Que Luc Besson, padre de Nikita, dura de matar (Nikita, 1990) o León: el profesional (Léon, 1994), regrese al cine de acción con Scarlett Johnasson como protagonista en Lucy (2014) pues es innegable que nos debería llamar la atención. Además, el metraje visto hasta el momento, ese que nos cuelan en trailers y clips promocionales, ha llenado nuestras expectativas de cara a una aventura intensa, llamativa y con una trama no muy original si miramos hacia Sin límites (Limitless, 2011), pero siempre curiosa. Todo muy bonito si no fuera porque la cosa cambia cuando la tostada cae por el lado inadecuado. Seamos serios, o es que me estoy volviendo un inconformista o no le pillo el chiste, pero con sólo ver los 5 minutos iniciales de film uno se pregunta… Besson o nos trata de tontos o se ríe directamente del espectador. Así de claro. ¿En serio es necesario explicarnos lo que estamos viendo con referencias de la "vida cotidiana", aunque esta sea más propia de National Geographic, cada dos por tres?, ¿nos considera tan mendrugos?
En fin, salvando este escollo, uno acaba por acostumbrarse para tratar de justificar el gasto, es inevitable no olvidar que la cosa ha arrancado con pie izquierdo y si bien la premisa de lo que se nos cuenta mola, una droga cuyos efectos secundarios, los provocados por su consumo más que extremo, hacen en el que los toma un efecto totalmente desconocido hasta el momento… el uso de nuestro cerebro hasta niveles invaluables, el desarrollo va un poco caída en picado. Lo dicho, suena a Sin límites pero aquí Lucy aporta su granito de arena, y presenta a una joven con pocas luces que se ve forzada a una situación bastante desagradable: trabajar de mula para distribuir una nueva droga. Pero claro, Besson insiste erre que erre en una premisa que no deja de ser un falso mito y que es eso de que la raza humana usa poco más del 10% de su cerebro. Se repite más que el ajo y apoya todo lo que cuenta en una falsedad, por lo tanto… ¿nuevamente se ríe de nosotros o nos considera nuevamente lo suficientemente idiotas como para colárnosla otra vez?
Si aceptamos barco, no nos queda otra porque en caso contrario lo mejor es darse el piro y siendo realista estamos ante un film de ciencia ficción de igual corte que el que inventa un suero de supersoldado o transforma a un fulano en un gigante verde al exponerlo a radiación gamma, el despiporre de Lucy desencadena una vorágine de situaciones increíbles dentro de su propia concepción. Con un 20% de su cerebro en uso el personaje encarnado por la Johansson es capaz de alterar los impulsos eléctricos de objetos a miles de kilómetros de distancia – Taipei vs. París -, cambiar su apariencia física (al menos el color de su pelo y sin tintes), o leer unas 10.000 páginas de temática cerebral escritas por el científico al que pone voz y rostro Morgan Freeman y entender de qué va el tema. Claro, luego el tránsito del 20 al resto de porcentajes no aportan grandes diferencias, o no las demuestra, salvo por conducir de forma alucinante, juguetear con "conexiones" en el aire o hacer mutar el film en Matrix con Lucy / Neo haciendo de las suyas.
Y la cosa sigue, ya no sabes si en serio o en broma, si es que Lucy es una tipa superinteligente o si va tan puesta de droga que lo que vemos es lo que ella percibe creer. Secuencias de acción sin mucho sentido, ese ataque a la universidad es como poco rocambolesca, una nueva violación de la propiedad de otra película como Akira (1988), o minutos y minutos de Big Bang, paranoia, psicodelia, supernovas, etc. Diálogos de traca, la conversación telefónica en el hospital entre Lucy y su madre se las trae, que Lucy no demuestre en ningún momento la capacidad de hablar coreano desde el momento en el que está poseída por la droga esta, y mil más. Si te la tomas en broma hasta te puedes reír de lo absurda y chorra que es, pero dudo que Besson haya pensado esto de Lucy y su plan era más metafísico de lo que en el fondo percibimos los espectadores.
Respecto al reparto pues Scarlett Johansson bien, muta de crédula metida en un lío de los que meten el miedo en el cuerpo a ser un especimen insensible que por otro lado es perfectamente consciente de su destino y no por ello se amedrenta. El resto pues ni fu ni fa, Morgan Freeman en su línea o Min-sik Choi pues cumpliendo el expediente.
Cartel de Lucy