Después de quedarme sin verla la semana pasada por culpa de un fallo con la cabina del cine, este pasado sábado, y pese a las advertencias, me fui a ver El destino de Júpiter (Jupiter Ascending, 2015), lo nuevo de los dispares Hermanos Wachowski, seres capaces de las más impresionantes peripecias, véase la trilogía Matrix o la reciente y sobrecogedora El atlas de las nubes (Cloud Atlas, 2012), o de los productos más catastróficos… sí, hablo de Speed Racer (2008). Dado que los hermanos Andy y Lana son gente de extremos, ¿en que lado debemos poner a El destino de Júpiter? Pues que queréis que os diga, ni en el uno ni en el otro, y de hecho ni en el medio. El destino de Júpiter es una rareza de tomo y lomo, un producto errático y atípico, repleto de referencias cansinas a su cine, que tan pronto combina la hiperactividad del mejor modelo de acción, hay alguna escena que quita el hipo y que sigue explorando esa marca por la que nos rendimos ante el arte de los Wachowski, con la pamplina más simple, rocambolesca, absurda y que te rompe el ritmo sin pararse a pensar por qué narices el espectador se merece esto.
El film es difuso, chocante, curioso en sus planteamientos, eso de la inmigrante rusa llamada Júpiter (Mila Kunis) que de pasar la escobillas por inodoros varios repentinamente pasa a estar en el punto de mira de toda la galaxia, la que nos controla y no conocemos, tiene un punto, pero su grotesca familia, su más extraña forma de vivir y un millón de cosas más, Soylent Green implícito, hace que te pierdas… casi tanto como el momento digno de Terry Gilliam en el que Júpiter, Kane (Channing Tatum) y un robot picapleitos se trasladan a "la casa que enloquece" de Las doce pruebas de Astérix (Les douze travaux d’Astérix, 1976). Por lo demás parece que la película no sabe qué hacer consigo misma, ¿va dirigida a un público sesudo por lo trascendental de su historia o es un producto exclusivamente palomitero? Pues en estos momentos sigo sin saberlo. Las piezas no encajan, los personajes no encajan, se supone que Balem Abrasax (Eddie Redmayne) es el villano pero pinta menos que la UGT con Franco, sus hermanos Titus (Douglas Booth) y Kalique (Tuppence Middleton) están pero no se sabe muy bien con qué objetivo. Las pintas de Tatum son dignas de ver, las pintas de la Kunis son mucho más dignas que ver que las de Tatum, y lo de el aparecido Sean Bean no funciona… y no funciona porque no hay épica ni tradición en su personaje!
En definitiva, en El destino de Júpiter los Wachowski pergeñan una space opera con posibles pero que tras construir un universo propio, personal, grandilocuento (y bastante histriónico) palidece y se pierde en un agujero negro de nadería… aunque quién sabe, igual el director’s cut de este film, recordemos que llega con casi un año de retraso, salva los muebles. Os no gustará.
Uno de los carteles de El destino de Júpiter