Elegir como plan de resurrección profesional una adaptación directa de una obra de H.P. Lovecraft es indudablemente arriesgado. Richard Stanley, un director singular y con una carreta ciertamente truncada por un destino loco, ha optado por el más difícil todavía para relanzar su tortuosa carrera. Apoyado por SpectreVision, la empresa de Elijah Wood y Daniel Noah no teme nada y eso mola, el bueno de Stanley ha liado una buena para dar el do de pecho y generar uno de los proyectos cinematográficos más auténticos relacionados con la superlativa obra de ese genio literario que fue, y es, el maestro pulp de Providence.
Tras ofrecernos a principios de los 90 los inclasificables terrores Hardware y El demonio del desierto (Dust Devil), amén de ser despedido durante la primera semana de rodaje de La isla del Dr. Moreau (The Island of Dr. Moreau), el bueno de Richard Stanley comenzó a transitar por la faz de la tierra sin destino aparente (cortometrajes, documentales, entrevistas…), esperando uno de esos trenes con forma de segunda oportunidad, una que con merecimiento le devolverían al lugar que nunca debió abandonar. Tras muchos años por aquí y por allá, se le ha podido ver por Sitges un año tras otro hasta colaborando como guionista con directores patrios como Nacho Cerdá, este curioso director ha encontrado el rumbo nuevamente adaptando "El color que cayó del cielo", uno de los hipnóticos relatos de Lovecraft, publicado este en 1927.
Color Out of Space es una notable y fiel interpretación de la obra de Lovecraft, trasladando el relato casi centenario al ahora pero, al tiempo, eligiendo como hilo de su historia el origen de la propia obra escrita. Stanley se centra por lo tanto en contar lo que pasó en las afueras de Arkham, aquello que le cuentan al protagonista del cuento de Lovecraft, pero intercalándolo con la llegada de este, Ward (Elliot Knight), un ingeniero encargado de revisar los ríos que desembocan en un embalse cercano a la icónica ciudad. Es en este punto donde la obra de Stanley elige su propio camino al presentarnos a la familia Gardner, formada por Nathan (Nicolas Cage), Theresa (Joely Ricahrdson), Lavinia (Madeleine Arthur), Benny (Brendan Meyer) y Jack (Julian Hilliard), y la llegada de ese meteorito espacial que contiene ese color imposible de identificar y que todo lo trastoca.
Stanley juega a partir de este momento con varios de los puntos álgidos dentro de la propia obra de Lovecraft, y de la mitología creada por el escritor. En Color Out of Space hay espacio para la paranoia, la desesperación, las mutaciones más desagradables e irreversibles, o la caída en una espiral de locura de donde uno no puede salir. Todo lo que Lovecraft cuenta en su historia está presente de una u otra forma en la película, y esto es algo que debe ser francamente agradecido al propio Stanley que, con atrevimiento, ha cocinado un guión arto fiel a la obra que adapta. Como en el cuento, todo acaba infectado, corrupto y degradado hasta límites inconcebibles para terminar derivando en el propio inicio del relato… ese erial maldito donde nada nace ya.
En fin, Color Out of Space es, en su todo, una de las aventuras cinematográficas más fieles a la obra de H.P. Lovecraft jamás rodada. Y esto, pese a los posibles y presentes desvaríos de Cage, es algo que debe tenerse en cuenta para esperar con franca ilusión el segundo episodio en esta prometida trilogía de adaptaciones. El futuro se llama "El horror de Dunwich" y, la verdad, no imagino en este momento a nadie mejor que Richard Stanley para adaptarla de nuevo al cine.
Fabuloso cartel de Color Out of Space de Richard Stanley… joya psicotrónica