Tras una completa semana en Sitges 2017 viendo otro tipo de películas, al fin he podido pasarme por el cine para ver Blade Runner 2049 de Denis Villeneuve… y no puedo más que afirmar que lo que he visto me ha encantado. La verdad es que plantearse una secuela de uno de los films más representativos de la cinematografía moderna, gloria eterna para muchos, y más de treinta años después de aquel complejo y filosófico Blade Runner de Ridley Scott, apuntaba a polémico resultado. Todas las dudas que en su momento sembraron Scott y los guionistas Hampton Fancher e David Peoples en 1982, o el nunca concretado destino de Rick Deckard (Harrison Ford) y de Rachel (Sean Young) pese a todas esas propuestas con el montaje, iban a ser la comidilla cuando de nuevo Fancher junto a Michael Green en esta ocasión se pusieran al tema. Villeneuve tampoco lo tenía fácil. Un director sobradamente laureado, responsable de joyas como Prisioneros (Prisoiners), Sicario, Indencies, Enemy o La llegada (Arrival), recibía un encargo explosivo, una oferta con demasiada letra pequeña y seguras consecuencias si el tema no salía bien… pero para eso existen los buenos directores, y Villeneuve es ahora mismo uno de ellos.

James Jean y su propuesta para Blade Runner 2049
James Jean y su propuesta gráfica para Blade Runner 2049

Y en estas llegó Blade Runner 2049 a los cines, y en estas la mítica historia de aquel 1982 evolucionó con nuevos personajes y sobre todo nuevas extensiones al ya perpetuo lema "más humanos que los humanos" de la Tyrell Corporation. La base sigue siendo la misma del pasado, una historia al más puro estilo clásico del cine negro de antaño pero en un entorno futurista. Se mantiene la ruinosa estética visual (el diseño de producción es abrumador), se añade la impresionante fotografía de Roger Deakins, se suma una evolución sonora gracias a Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch. No son Vangelis y no necesitan serlo. El conjunto por lo tanto ha cambiado, se ha actualizado 30 años manteniendo todo aquello que durante este tiempo ha gustado y marcado a otras piezas dentro del ramo de la cinematografía moderna.

La historia en este Blade Runner 2049 sirve para seguir ahondando en las dudas que se planteaban en la obra original, pretendiendo cerrar de una vez aquellas preguntas que se sembraron, y nunca se llegaron a aclarar, sobre Rick y Rachel. Esta vez el agente K (extenuantemente hierático Ryan Gosling) vuelve a sufrir de las violentas incomodidades que acecharon al agente original, de las dudas sobre lo humano de los replicantes y sobre su esencia vital como "seres" que perciben o sienten. De regalo entra en juego una interesante segunda línea argumental en forma de pura inteligencia artificial, algo que en 1982 era impensable, pero que hoy en día es ya una realidad. La historia de K por lo tanto navega entre los mares de la investigación – donde guerrea de paso con ese nuevo Tyrell que responde al nombre de Niander Wallace (Jared Leto) – y su propia vida, compartida con ese nuevo personaje que es Joi (Ana de Armas) y que aporta más de lo que el propio K, por momentos un simple cascarón, parece contener.

Blade Runner 2049 es por lo tanto la secuela esperada, continuista y respetuosa como se deseaba, pero suficientemente independiente como para ser ella misma protagonista de su destino. Visualmente es impactante, pausada como merece ser contada esta historia y por lo tanto fiel al estilo que Villeneuve traslada a sus películas.

Cartel de Blade Runner 2049
Cartel de Blade Runner 2049