Dom 20 Dic 2020
En todas partes cuecen habas, y desde luego en las oficinas de Warner Bros. Pictures saben de sobra cómo hacerlas a fuego lento. Patty Jenkins regresa a los mandos de la primera secuela del hit taquillero Wonder Woman de 2017, propuesta fresca y casi perfecta que confirmó a Gal Gadot como ideal Diana Prince, y elemento crucial dentro del ahora supuestamente extinto DCEU. Tres años después de amasar más de 800 millones, Wonder Woman 1984 da un paso adelante en el tiempo, y dos atrás en su dimensión, llevando al espectador a entretenerse durante unas largas dos horas y media de histrionismos dignos de esa década plagada de color, extravagancia, nostalgia y tecnología obsoleta.
Como punto de partida Wonder Woman 1984 ofrece al respetable un arranque espectacular, fresco, entretenido e inesperado. Un arranque centrado en un breve instante de la formación de la Diana niña, en esa Themyscira de amazonas y dioses a los que rendir culto y temer. A golpe de maestría y durante una introducción que debe rondar los 5 minutos, la Jenkins pergeña una secuencia que te deja anonadado por la picardía de esa joven Diana y merced al tema central del film compuesto por Hans Zimmer, y que invita a vibrar sentado en la butaca del añorado cine. El problema es que ese inicio enciende al espectador y pone el listón a un nivel excesivamente alto que no se logrará mantener durante los restantes 145 minutos. Cosas que pasan.
Wonder Woman 1984 se apoya de forma inteligente, y obvia, en los mimbres que llevaron al éxito a su predecesora: plagar la película de buen rollo, química entre sus personajes y cierto aspecto naif que la hacen encantadora… aunque a la Gadot no le hace falta nada más para seguirlo siendo. Recupera para ello a viejos personajes, ahí tenemos de nuevo y bien justificado a Steve Trevor (Chris Pine), y nos presenta un nuevo par, la cerebrita Barbara Minerva (Kristen Wigg), y el casi telepedricador y maestro del engaño piramidal Maxwell Lord (Pedro Pascal). Lo ingenuo y buen rollista se demuestra con escenas que merecen ser mencionadas como la secuencia del atraco en el centro comercial, presentación pública de Wonder Woman en esos años 80, y que recuerda a la simpática escena de los atracadores del Superman de Donner (los del barco delante de la comisaría), o todos los instantes en los que nuestra heroína corre que se las pela, momentos que de nuevo nos retrotraen a otra era y en donde el aspecto de la Gadot , salvando las evidentes distancias, hacen que veamos a la mismísima Lynda Carter dándolo todo… Del mismo modo el film bebe de los cómics y las propuestas más estrambóticas y dignas de homenaje de su era dorada. Ahí está el jet invisible que el personaje usaba para desplazarse. Obviamente la continuidad no es posible, pero es un gustazo verlo en pantalla como amable guiño.
Pero como ya comentaba en todos lados cuecen habas, y las cosas buenas de WW84 están rodeadas por otras que no lo son tanto. La película acaba perdida entre el mayor de los caos, ya sea por la vertiginosa evolución del gran villano Lord, una vorágine de caos incontrolable, excentricidad extrema y cierto aburrimiento obsesivo, o la tardía y subexplotada transformación de Minerva en uno de los icónicos personajes del universo DC, difusa ya de paso en el ya clásico despiporre y atronador exceso visual a tropecientos más frames por segundos del que el cerebro humano puede soportar. Wonder Woman 1984 sufre más que su predecesora, que ya es decir, en el aspecto villanil, llegando a rozar cierta penuria de este factor tan necesario en el cine de superhéroes.Ya de paso se extiende tanto como el látigo de la verdad en el tormento del personaje, resultando algo cansino visitar el aspecto más psicológico de la superhéroe.
En fin, Wonder Woman 1984 entretiene, eso es innegable, pero desde luego no alcanza los niveles logrados por la película de 2017, dejando cierto sabor agridulce en un año donde el cómic convertido en cine nos ha convertido en huérfanos con ganas de más. A ver si no morimos de exceso en 2021… aunque no lo creo.
Colorido cartel de Wonder Woman 1984, los 80 están aquí