Dom 8 Jul 2018
En este 2018 Marvel Studios ha marcado ya su triple descarga cinematográfica. Todo arrancó con su obra más shakesperiana hasta la fecha con permiso de Thor, la no muy entretenida Black Panther, luego llegó su desbordante apuesta por la épica más trágica, esa joya del género que es Vengadores: Infinity War, y a mediados de año ha cerrado su periplo con Ant-Man y la Avispa (Ant-Man and the Wasp), una comedia de acción bastante simple que casi podría haberse titulado El chip prodigioso (Innerspace) versión 2.0.
Resulta que Peyton Reed regresa tras las cámaras para contar, merced al guión de Chris McKenna, Eric Sommers, Andrew Barrer, Gabriel Ferrari y Paul Rudd (ese Paul Rudd), la misma historia que ya narró en Ant-Man, eso sí, introduciendo un nuevo elemento en la coctelera comiquera que, sin embargo, no tiene lugar hasta que vemos la secuencia mid-credits de esta minúscula obra. Quizás sea este el momento más importante del film, pero para llegar al chocante instante previamente hemos tenido que dar vueltas a cerca de dos horas de metraje en las que Scott Lang (Rudd), Hope Van Dyne (Evangeline Lilly), Hank Pym (Michael Douglas) y Luis (Michael Peña) se embarcan en una aventura completamente previsible adornada con una villana de cero trascendencia.
La cosa se pone en marcha contando de nuevo lo que ya vimos en Ant-Man, Pym y su esposa Janet (Michelle Pfeiffer), generosa muestra de que el software de rejuvenecimiento de Marvel Studios funciona correctamente, evitan una catástrofe mayúscula al derribar un misil nuclear que iba a impactar contra una importante ciudad de los Estados Unidos de America. Por lo tanto, la Avispa original entrando en el reino cuántico y no pudiendo salir de él. Lo mismíto pero ampliado. Conclusión, el espectador ya sabe el rumbo que va a seguir el film, la obsesiva búsqueda de Janet teniendo en cuenta que Scott estuvo en ese micro mundo y logró salir de él. De aquí en adelante sota, caballo y rey. El guión de los arriba nombrados nos muestra señales de originalidad si no más bien de obligada continuidad. Ant-Man y la Avispa se queda por lo tanto en una obra más dentro del MCU, de la nueva fase del sub-estudio Disney o lo que queráis entender como gran plan del CEO Kevin Feige. Tiene lugar justo después de lo acaecido en Europa, los acontecimientos de Capitán América: Civil War (Captain America: Civil War), y en paralelo a lo que ocurre en New York, Vengadores: Infinity War, si bien en ningún momento el espectador es consciente de esto último… cosa improbable si nos atenemos a un mínimo de lógica consecuente. Con el viaje al reino cuántico como hilo argumental central, la aventura trata de ganar cierta dinámica viéndose adornada por dos villanos intrascendentes y desaprovechados. Por un lado está Sonny Burch, encarnado por Walton Goggins, traficante con vínculos pasados a S.H.I.E.L.D. y por lo tanto H.Y.D.R.A. El personaje de Goggins se queda al nivel de Justin Hammer (Sam Rockwell), curiosamente un villano de segunda en la también tristona Iron Man 2 encarnado por un actor que con seguridad podría ofrecer mucho más. La otra villana es Ghost (Hannah John-Kamen), personaje sin motivación alguna más allá de su propia supervivencia, y que finalmente queda en anécdota de la historia que se nos cuenta tras esas apuestas previas de gran impacto como fueron el amoral Killmonger (Michael B. Jordan) o el genocida Thanos (Josh Brolin)… si es que hasta el Grandmaster (Jeff Goldblum) de Thor: Ragnarok presenta inquietudes más aprovechables que la pobre Ava.
En definitiva, unos geniales efectos visuales (imposible defraudar), comedia como base narrativa (parece que no hay otra posibilidad para el personaje), y chascarillos varios a costa de Luis y sus amigos de faena, o de ese agente del FBI interpretado por Randall Park. Pero la chicha, la razón de ser parte de un todo tan grande, se queda en la idea de que esta película (muy entretenida, eso innegable) no es más que un engranaje en una maquinaria que busca continuidad. Así que, salvo por esa escena mid-credits que otorga al producto una mayor entidad de la que realmente quiere abarcar, Ant-Man y la Avispa es un film de tránsito.
Uno de los carteles de Ant-Man y la Avispa