El universo Mortal Kombat creado por Midway a principios de los 90 regresa, tras muchos inmerecidos años de ausencia, a la gran pantalla de la mano de Simon McQuoid, un total desconocido, pero con el apadrinamiento de un peso pesado como James Wan… el resultado es muy entretenido y se agradece.
Liu Kang y Kung Lao… dispuestos a partir la pana
Muchos años después de las terribles, aunque simpáticas y loables, visitas al universo pergeñadas por Paul W.S. Anderson y John R. Leonetti, en connivencia con Christopher Lambert, vuelve Mortal Kombat con espacio para míticos luchadores como Sonya Blade, Kano, Lord Raiden, Jax, Liu Kang, Shang Tsung, Sub-Zero, Scorpion, Goro, Kabal, Nitara, Kung Lao, Reiko, Mileena o una especie de Reptile – hay que reconocer el buen combinado de personajes de toda la saga -, además de un sinfín de guiños a la franquicia en forma de frases (Kung Lao largando eso de "una victoria impecable"), diversos fatalities trasladados directamente del videojuego a la pantalla, o referencias a presencias no vistas en esta película como el mismísimo Shao Kahn. Entre todo este gran si para el fan de la franquicia MK, un giro inesperado y dudoso… el protagonista es Cole Young (Lewis Tan), personaje inventado para la película que nunca antes tuvo presencia en el violento mundo de Mortal Kombat. ¡Zasca!
Por fatalities que no sea… Jax vs. Sub Zero
Podríamos enfadarnos y pensar que Greg Russo y Dave Callaham, guionistas del film, tomaron la de Villadiego apostando por una de las decisión más rocambolescas y jamás imaginadas para MK: la creación de este Cole Young y su inclusión en un universo en el que, seamos claros, por personajes no será. Pero sin lugar a dudas lo que de partida podría parecer una decisión incoherente, se torna en un golpe de efecto para dar una base narrativa acertada al mundo de peleas sangrientas y muertes violentas sin aparente sentido. Mortal Kombat tiene una base de personajes indudablemente portentosa, pero qué sentido tiene dividir el protagonismo apostando por un centro de atención (¿a quién quieres más?, ¿Sonya Blade?, ¿Liu Kang?, ¿Scorpion?) si lo que puedes hacer es que todo el elenco de luchadores se pongan alrededor de un personaje por descubrir y con el que puedes hacer lo que te dé la gana (como si no regresa en una hipotética segunda parte). Vamos, Russo y Callaham han decidido no alterar mucho la historia de los iconos del videojuego, amén, sirviéndose de un nuevo personaje que actúa como hilo enhebrado en una aguja que cose una bufanda plagada de tradiciones en esta longeva saga (un torneo milenario, unos luchadores elegidos, peleas a muerte por salvar el destino de nuestro mundo).
Mileena, una versión adaptada del personaje que no estás del todo mal
Con estos mimbres el resto es dar rienda suelta a la historia más esperada… un combate entre dos mundos, donde los campeones de cada uno se partirán la crisma. Listo. Hay lo que uno espera y que nunca se nos había dado, violencia, sangre, brutalidad. Fatalities molones, peleas bien coreografiadas (unas mejor que otras eso si), y un "ahí queda eso, ahora dame pasta para justificar que exista una segunda parte". Mortal Kombat no pasará a la historia, pero está bien hecha, la trama se mantiene, entretiene y hay hasta espacio para la comedia. Peca eso si, de la ausencia de un peso pesado. Hay gente muy molona como el propio Tan ("Into the Badlands"), Joe Taslim (The Raid o The Night Comes for Us), Tadanobu Asano (Thor), Chin Han (El caballero oscuro) o Hiroyuki Sanada (Sunshine), pero estos nombres no son imán suficiente, menos gente como Jessica McNamee (Megalodón), Josh Lawson, Mehcad Brooks ("Supergirl"), Ludi Lin (Power Rangers), Max Huang o Sisi Stringer. Falta ese reclamo para llamar más la atención, si bien es de esperar que el fandom cumpla y apoye el film, y que el boca a boca invite a visitar la sala de cine porque la película lo merece. Mortal Kombat mola.
Póster final de Mortal Kombat