasher protagonizado por Jonathan Tiersten (17) y Felissa Rose (14)
Hay que tenerlos bien puestos… un slasher protagonizado por Jonathan Tiersten (17) y Felissa Rose (14)

Ni que decir tiene que estamos ante una de las joyas más auténticas de ese género dentro del ya mundo aparte que es el slasher, y ya de paso de una de las películas, o la película, con el final más alucinante jamás rodado. Para comenzar hay que indicar que Campamento sangriento es una de las muchas hijas bastardas nacidas a raíz del bombazo Viernes 13 (Friday the 13th) de Sean S. Cunningham, y compañera de fatigas de otros muchos títulos que a lo largo de los gloriosos años 80 invitaban a no irte de campamento cuando tus padres te lo planteaban. Por ahí uno puede divisar propuestas cargadas de sangre como La quema (The Burning), con un Tom Savini dándolo todo en cuanto a uso magistral de los FX más salvajes, Madman el loco (Madman), Animadoras asesinas (Cheerleader Camp) o La revolución de las mariposas (Summer Camp Nightmare), amén de esas segunda y tercera parte de la propio Viernes 13 que acontecían igualmente a orillas de Crystal Lake… el resto son historia.

Uno de los monitores de campamento... así todo el rato, en qué narices pensabas Robert Hiltzik
Uno de los monitores de campamento… así todo el rato, en qué narices pensabas Robert Hiltzik

Pero vamos con lo que nos quiere ofrecer Campamento sangriento. Estamos ante un slasher modo sota, caballo y rey donde aquellos que pululan por un campamento de verano acaban acuchillados, desmembrados, quemados o descuartizados. Angela Baker (Felissa Rose) es una joven traumatizada, su hermano y padre fallecieron trágicamente hace varios años y ahora, con su primo Ricky (Jonahtan Tiersen), se dirige al campamento Sleepaway en lo que parece ser es su primera toma de contacto con el mundo tras su trágica infancia. Angela no habla, es apocada, se burlan de ella. Ricky domina la situación junto a su colega Paul (Christopher Collet). La intrascendencia más absoluta es lo que pasa en Sleepaway: bailes de salón, actividades deportivas, baños en pelotas a la luz de la luna, flirteos con un poco de marihuana y mucho despertar sexual. Lo normal en este tipo de películas hasta que se desata el habitual vendaval de asesinatos.

Unos de los estudiantes que pasan a mejor vida en Campamento sangriento
Unos de los estudiantes que pasan a mejor vida en Campamento sangriento

El tema es que en el fondo Campamento sangriento no deja de ser una cualquiera de una lista de películas que decidieron explotar una idea ya pergeñada en Viernes 13. El film transita por un universo de malas actuaciones, forzadas hasta el extremo y rozando lo paródico… por dios el soliloquio de Mel (Mike Kellin) ante el cuerpo sin vida de Meg (Katherine Kamhi). Eso sí, y todo sea dicho, al tiempo no escatima en la brutalidad de sus crímenes, tan pronto una pandilla de chavales de unos 10 años acaba troceada con un hacha como alguien usa un rizador de pelo para… en fin. Pero dentro de esa violenta generalidad que a todas las une, ahí en el fondo se esconde una perturbadora historia traumática diferente, inimaginable y acomodada en una historia hábilmente conducida por Hiltzik. Porque sí, el giro final es de las cosas más grotescas e insospechadas que os podéis echar a la cara en la historia del cine, pero si uno se para a ver la película en detalle descubrirá que el bueno de Robert Hiltzik no deja agujeros que te hagan adelantarte al inconcebible y subversivo final… que si, que está bastante claro desde el minuto cero, pero para nada como Hiltzik te lo planta ante los ojos. Así, a las bravas, con pelos y señales.

Fuera zoom y WTF...
Fuera zoom y WTF…

Pues nada, otra de esas que merecen ser vistas, ahora que pronto comienza el verano todos de viaje al Campamento sangriento a ritmo del tema central de la película compuesto y cantado por Frankie Vinci.

El icónico cartel de Campamento sangriento... un slasher con mayúsculas
El icónico cartel de Campamento sangriento… un slasher con mayúsculas

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