Jue 20 Jun 2013
Hace unos tres años me llegó un inesperado paquete que contenía un libro de un escritor catalán que, si bien por aquel entonces no conocía, ya tenía a sus espaldas unos cuantos premios y sobre todo una novela que había dado bastante que hablar… "La mala mujer". El susodicho paquete contenía su nueva obra titulada "El año de la plaga", una aventura de ciencia ficción muy fresca y repleta de referencias a toda esa cultura popular que alguien que haya nacido antes de principios de los 80 reconocería sin problemas. Así fue como entré en contacto con Marc Pastor, un criminólogo y policía científico de los Mossos d’Esquadra oriundo de Barcelona con el que compartía mucho más de lo que podría esperar. Nacido el glorioso año del estreno de Star Wars, aplausos por ese 1977, se trata de una persona que se pirra por el cine, las series, las novelas y todo aquello que te permite vivir un pelín disperso en mundos imaginarios donde tu eres el protagonista. Creo que fue en el 2011, una noche loca del Festival de Sitges, cuando pude conocerle en persona junto al también escritor y hombre orquesta Martín Piñol. Charlamos y coincidimos en pareceres… que menos para los nacidos bajo el astro de George Lucas. Lo ideal para hacer migas con alguien. En fin, con gente tan maja como Pastor solo queda una cosa que hacer, mantener el contacto, echarte unas risas y si es posible aprovechar los pocos momentos en los que se puede coincidir en persona, más de 1000 Km. nos separan, para charlar y pasar un rato cultureta pulp. Y así es como llegó a mis manos "Bioko", su nueva incursión literaria y un cambio de registro total con respecto a su obras anteriores… hablemos pues un poco de esta muy recomendable novela.
Pregunta: Antes de comenzar con la razón de esta entrevista me gustaría que te describieras un poco, o más que describirte que nos expliques cómo un policía científico acaba metido a escritor de novelas de ficción donde se fusionan desde cruentos hechos reales del siglo pasado, referencias a clásicos de la ciencia ficción pulp de los 50 o elementos de pura fantasía. ¿Cuáles son tus fuentes?, ¿qué referencias son las que gobiernan o dirigen la cabeza de Marc Pastor?
Cuando Annie Wilkes vuelve a casa y está a punto de pillar a Paul Sheldon deambulando de habitación en habitación, tuve que para de leer.
Yo era solo un crío y leía Misery por las noches en mi cama (bajo las atentas miradas de Freddy Kruger e Indiana Jones, colgados de las paredes con blue tac). Recuerdo que esa escena en particular me puso muy nervioso. Y recuerdo que pensé: “qué cabrón, me está poniendo nervioso con una historia que se está inventando”. Bueno, más o menos, recordemos que yo solo era un niño y puede que el tiempo haya difuminado el recuerdo para adaptarlo a mi discurso.
Pero sí sentí envídia. Yo quería causar el mismo efecto en la gente. Quería ser capaz de escribir algo que perturbara al lector igual que las historias de Stephen King me producían pesadillas. Porque la lectura de “La danza de la muerte” ha causado la peor pesadilla que yo haya tenido nunca y que aún me persigue desde entonces.
De hecho, quería compartir esas pesadillas.
Así que me lancé como un loco a escribir.
A boli, que aún no había llegado el Amiga 500 a casa.
Y escribí un guión llamado Clockers, en el que un grupo de compañeros de colegio se enfrentaban a unos bichos del espacio exterior. Un cruce entre los Goonies y Critters, que luego JJ Abrams me copiaría en Super 8, pero mal.
De ahí pasé a una novelita (escrita en una libreta de páginas cuadriculadas) sobre un policía en Barcelona que se enfrentaba a un peligroso psicópata (y cuya escena clave era un salto desde lo más alto de la Sagrada Família) y a empezar un sinfín de proyectos en los que mezclaba leyendas artúricas con física cuántica y pelirrojas de quitar el hipo.
En la Universidad me gradué en Criminología (que elegí por puro morbo, y me acabó fascinando) y luego ya hice las oposiciones para entrar a los Mossos.
El tema literario y el profesional van en paralelo, aunque es cierto que mi trabajo influye de forma decisiva en mis historias, ya sea por las descripciones, las reacciones de los personajes o las escenas con las que se encuentran. Tengo acceso a todo un catálogo de situaciones límite que es absolutamente literario.
La magistral portada de Bioko, obra de Oriol Malet
Pregunta: Tras meternos en la Segunda Guerra Mundial con "Montecristo" (nazis, misticismo y Dumas), llevarnos a la Barcelona de principios de siglo XX con la peliaguda "La mala mujer" y ofrecernos una historia de invasiones extraterrestres contemporánea en "El año de la plaga", ahora nuevamente das un giro inesperado y nos trasladas no solo en el tiempo, si no que físicamente nos metes en un viaje al quinto pino. ¿Qué se te ha perdido en el angustioso Fernando Poo de finales del siglo XIX?
Recuerda el inicio de Indiana Jones y la última cruzada, con River Phoenix interpretando al joven Indy. En pocos minutos veíamos cómo descubría el látigo, de dónde viene su pánico a las serpientes, cómo se hacía el corte en la barbilla… y esa frase al ser bautizado con el fedora: “Hoy has perdido, chico, pero no tiene por qué gustarte”.
Pues esa frase es una de las citas que abren Bioko porque mi intención era hacer algo parecido con el personaje de Moisés Corvo.
En La mala mujer le conocimos como un policía de vuelta de todo, bebedor, broncas, putero, violento y resolutivo. Y me planteé: ¿qué le ha llevado a ser cómo es? ¿qué le pasó para ser el personaje desconfiado pero con un pequeño destello de justícia en su interior?
Quise escribir una última cruzada para Moisés, lo que ya tenía planeado desde antes de escribir La mala mujer, al fin y al cabo. Por eso en esa novela mencioné que había servido en el África y que había visto barbaridades.
En realidad, yo tenía en mente situarlo en el Sáhara y que se enfrentara a unos compañeros que arrancan orejas de bereberes y se hacen collares con ellas. Un poco a lo Soldado Universal.
Por eso, cuando buscando documentación sobre el colonialismo español en África a finales del XIX me encuentro con Fernando Poo, paro máquinas y me replanteo el escenario.
Una isla tropical, selvática, con diferentes tribus indígenas, alejada de todo, a la que apodaban la Isla de la Muerte y que era una colonia penitenciaria… Reconozco que lo primero que me vino a la cabeza fue Papillon y Alien 3. Ni siquiera pensé en Lost. Aún.
Pregunta: "Bioko" es en su conjunto una obra muy llamativa. Una vez terminada veo en ella thriller, grandes dosis de aventura, detalles de terror macabro y, sorpresa, un importante factor de ciencia ficción. Esta fusión multigénero resulta sorprendente y más cuanto la narración nos traslada a una antigua colonia española, de las de muy lejos, donde uno piensa que no puede ocurrir nada. ¿Qué te llevó a añadir al pastel final semejante variedad de géneros narrativos y más en ese lugar?
En algún medio me han definido como autor transgénero, y me siento cómodo con esta etiqueta. Procuro cambiar de novela en novela, e incluso en una misma hago estas mezclas extrañas. Lo cierto es que explico historias, sean del género que sean, y me divierte embrollarlas.
Cuando empecé a escribir Bioko tenía una cosa clarísima: iba a ser la primera de mis novelas en las que incluiría algún elemento relativo a los viajes en el tiempo. Es una temática que me apetecía tocar desde hacía muchos años, pero hasta ahora no me veía preparado.
Así que decidí que en Bioko habría una subtrama sobre la materia prima que hace viajar en el tiempo. Que más adelante encontraríamos otra novela donde se hablarían de los planos de la máquina, y en otra habría saltadores temporales, y en otra habría enfrentamientos entre compañías de viajes temporales, etc…
Me planteé Bioko como una novela de aventuras clásicas con una dosis de novela negra. La idea inicial era hacer un Julio Verne meets Agatha Christie, un Diez negritos en La isla misteriosa. Pero la parte de investigación, a medida que avanzaba la historia, tendió más a la formación de Moisés como policía.
La novela debía dicurrir por senderos más o menos realistas. Más realistas que en El año de la plaga, por ejemplo, donde había una invasión extraterrestre.
Pero me apetecía muchísimo empezar a desarrollar todo ese trasfondo de viajes en el tiempo. Y me di cuenta que no ganaba nada poniéndome esa cotilla. Que si yo escribía la novela, ¿por qué debía limitarme? Así que di rienda suelta a esa parte pero nunca como motor principal de la historia, sino como un elemento más que va ganando protagonismo a lo largo de la novela, hasta ese final que…
Marc Pastor haciendo frente a las inquietudes de la vida… si no puedes vencérlos trata de comprenderlos 🙂
Pregunta: Me ha llamado mucho la atención lo detallista de la narración, los múltiples escenarios coloniales que has tenido que describir – desde el Villacisneros del Sahara Español hasta la isla de Fernando Poo. Entiendo que detrás de todo esto ha habido un minucioso trabajo de investigación que has tenido que realizar para documentar todo lo más perfectamente posible. ¿Cómo describirías este proceso porque entiendo que no ha sido cosa fácil?
Soy un obseso con los detalles. Necesito que lo que explico, por muy fantástico que sea, resulte contrastable. Si mis personajes van a ir en un vapor durante tres meses y les va a pasar de todo, necesito saber cada detalle de ese barco. Cómo se fijan las mesas al suelo del comedor, qué distribución tienen los camarotes, a qué horas se jugaba al bingo en cubierta o cómo subía el médico de tierra a revisar la tripulación en cada puerto. A partir de ahí, puedo estar en la escena y por tanto puedo describirla.
Mi nivel de conocimiento de las colonias españolas en África en el XIX era prácticamente nulo. La forma que tengo de encarar la documentación (y la ambientación històrica) se basa en tres ramales:
- Documentación técnica: de hemerotecas a ensayos a tesis doctorales, pasando por las memorias de las misiones de los jesuitas en la isla donde daban cuenta de todo.
- Documentación narrativa. Leer novelas ambientadas en Fernando Poo, a piñón, para extraer dinámicas de personajes y curiosidades que se escapan al ojo más científico.
- Ambientación de tono. Releer a Stevenson, Conrad y Verne, por ejemplo. Descubrir que Kipling no es el modelo que quieres seguir. Ver La Reina de África otra vez, disfrutar de nuevo de El hombre que pudo reinar, empaparte de Tarzán, Quatermain, King Kong… todo en vistas de encontrar el color de la novela.
Pregunta: A diferencia de tus otras novelas estas incluyen varias ilustraciones del dibujante Oriol Malet, muy buenas por cierto… esa portada sin ir más lejos es tremebunda. ¿Existe alguna razón para contar con el trabajo de Malet o has querido buscar algún efecto / sensación en el lector con esta aportación?
Como desde un inicio la idea de esta novela es que fuera un tributo a las novelas clásicas de aventuras, las de Verne que leíamos de críos y que venían ilustradas y tenían mucho colorido en la portada, pensé que era el momento de incluir ilustraciones. Se lo comenté a mi editora y a ella le entusiasmó la idea desde el principio. ¿Tienes algún nombre en la cabeza? Me preguntó. A los dos minutos de salir de la reunión ya estaba llamando a Oriol Malet, que se embarcó en el proyecto casi sin pensarlo.
La idea inicial, digo, era reproducir ese tipo de dibujo con trama, muy decimonónico, de ese tipo de novelas. Pero a Oriol no hay que ponerle límites. Enseguida me dijo que sí, pero que lo llevaría su terreno. Y su terreno fue cada vez más personal, hasta el punto de llegar a las nueve ilustraciones (más la cubierta) que componen Bioko. Oriol ha explicado la historia a su manera, usando una estructura de coda musical, con coherencia y lógica interna, y a la vez dándole un aire de misterio que me encanta.
Estoy entusiasmadísimo con las ilustraciones de Oriol, y creo que son un plus para el lector.
Pregunta: Vayamos ahora con la chicha de la obra… Moisés Corvo. Ya sabes que en el cine se dice que tal o cual director tienen a un actor fetiche con el que siempre cuenta. A día de hoy todo el mundo te nombraría la relación de Tim Burton con Johnny Depp, pero yo comentaría otros grandes casos como los de Martin Scorsese y Robert De Niro, 8 películas, John Ford y John Wayne, 14 producciones, o la de Akira Kurosawa y Takashi Shimura, 22 films! Lo tuyo con el bueno de Corvo empieza a molar. El investigador de "La mala mujer" y ahora nuevamente, mucho más joven, en "Bioko". ¿Y eso?, ¿considerarías al bravucón de Moisés Corvo tu fetiche?, y lo que es más importante ¿le volveremos a ver?
Pues aquí voy a tener que desilusionarte, porque no tengo a Moisés en mis planes durante una buena temporada.
En realidad, el fetiche sería más bien la saga Corvo. Moisés en La mala mujer y Bioko, Andreu (su sobrino) en Montecristo, e Irene (la nieta de Andreu) en El año de la plaga. Y los que irán apareciendo…
Los Corvo son el tronco central de los personajes de mis novelas (el Corvoverso, como lo ha bautizado un buen amigo mío), pero no son los únicos personajes que saltan de historia en historia.
El que en Bioko puede ser un simple secundario quizá protagonice una novela más adelante. Hay interrelaciones que, si bien no son necesarias para seguir la trama de la novela, si son un guiño al lector fiel, que verá cómo las novelas pueden tener una segunda interpretación si conoce todas las piezas.
Bioko y Montecristo, por ejemplo, tratan temas distintos en épocas distintas, pero si leemos una y la otra, veremos que hay una conexión fortísima que hace que te replantees algunos actos de sus protagonistas.
Y lo que te rondaré morena…
Pregunta: Siguiendo con detalles de la historia que me han llamado la atención. Hay momentos particularmente violentos y que trasladan al lector situaciones desagradables bastante gráficas. Supongo que tu trabajo diario ha tenido efecto en esto y que como Tom Savini con su viaje fotográfico por la Guerra del Vietnam, lo que le permitió crear rollos bastante impactantes en el cine de serie B de los 70 /80, tú también te has sentido influenciado. ¿Cuanto de tu vida laboral hay en "Bioko"?
Bueno, yo siempre he sido muy fan del cine de sangre e higadillos. Y no los uso como elemento principal de la historia, pero sí soy consciente que desarrollan un papel fundamental.
Pongamos el caso de Moisés Corvo. ¿Cómo lo hago para que él, un tipo racista y egoista, se involucre en la investigación de unos crímenes rituales de tribus? Necesito que lo que vea y viva sea tan fuerte que le conmueva. Y si le conmueve a él, el lector tiene que saber qué es. No puedo escribir: “Moisés se encuentra una tribu masacrada y piensa: menuda matanza”. Tengo que hacer que el lector huela la sangre.
Y si hay algo que huelo a menudo en mi trabajo es la sangre. Y sé cómo se comporta la gente cuando hay sangre de por medio. Y eso me ayuda muchísimo a plantear tales escenas.
Muchas de las anécdotas más truculentas de mis novelas son anécdotas reales a las que he disfrazado algo (o las he mezclado entre sí, o he escogido lo que me interesaba de ellas) vividas en mi trabajo.
No creo que sea comparable a lo que hizo Savini, porque lo que él vivió es UNA GUERRA. Pero sí es cierto que el hecho de haber visto desmembramientos, putrefacciones, decapitaciones, momificaciones, ahorcamientos y un largo etcétera de muertes violentas, ayuda a escribir las escenas más gore. Eso sí, y aunque parezca excusa, si en mis novelas hay sangre no es de forma gratuita. Siempre tiene un objetivo.
Portada de la reedición de "Montecristo"
Pregunta: Moisés Corvo, Víctor Negro, Moisés Corvo, <escriba un nombre>. ¿Qué nos espera tras “Bioko”? El mundo del escritor multitarea, en tu caso combinas el trabajo en los Mossos con esta otra profesión de escritor, supongo que no te dejará mucho tiempo para prepara nuevos trabajos. ¿Tienes ya alguna nueva idea a desarrollar con la que atrapar a tus lectores?
Cada vez tengo menos tiempo y más ganas de seguir escribiendo. Las historias se acumulan en mi cabeza, y lo que cuesta es elegir cuál será la siguiente que escribiré.
Ahora mismo ya tengo decidido cuál es mi próximo proyecto. Tengo unas nueve historias rondándome, algunas más avanzadas y otras en un nivel embrionario, solo imágenes sueltas. Sé cómo se relacionan la mayoría entre sí, aunque sé que van a ir tomando vida y mutando a medida que me ponga con ellas.
El próximo proyecto, por ejemplo, era una idea que tenía para un relato, pero que ha cogido suficiente entidad como para escribir una novela (aunque no tan larga como Bioko, espero). Y puedo decir que es algo que no esperas. Ni de coña. Como ahora todo el mundo me pide un Bioko 2, vamos a hacer algo diferente y al mismo tiempo que esté conectado.
De hecho, todas las novelas tendrán continuación de alguna u otra manera. Tarde o temprano volveremos a ver a Víctor Negro, y nos llevaremos una sorpresa…
Pregunta: Llega la despedida. Una cuestión que seguramente ronda la cabeza de muchos los que te siguen en la redes sociales. Star Wars vs. Marc Pastor. Cuéntanos tu relación y más aún el curioso viaje de esos Stormtroppers que siempre llevas encima y que fotografías por todos aquellos lugares que visitas.
En casa teníamos video comunitario. Algún alma caritativa en la comunidad de vecinos iba al videoclub cada viernes y arrasaba las estanterías. Todo el fin de semana podías ver los estrenos de forma ininterrumpida en televisión y sin anuncios. Ríete tú de la piratería.
Recuerdo haber visto la saga Rocky hasta la tres o la cuatro o las dos primeras de Rambo de una tacada.
Y vi Star Wars. Del tirón.
Y flipé.
Aunque yo siempre he sido mucho más de Indiana Jones (muchísimo más) y Regreso al futuro. Pero Star Wars tiene un potencial gráfico insuperable. Su diseño, treinta y cinco años después del estreno de la primera, sigue siendo molón. De acuerdo, los peinados se resienten un poco, pero no me digas que Darth Vader no es la imagen perfecta del villano. O que no te molaría pilotar un X-Wing. ¿Quién no ha hecho un duelo de sables luz con palos (o la reproducción que venden en las tiendas Disney ™) imitando su sonido con la boca? ¿quién no ha intentado usar la Fuerza para acercar el mando de la tele? ¿Quién no ha intentado convencer a un stormtrooper que esos no son los androides que están buscando?
Los stormtroopers. Si te fijas bien en las películas, no hay tropas de asalto más patosas. Parecen sacados de un cásting de Benny Hill. No le dan a nadie con el blaster (una puntería espantosa), se les escapa todo el mundo, se las cuelan dobladas. Incluso uno se da un coscorrón con una de las puertas levadizas de la Estrella de la Muerte.
Y aún así, su diseño es tan emblemático, tan característico, que caes rendido a sus pies.
Todo esto es una simple excusa, una intelectualización, para justificar que a mis treinta y cinco años (los mismos que Star Wars, jatetú) sigo jugando con muñecos. Pero ahora las cuelgo en Instagram y la gente le da al like.
Si es que somos unos críos.
Y esto es todo. Espero que hayáis disfrutado tanto como yo con esta entrevista al tío majo que es Marc Pastor! Todos a leer!
Información Bitacoras.com…
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