Lun 13 Mar 2006
Hoy 13 de marzo de 2006 se cumplen 10 años del paso a mejor vida del maestro del gore italiano Lucio Fulci (1927-1996). Sin lugar a dudas se le recordará por sus extrañas aportaciones al mundo ideado e iniciado primorosamente por George A. Romero. Si Romero es considerado como el encargado o padre de crear el concepto del zombi moderno, Fulci puede ser visto como el artífice de adaptarlo al bajo presupuesto, y tan bajo, y hacernos disfrutar con ello.
Films como Nueva York bajo el terror de los zombis (Zombi 2, 1979), Miedo en la ciudad de los muertos vivientes (Paura nella cittá dei morti viventi), El más allá (L’Aldilá, 1981), Aquella casa al lado del cementerio (Quella villa accanto al cimiterio, 1981) o Zombi 3 (1988), esta ya finalizando su carrera como director, aportaron, en los prósperos y sangrientos años 80, savia nueva al enigmático mundo del gore más extremo… pura serie Z salida del mondo italiano.
Hay que reconocer que Italia ha tenido la gran capacidad de aportar montones de directores muy capacitados al terreno de la casquería moderna, incluso tienen el privilegio de ser los padres de uno de los géneros más reconocidos dentro del universo del terror moderno, el giallo. Gente como Dario Argento, Lamberto Bava, Aristide Massaccesi a.k.a. Joe D’Amato, Umberto Lenzi, Michele Soavi y Lucio Fulci han aportado, y aportan, un punto de vista diferente al habitual, y demasiadas veces pedorro, cine de terror mundial.
Pues nada, este es mi pequeño granito de arena al reconocimiento de Lucio Fulci como gran maestro del gore, como tipo poco reconocido y que, al igual que muchos otros genios (Jess Franco, Amando De Ossorio o Paul Naschy), aquí le conocemos los asiduos pero en USA lo tienen encumbrado.
Me parece penoso como director, esas películas suyas que no tienen ni pies ni cabeza, ainsss… de todas formas la mayoría son muy divertidas.
Son pura serie Z italiana… curiosas pero serie Z al fin y al cabo.
a mí nunca me han hecho mucha gracia esas películas, la verdad, pero ahora recuerdo «aquella casa…» con cierto cariño; la ví siendo un niño y pasé miedo como nunca. Supongo que si la volviera a ver mi opinión sería muy distinta.