Sáb 7 Oct 2017
Vamos con el repaso del segundo día de Sitges 2017 porque hay de todos los colores. Arrancamos la jornada viendo Annabelle: Creation de David F. Sandberg. Hay que reconocer que lo poco que esperaba de la precuela de la desastrosa Annabelle se cubre con todo lo que le faltaba a predecesora… pero claro, pero cuando ni con esas alcanzas un mínimo pues ajo y agua. Eso es Annabelle: Creation, un producto menor del establecido como The Conjuring Universe que sólo añade a la franquicia que es una historia directa a los acontecimientos que vimos hace unos años. Por lo demás un producto mainstream de terror, masticado hasta hacer puré, repleto de sustos preavisados y excesivamente tópica. De esas que porque son las 8:15 cuando la ponen, que si no te duermes fijo. El reparto pues ahí está, Anthony LaPaglia y Miranda Otto aportando algo de veteranía, y una ristra de jóvenes (promesas ya no sé) que ni fú ni fa. Desde luego que lo mejor es el enlace, porque el resto es terror de estudio, han sacado el manual y a ejecutar los pasos.
El cartel de Annabelle: Creation
El segundo film de la jornada fue El sacrificio de un ciervo sagrado (The Killing of a Sacred Deer) de Yorgos Lanthimos, el mismo de las muy raras Canino (Kynodontas), Alps o Langosta (The Lobster). Lanthimos se junta nuevamente con Colin Farrell y se acompaña ahora por Nicole Kidman (mejor que nunca) y el muy perturbador Barry Keoghan. El resultado es una obra que ahonda de forma salvaje en el sentimiento de culpa sembrada, como es ya marca de la casa, de personajes insensibles, mecánicos y sin vida. Un obsceno desafío a la paciencia por no mandar a tomar viento al puñetero personaje de Keoghan. La historia es extraña, obvio, en cierta manera enfermiza y plagada de obsesiones: las directamente sexuales del personaje de Farrell y las sólo intentos de mojar del que encarna Alicia Silverstone. Surrealismo puro con una resolución un pelín grotesca y absurda… pero bueno, es Lanthimos.
Cartel de The Killing of a Sacred Deer
El tercer film del completo día fue Wind River, podríamos decir que debut tras las cámaras del genial guionista de Sicario o Comanchería (Hell or High Water), pero es dato falso ya que aquí se tiene que responder ante todo y el pasado de Taylor Sheridan se viste de terror flojo con Vile, del 2011. Vamos a lo que vamos… así para comenzar ya os digo que Wind River es de lo mejorcito que os podéis echar a los ojos ahora mismo. Un thriller de redención protagonizado por Jeremy Renner encarnando a un rastreador del Servicio de Pesca y Vida Silvestre del estado de Wisconsin (creo recordar) que debe ayudar a una agente del FBI (Elizabeth Olsen) a resolver un extraño crimen ocurrido en una reserva india. Sheridan se saca de la manga un ejemplo de libro de cómo se debe dirigir una película (se ve que ha tenido buenos maestros en David Mackenzie y Denis Villeneuve). Se conoce como la palma de la mano el otro lado de la narración cinematográfica y plasma perfectamente esta historia mundana. Ritmo pausado pero de las que te atrapan de principio a fin.
Cartel de Wind River
Y otra más, ahora el documental 78/52. Interesantísima propuesta esta de Alexandre O. Philippe que examina en pormenorizado detalle la secuencia de la ducha de Psicosis (Psycho) del maestro del suspense Alfred Hitchcock. Comentarios varios de Jamie Lee Curtis, Guillermo del Toro, Peter Bogdanovich, Bret Easton Ellis, Karyn Kusama, Neil Marshall, Scott Spiegel, Leigh Whannell o Elijah Wood. Curiosa visión extendida de todos los pasos dados por Hitchcock para rodar la secuencia, los secretos que oculta, los cortes sufridos, las razones de la posición de la cámara en todo momento. Una rareza de esas que merece ser vista para tratar de comprender un poco más las obsesiones de un irrepetible genio del cine como el gran Alfred Hitchcock.
Cartel de 78/52
El punto final es un producto independiente que no tiene ni cartel. Se titula The Endless y ha sido dirigido y protagonizado por Justin Benson y Aaron Moorhead. The Endless es algo así como una fusión de cine de ciencia ficción sesuda con los asuntos siniestros de las sectas made in USA. Se podría decir que es la Confluence de este 2017, aunque también usa esos elementos oscuros y de mal rollo que nos ofreció hace unas ediciones la entretenida The Sacrament. Estamos ante una propuesta inteligente, que si contara con un poco más de medios, y sobre todo mejores actores, sería una completa delicia. El resultado no obstante es muy recomendable, inteligente y con cierto punto lovecraftiano… que no lo es tanto, pero que le da un poso diferente al producto final que bien merece un par de vueltas en la cabeza. Si tenéis ocasión no dejéis de verla, aunque ojo con la producción porque es muy pero que muy indie.