En estas llegó Jordan Peele, actor puro de comedia ácida y crítica, al universo del presupuesto ajustado para el cine de género de terror que propone Jason Blum bajo su enorme sello Blumhouse. En estas el bueno de Peele fusionó en un film de terror como Déjame salir (Get Out) aspectos tan presentes en la sociedad norteamericana actual como ese racismo latente del que somos espectadores en los informativos / telediarios de vez en cuando, o las historias de relaciones personales más transgresoras como la narrada hace ya un montón de años en Adivina quién viene esta noche (Guess Who’s Coming to Dinner).

Con un nuevo presidente en la casa blanca "yo habría votado por tercera vez a Obama", Peele junta en pantalla una suerte de historia (muy) macabra donde se juntan elementos evidentes de odio racial, aquí el inserto de crítica social como ya lograran otros en su tiempo como John Carpenter, como malabarismos grotescos y típicos del horror más contemporáneo como la absorción de la vida, la suplantación de identidad, los mad doctors y la comunidades cultistas. Sí, Déjame salir es un entretenido refrito de ideas clásicas como las propuestas en La semilla del diablo (Rosemary’s Baby) y su secta pro-diablo, los hipnotismos lavados de cerebro de El mensajero del miedo (The Manchurian Candidate), o las autómatas de "Las poseídas de Stepford", pero al tiempo es una curiosa propuesta de película con aroma clásico y tendiente a la comedia (macabra), hay hasta algún chascarrillo a Los padres de ella (Meet the Parents) como cuando el padre se muestra no conforme con los meses que llevan de relación los protagonistas.

La película es una obra a tres bandas. Por un lado el desencajado actor protagonista. Mola Daniel Kaluuya y su capacidad de sufrimiento. Esos ojos fuera de sus órbitas, ese blanco leche de esos globos oculares que aportan un malsano contraste a su tez negra. Junto a él la niña pija de turno encarnada por Allison Williams. Mujer de múltiples facetas nunca mejor dicho. Para rematar la madre de familia encarnada por Catherine Keener y suerte de Minnie Castevet que te pone los pelos de punta cuando saca provecho de sus "cualidades". El tapete de juego lo completan una caterva de amigos, criados y familiares que ya con verlos parece que están calculando a cuánto el kilo de carne negra y que de manera subrepticia no se esconden a la hora de desvelar qué les mueve, aunque el espectador no se dé cuenta de ellos hasta más avanzada la historia. Geniales sentencias esas de "me encanta tu capacidad de ver las cosas", "lo negro está de moda", o el "qué tal tu juego de golf", todas ellas con elaborado sentido de lo que en realidad estás viendo.

A la película hay que pillarle el punto, no es sencilla y cuesta disfrutarla. La verdad es que Peele te incomoda con su historia (bravo), pero se queda un pelín cojo con el amigo maestro del chascarrillo brother del protagonista Chris (Kaluuya)… cansa LilRel Howery. Además, ese descafeinado final, a medio camino entre lo estándar y lo glorioso, deja un poco cojo el resultado final, que no por ello desmerece. Favorecen la enfermiza historia lo paranoico de muchos de los personajes de apoyo como el hijo, encarnado por ese pálido Caleb Landry Jones, la cocinera o el encargado de los jardines. El mal rollo viene servido con miraditas, risotadas y lágrimas fuera de contexto que no sabes en que narices pueden acabar derivando. La verdad, me has gustado por lo diferente que es y porque no usa el factor sobrenatural que hoy tanto se explota. Es un terror más de andar por casa, presente, perturbador, malsano, supremacista, espeluznante y francamente odioso.

Todo es blanco y negro en Déjame salir
Todo es blanco y negro en Déjame salir