Dom 22 May 2016
Cuando una película contiene un chascarrillo del calibre de "terceras partes nunca fueron buenas", dicho por Scott Summers (Tye Sheridan) al salir del cine donde acaba de ver El Retorno del Jedi (Return of the Jedi), la cosa no puede ir a peor. Si encima sueltas la frasecita para, de forma traicionera, lanzar la puya contra X-Men: la decisión final (X-Men: The Last Stand), cuando en lugar de ver la paja en el ojo ajeno deberías fijarte en la viga que tiene en el tuyo, pues te encumbras.
Bryan Singer es el responsable, junto al guionista / productor / visionario Simon Kinberg, de que esta X-Men: Apocalipsis (X-Men: Apocalypse) sea una castaña, visible y pasajera pero castaña de cabo a rabo. Uno de los estudios con menos visión de los productos que tiene entre mano es 20th Century Fox, al menos en cuanto a potencial de calidad. Les ha salvado el culo Deadpool porque al fin han caído del guindo y comprendido que hay que liberarse de ataduras. La saga X-Men no ha tenido tanta suerte, lo mismo que otras familias como los 4 Fantásticos. Hace un lustro los mutantes de John Byrne cayeron en manos de Matthew Vuaghn y su fresca visión sobre los primeros pasos de la Patrulla X con X-Men: Primera Generación (X-Men: First Class). Esa delicia de apuesta cinematográfica, con guiño, comenzó a decaer en X-Men: Días del futuro pasado (X-Men: Days of Future Past) merced a la obsesiva necesidad de dar el protagonismo a alguien que históricamente no debía tenerlo. Aquí hay doble entendimiento… por un lado Bryan Singer, por el otro Hugh Jackman. El guiño dejó de serlo.
X-Men: Apocalipsis quiere rizar el rizo y se mete un batacazo de no te menees. Bryan Singer está caduco, ha perdido el mojo y una de dos, o quiere sentarse en la silla de director porque no tiene nada mejor que hacer o el estudio no encuentra a nadie más para el encargo tras darle matarile a Vaughn, ya pondrá sobre la mesa frescas ideas en otros proyectos que seguirán gustando al respetable. Lo que podría haber sido una gran apuesta comiquera se queda en un simple producto big boss sin ton ni son. El ser En Sabah Nur, Oscar Isaac donde te metes, es probablemente la peor concepción de villano posible. Amén de parecer un cromo, y no dar la talla en ningún aspecto, sólo le mueve un fin… castigar a base de demostraciones ultra poderosas donde el CGI decora unos ricos escenarios, y que bien podían haber usado para mejorar su propia presencia.
¡Ojo!, esto ya lo hacía Magneto en su día en cualquiera de sus versiones en celuloide, el odio por la raza humana. Aquí En Sabah Nur quiere lo mismo, puede que a mayor escala y, sin dudarlo, más rápido y acompañado, por lo que tristemente en esto se nos queda el film. Sabemos lo que va a pasar desde el minuto cero, Apocalipsis odia y su fin llegará a manos de los mutantes en modo totum revolutum. Porque sí, con tristeza hay que decir que nadie toma el mando, tiene tanta presencia Jean Grey (Sophie Turner) como William Stryker (Josh Helman) o Moira Mctaggert (Rose Byrne), no han querido un rostro destacado que afiance el producto y pone el foco en la sensación de creación de un nuevo supergrupo… nacen, o renacen, los mismos: Cíclope, Jean Grey, Tormenta (Alexandra Shipp), Rondador Nocturno (Kodi Smit-McPhee) y para de contar. La película, para cubrirse de más gloria, vuelve a explotar aquello el fandom más agradecido en la anterior película: por un lado la veloz aparición de Mercurio (Evan Peters) y esa cámara ultra rápida / ultra lenta cachondeo padre, la escena es lo mismito, y cómo no ese largo guiño que no puede estar más metido con calzador… no por culpa del personaje, si no por la no necesidad de ir al lago Alkali y tratar, de alguna forma, de vincular universos que fueron separados por completo en la anterior parte de la saga. Ah, y esos cuatro jinetes… madre mía lo que les mueve… ¡la más absoluta nada!, sólo buscan un orgasmo de poder.
En definitiva, entretiene, eso no lo voy a negar porque la previsión era de cielo cubierto y la cosa se ha quedado en nubes con algunos claros, pero al fórmula se agota… no sé si en manos de Bryan Singer o de los responsables del estudio. Se podía haber hecho tanto, se podría haber trabajado sobre el dramatismo de algunos momentos, y en lo que se queda el guión de Kinberg, para mi junto al director el gran culpable, lo que nos ofrecen es un tipo azul con un poder tan imparable que ni él sabe explotarlo… hasta que le explotan.
Cartel final de X-Men: Apocalipsis
P.D. Ojo, en defensa de Singer hay que decir que gracias a él nacieron los films grupales comiqueros, el género acababa de arrancar su nuevo rumbo gracias al olvidado Stephen Norrington y su Blade diferente a todo lo anteriormente conocido. De su mano también llegó la tremenda X-Men 2 (X2) con una guerra entre bandos mutantes con el valor William Stryker en medio para darle más intensidad. Pero desde ese momento su gen mutante se disipó… y así sigue.