marzo 2015
Dom 15 Mar 2015
Pues resulta que Chappie (2015) es el tercer viaje social en un universo de realismo y ciencia ficción para el sudafricano Neill Blomkamp. Un viaje en el que, no sé si bueno o malo, vuelven a explotarse todos los factores que con total agrado definieron y nos sorprendieron en aquella magnífica incursión cinematográfica, y opera prima, titulada Distrito 9 (District 9, 2010).
Aunque sufrió un temeroso bajón y notable traspiés unos años más tarde con Elysium (2013), Blomkamp vuelve a invitarnos a su tierra natal, a un Johannesburgo socialmente roto, con claras diferencias donde conviven ricos muy ricos y pobres olvidados. Esta vez el punto de partida es el nacimiento de un cambio radical a nivel seguridad poblacional. Los habituales agentes que velan por que todo cumpla con la rectitud establecida, sea como fuere, han sido sustituidos por una avanzada forma robótica denominada "Scouts" salidos de un jugoso acuerdo con una empresa privada, dirigida por la siempre interesante Sigourney Weaver. En esta distopia que se nos plantea uno de estos "Scouts" acaba como el rosario de la aurora tras una operación y no le queda otro destino que el desguace y reciclaje. Pero hay algo más, una de las mentes detrás de estos nuevos policías, encarnado por Dev Patel, decide ir un paso más allá y tras trabajar como un condenado desarrolla un nuevo software que servirá de germen para el nacimiento de Chappie (Sharlto Copley), un bebé, un niño y una esponja de IA ansiosa por aprender, comprender y socializar.
Esto sin lugar a dudas es lo mejor de la película. Pese a tener que interactuar con personajes hiperactivos y que, de forma innegable, no es que transmitan demasiado, la historia de Chappie llega a aportarte sentimiento, en mi caso lo hizo, y resulta entrañable ver la forma en el que nuestro inesperado protagonista se ve expuesto a un entorno no perfecto (violencia, desprecio, engaño, cariño, odio o venganza). Chappie crece condicionado por dos importantes factores, primero el de su creador Deon Wilson (Patel) que trata de inculcarle valores positivos, segundo el de los Die Antwoord AKA los infumables Ninja y Yo-Landi Visser, amén de Amerika (Jose Pablo Cantillo). El interés por enseñar de Wilson, que trata a Chappie como lo que es, un recién nacido, choca de frete con el ansia de aprovecharse de la inocencia del nuevo robot que profesa, sobre todo, el descerebrado de Ninja. En frente de estos, y como pie para recalcar lo del odio y frustración digno del mullet que se gasta uno más de los personajes protagonistas, otra historia de guerra interina entre Wilson y Vincent Moore (Hugh Jackman). Esta es la parte de la película que menos encaja… esta y el último tercio donde pasamos de una "comedia" entrañable a un desbarajuste de acción que deriva en el tercer acto similar al de historias previas que se sacan de la manga Blomkamp y su señora esposa, la co-guionista Terri Tatchell.
¿Entonces en qué quedamos? Pues siendo sincero Chappie se puede disfrutar. Te ríes, te emocionas, y puedes disfrutar de un nuevo derroche visual hiperrealista pergeñado por la mente de Blomkamp. Vives el robot, disfrutas con su crecimiento, cómo se mueve, cómo interactúa con los otros personajes, etc. Luego está la fase solución fácil, que es donde se pierde el tono al que te han ido acostumbrando durante cerca de hora y media de película. Otra cosa a no destacar es la presencia de los Die Antwoord, que ni van ni vienen, él por exceso y mala interpretación, sobreactúa cosa fina, ella por lo chuchurría que parece ser… es como si le faltara sangre, y nuevamente carencia de capacidad actoral. Me intriga la versión original por eso de escuchar a Copley dando vida a Chappie y su evolución mental. Muy grandes los momentos del robot robando coches y la inocencia que desprende cuando se da cuenta de los engaños a los que ha sido sometido por parte de todos aquellos que dicen quererle. Muy curiosa y para nada tan mala como la están pintando al otro lado del charco.
Uno de los carteles de Chappie