Opinión


La semana pasada llegó a los cines la esperada, deseada y añorada, adaptación de la seminal obra literaria de la ciencia ficción "El juego de Ender" del muy discutido Orson Scott Card. Varios han sido los intentos, el más cercano aquel del 2007 con el bueno de Wolfgang Petersen trabajando codo a codo con el autor para llevar adelante el traslado, pero finalmente no ha sido hasta este 2013 cuando Gavin Hood, director y guionista, acompañado por un reparto digamos que compensando aunque por momentos extraño, ha hecho realidad, en parte polémica, el deseo de muchos aficionado a la obra de Card. El mundo de las adaptaciones nunca dejará a nadie contento, esa es una cruda realidad, y donde unos ven flagrantes carencias otros observan ventajas y justificación por el medio al que va destinado. El juego de Ender (Ender’s Game, 2013) es un claro ejemplo de esta problemática. Todas las ausencias del film, muchas y relevantes en la novela, vienen a acentuar el foco en las relaciones personales y, sobre todo, en las tribulaciones de Ender Wiggins (Asa Butterfield), aunque conocedor de su destino, un instrumento más en una sociedad con enfoque militar preocupada por su propia existencia tras un intento de invasión extraterrestre que acabó diezmando la población de la Tierra.

Hood tiene suerte y se ha logrado aliar con el entregado Asa Butterfield que da algo más que la talla como Ender en un papel que deambula por los diversos reflejos de la personalidad del niño; sentimental, metódico y abiertamente violento. Buttlerfield nos convence y logra trasladar al dedillo los matices de la personalidad de Ender convertido en un joven algo más que inteligente, empático, en el fondo cariñoso y con tal convencimiento en sus posibilidades, es EL estratega, que es el claro líder que decidirá el destino del mundo. Junto a él pues rostros conocidos como el de Harrison Ford en un papel ligeramente pillado con desgana, segunda vez que se adentra en la ciencia ficción tras Cowboys & Aliens (2011) y segundo papel en el que le salva que es quien es aunque lo que tiene que buscar, lo peor de Ender, logra encontrarlo, Viola Davis, positiva aportación, Abigail Breslin como Valentine Wiggin o Hailee Steinfeld como Petra Arkanian, aquí dos de las jóvenes actrices que deberían seguir creciendo con el paso de los años aunque no se yo si lograrán cuajar algo más que papeles de reparto. Luego tenemos a Ben Kingsley como el mítico Mazer Rackham y Nonso Anozie como Dap, otro par de actores que bueno, el primero como Ford, es quien es y siempre hace bien las cosas, el segundo no hay por donde salvarle.

Lo que si logra esta adaptación de la obra de Card es crear un producto abiertamente entretenido de cara a su explotación en cines, que lleva a la gran pantalla lo que más va a entretener al espectador aunque deje de lado otros temas que en la novela son igualmente importantes pero que en este medio, seamos realista, abrirían tantas líneas a seguir que desviarían demasiado la atención real. Si hubieran tratado de condensar todo en los 120 minutos finales que dura esta película la habrían cagado por completo. En mi caso no lo voy a negar y es que El juego de Ender me ha entretenido, ha pasado por algunas partes un poco a galope tendido, pero ha ofrecido las suficientes razones, de guión, de interpretación y visuales, como para cuajar un producto decente y muy disfrutable, aunque como ya digo pasa excesivamente rápido por ciertos aspectos en los que uno se debería haber parado más como el crucial momento del examen final… pim pam pum, aquí paz y después gloria. En fin, destacar las batallas, pura estrategia narrativa que en manos de Asa Butterfield, pese a sus 17 años demuestra unas tablas bastante impresionantes, resultan igualmente impactantes pese a no caer en el extremo de la floritura y artificio, si bien hay que reconocer que Hood se ha acompañado de un equipo sobresaliente si hablamos del apartado de los efectos visuales.

Cartel final de El juego de Ender
Cartel final de El juego de Ender

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Otra de las tristes sorpresas del festival de este año. Infumable y extremadamente lisérgica este sorprendente intento cinematográfico de Ben Wheatley, impensable el cambio de registro plasmado por el director de las muy notables Kill List (2011), Sightseers (2012) y que ahora se introduce en el universo de "Doctor Who" (2005-¿?). En mi caso, y pese a la defensa a ultranza otorgada hacia la película en otros sitios, no le encontré ningún sentido a este periplo por una especie de purgatorio artístico en la Guerra Civil Inglesa. Un grupo de soldados, entre los que hay un alquimista, desertan de la guerra y tras juntarse acaban siendo obligados por un señor de alta alcurnia a buscar un tesoro secreto supuestamente escondido en un pedazo de tierra de la campiña inglesa. Setas alucinógenas, a puñados, un tronco cubierto de runas y otras cosas muy raras acabarán minando la moral del grupo y poniendo a prueba su cordura. Horripilante es poco, cansina con momentos que desafían la mente del propio espectador como las variopintas interpretación in situ de cuadros a modo "La rendición de Breda" de Velázquez. La verdad, en estos momentos sigo sin comprender la película.

Sin lugar a dudas lo mejor de A Field in England... el póster
Sin lugar a dudas lo mejor de A Field in England… el póster

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Lo que últimamente fabrica la Casa de las Ideas en su espectro más cinematográfico transita curiosamente en polos opuestos difíciles de digerir. Quizás sea por el carisma de los personajes, por la propia dinámica de los mismos o incluso por el interés que ponen aquellos que los interpretan, pero el una de cal y otra de arena podría ser el eslogan de Marvel Studios en estos momentos. Hay que dejar claro que Thor: el mundo oscuro (Thor: The Dark World, 2013) es un reenfoque superior de las aventuras del hijo de Odín (Anthony Hopkins) tras el flojo tránsito por el desierto de Nuevo México que dirigió hace ahora dos años el bueno de Kenneth Branagh. Alan Taylor, sobradamente competente en estas lides del medievo cuando tiene bajo el brazo un producto complejo, extenso y retorcido, se embarca en una aventura de corte medieval futurista donde la intensidad y la emoción, puntual pero existente, convive con la comedia, mil gracias, y cierto aburrimiento, esta es la realidad. Siento que algo le falta a Thor: el mundo oscuro y no creo que sea culpa del personaje si no más bien de las elecciones tomadas en torno a él. Aun así este film tiene algo que el anterior no tuvo, y es una extensa conjunción de propuestas a nivel género que la hacen entretenida pero no por ello una pieza crucial dentro del universo cinematográfico de Marvel.

En el fondo me planteo que quizás el problema radique en el propio espectador. El fan seguidor del personaje puede que comprenda mejor las vicisitudes del mismo, y la importancia de todos aquellos que le rodean, pero que los aportes más reseñables de la película los pongan Loki, nuevamente Tom Hiddleston es en realidad quién mantiene todo esto a flote, el Dr. Erik Selvig encarnado por Stellan Skarsgård, sus momentos en pantalla son geniales, o Kat Dennings, mucho más presente su Darcy en este film y más agradable de ver que la estirada de Jane Foster (Natalie Portman), da que pensar. Vale que el film pone su foco durante una gran parte del metraje en una guerra interna en Asgard donde traiciones, batallas personales y grandes dramas recrean las clásicas intrigas palaciegas con las que Taylor tanto ha trabajado… perfecto. Pero este tipo de películas ponen mucho de su foco en el reto, el villano al que el héroe debe hacer frente y que, esto lo encuentro necesario, debe causar simpatía hacia el espectador o en caso contrario un odio acérrimo y temor. Malekith el maldito no logra ni lo primero ni lo segundo. No soy lector de Thor, pero esperaba más del personaje encarnado por el siempre molón Christopher Eccleston. Pasadas ya unas horas desde su visionado sigo sin comprender de donde sale la capacidad destructiva de los Elfos Oscuros de Malekith visto lo visto en un prólogo que sirve de antesala a todo lo que luego se nos cuenta. Da la impresión de ser un componente transitorio e infrautilizado como ocurriera con Cráneo Rojo (Hugo Weaving) en Capitán América: el primer vengador (Captain America: The First Avenger, 2011).

Pero bueno, la película cumple, no llega a emocionar ni a aportar situaciones intensas aunque ofrece los elementos esperables para una producción de este tipo. Un uso puntual y de singular importancia de personajes secundarios como Heimdall (Idris Elba), Silf (Jaimie Alexander), Fandral (Zachary Levi), Volstagg (Ray Stevenson) o Frigga (Rene Russo), sobrecarga de efectos visuales para que conozcamos mejor Asgard o Svartalfheim, unas cuantas sorpresas dentro de la propia historia que hacen que el trabajo de los guionistas sea más valorable, y, eso si, una presencia de Thor (Chris Hemsworth) como se espera de él… Mjölnir en mano vuela, desencadena sus mejores golpes y sirve para rememorar a la mejor versión comiquera del personaje. En definitiva, debe verse para seguir profundizando en ese curioso experimento coral de Marvel Studios, para cruzarte de nuevo con Stan Lee, adentrarte en el vínculo con el siguiente producto de la compañía en cines y comprender mejor lo que seguramente sea The Avengers 3 en el 2018.

Uno de los carteles españoles de Thor: el mundo oscuro
Uno de los carteles españoles de Thor: el mundo oscuro

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Javier Botet, Roberto Pérez Toledo, Pablo Vara, mi querido David Galán Galindo y Javier Fesser… si, el maestro Fesser. De las manos de estos cinco personajes nace Al final todos mueren (2013), film coral que hilvana una serie de historias cuyo nexo común está más que implícito en el propio título de la película… no hay sorpresa… o puede que si. Porque ojo, por muy directo que pueda parecer, es quizás la obviedad del mismo lo que nos engaña ya que en realidad a lo que uno no asiste es al fin de la vida de los protagonistas de estas cinco historias. Que va, a modo secuencia enlazada, algún que otro maestro cinematográfico seguramente aplaudiría por el logro obtenido, se nos cuentan las diferentes situaciones de un buen puñado de personas muy diversas cuando el fin del mundo está ahí a la vuelta de la esquina, inevitable y, por qué no decirlo, bastante jodido.

Vale que el fondo puede haber sido usado en demasía, aunque fue en otro tiempo, pero hay que reconocer que si bien las historias ofrecidas por estos cinco usan ese motivo como razón para los acontecimientos que han de llegar, esa situación futura sirve no obstante para presentarnos cincos acontecimientos diferentes, mejores y peores, donde se da rienda suelta a oscuras paranoias, reuniones entre amigos con temas pendientes entre ellos, encuentros personales que en otras situación hubieran sido inimaginables, momentos llenos de emotividad y vitalidad pese al cercano fin o surrealismo espacial, este obra del bueno de Fesser. Y es que si, esa premisa de que en cualquier momento, más o menos cercano, todo se va a freír espárragos, sirve sin embargo para descubrir la forma en que cada uno enfoca el irremediable destino. Desde la positividad que transpira la historia de "Los románticos del fin del mundo", dando un giro con las malas artes de "8 días antes del impacto", pasando por la melancolía del segmento "El hombre del mañana", la macabra estampa de los hechos que tienen lugar en el segmento de Botet o la cómica situación, bien vale para echarse unas risas, del prólogo y epilogo gestados por Fesser.

Pero si, todos estos diferentes impulsos deben encajarse en un conjunto global, y es aquí donde el todo no es perfecto… ni tampoco creo que pretendiera serlo. En mi caso me quedo con las historias de Fesser, David Galán Galindo y Roberto Pérez Toledo. Supongo que en situaciones como las que se plantean uno prefiere dejar todo esto con una sonrisa o al menos bajo un punto de vista positivo, y así transita el film en su conjunto. A modo montaña rusa se juega con momentos álgidos y otros demasiado oscuros y no tan soportables. Eso si, entre "Los románticos del fin del mundo" y "El hombre del mañana" queda claro que pese a las tristes circunstancias, pese a que al final todo se va a la mierda y a tomar viento, siempre se podrá buscar el lado bueno de las cosas como decían los Monty Python. Si hay vida hay esperanza… aunque lo primero sea cuestión de horas ya que Al final todos mueren.

Cartel de Al final todos mueren...
Cartel de Al final todos mueren…

 

Una de las sorpresas de Sitges 2013. El director de origen catalán Pablo Larcuen, con poco más de 14.000 euros y un iPhone 4S, los de Apple estarán encantados con este tipo de anuncios gratuitos de la marca, se saca de la manga una curiosa y llamativa incursión en el cansino género del "metraje encontrado" pero, sorpresa, logra realizar una película bastante completa, entretenida y que cumple notablemente pese a los pírricos medios que ha tenido a su disposición, aunque hay que reconocer esos si que la post-producción ha ayudado, casi tanto como el apadrinamiento del cada vez más instaurado en Hollywood Jaume Collet-Serra. Un par de estadounidenses ansiosos de mojar el churro, sobre todo uno de ellos, se van de viaje veraniego a la Barcelona más internacional y fiestera… craso error señores. En modo gamberro y pasados de rosca gracias a mililitros de alcohol, como les gustas emborracharse con chupitos a estos de los EE.UU., ven su oportunidad en dos chicas de la ciudad que aparentemente aceptarán participar en sus aventuras carnales. Pero lo que promete ser una noche de bunga bunga se torna en una gamberrada de muy señor mío donde la inacabable batería de un iPhone, quizás el elemento más imposible de la aventura de Larcuen, quedará como único legado del paso de estos jóvenes made in USA por la ciudad condal. Sorprendente buen ritmo, pasables interpretaciones, no es lo mejor pero lo compensa, toques de humor y mucha mala leche para una película entretenida que pone a Larcuen en la buena senda. La verdad, si con estos mimbres ha logrado hacer Hooked Up habrá que estar atento a lo que pueda hacer con medios más suntuosos… igual logran confirmarse como un realizador al que seguir la pista. Merece la pena echarle un vistazo para descubrir lo mucho que se puede hacer con tan poco…

Primer póster de Hooked Up de Pablo Larcuen
Primer póster de Hooked Up de Pablo Larcuen

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Aquí estoy con una review que adelanto dentro de la secuencia cronológica que sigo con las opiniones de Sitges 2013 ya que hay que aprovechar que se estrena este fin de semana Insidious: capítulo 2 (Insidious: Chapter 2, 2013). Además, me sirve para recordaros que desde ayer, y hasta mañana domingo a las 20:00, está activo el Octogésimo Concurso Uruloki: ni que farolillo ni que niño muerto, Insidious: Capítulo 2, así que venga, no perdáis la oportunidad.

Aunque resulta curioso como al otro lado del charco, y parte de este, la están poniendo de vuelta y media… no se puede negar que la nueva incursión de James Wan en el género que por ahora mejor se le da es cumplidora, fiel y entretenida. Vale que no innova ni ofrece nada sorpresivo si la comparamos con su simpática predecesora, pero aun así logra su cometido… entretener y meterte el susto en el cuerpo. Además, hay que reconocer que tampoco le ayuda que en la memoria de los espectadores compita con esa joya del propio Wan estrenada hace pocas semanas que responde al título de Expediente Warren: the conjuring (The Conjuring, 2013), y que es probablemente sea ya una de las mejores películas de terror de los últimos años. Pese a ello Insidious: capítulo 2 alcanza su objetivo y mucho se debe a esa curiosa apuesta, no creo que frecuente en el género, por continuar de forma inmediata los acontecimientos iniciados en Insidious (2010), lo que sirve para que Wan juegue un poco con todos nosotros estableciendo situaciones entre los dos films que nos obligan, si disfrutamos con la primera parte, a revisar instantes puntuales que podrían justificar determinadas acciones tomadas… vamos, que se la juega corriendo ese habitual riesgo de los films de ciencia ficción con diversas líneas temporales donde se puede romper la coherencia de los acontecimientos. En fin, en esta ocasión, y tras probar con otros guionistas, Wan se une nuevamente a su viejo y habitual colaborador Leigh Whannell para elaborar un libreto sencillo, efectivo y que de nuevo deja de lado lo llamativamente visual apostando más por el golpe de efecto, el susto sonoro, lo etéreo y fantasmagórico. Puede que en ese aspecto tuviera más gracia Insidious, por ello de los homenajes y esa apariencia muy 70’s / 80’s, pero la lógica obligaba a seguir la línea definida ya que el cambio si que hubiera sido inexplicable y totalmente injustificado. Por el resto la película vale la pena, aunque haya sido pensada para un espectro de espectadores mayor que la irán a ver tras el éxito de su primera parte, es más mainstream, Wan es fiel al género siendo Insidious: capítulo 2 una película digna y, esto quizás sea lo que no me ha convencido, justificado cierre a los acontecimientos acaecidos en su parte previa. No se por qué muchos cineastas se esfuerzan por explicar todo, sea necesario o no.

El cartel español de Insidious: Capítulo 2
El cartel español de Insidious: Capítulo 2

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No soy de los que se van de la sala pese a las basuras que se estrenan y con Real (2013) de Kiyoshi Kurosawa no me faltaron la ganas. Tediosa hasta el extremo esta historia de una dibujante de manga que tras entrar en barrena trata de suicidarse. Aunque fracasa en su intento la joven acaba en coma, aunque su estado no se debe a algo físico si no más bien mental. Atrapada en ese mundo su pareja, y con ayuda de un sofisticado sistema de introspección, se colará en su subconsciente para intentar ayudarla a salir de su catatonia. Traumas del pasado irán aflorando al tiempo que en cada viaje a la mente de su pareja el joven va descubriendo que no todo es lo que parece y que algún que otro significativo secreto le irán haciendo ver la verdad de la situación a la que se enfrenta. Pues si, un peñazo increíble, insufrible y que no ayudó en nada a mantenerse firme ante los brutales ataques de Morfeo. Con una factura horrible, y con un desenlace de esos que lo flipas, Real pasa a formar parte de la lista de grandes cagadas del Sitges 2013 que por ahora solo contaba con la patética The Jungle.

Cartel de esta castaña titulada Real
Cartel de esta castaña titulada Real

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Violenta, silenciosa, paciente y cargada de color. Así es Sólo dios perdona (Only God Forgives, 2013), film que se toma su tiempo para contar una atroz historia cargada de sensaciones extremas aderezadas por la miseria y prostitución de los barrios bajos de Bangkok, las corruptelas policiales, el neón y mucho karaoke. Pocas palabras hacen falta en una película que habla por su imagen, su color y la sangrante y desagradable verborrea del personaje encarnado por Kristin Scott Thomas. En medio Julian, un Ryan Gosling que no suelta prenda salvo para pedir un "wanna fight", obligado por su grotesca madre a clamar venganza tras la muerte de su hermano Billy (Tom Burke), traficante pedófilo que hacía su agosto en los suburbios de la ciudad protagonista hasta que se cruzó en el camino de Chang (Vithaya Pansringarm). Fantástico trabajo de fotografía el de Larry Smith, gracias al cual no se necesita de mucho charla, al que sumamos la música, nuevamente sobresaliente de Cliff Martinez, miradas, momentos y acciones. La verdad, la han puesto de verano en todos los festivales habidos y por haber, pero a mi me ha encantado, será que disfruto con las extravagancias cinematográficas de algunos… en este caso el film de Nicolas Winding Refn me parece nuevamente notable.

Cartel molón de Sólo dios perdona
Cartel molón de Sólo dios perdona

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Casi en paralelo a la magnífica Wrong (2012), presentada por estas mismas fechas en Sitges, el músico / director Quentin Dupieux a.k.a. Mr. Oizo se adentró por segunda vez en ese universo de lo raro y rodó Wrong Cops (2013), una especie de extensión alternativa al mundo presentado el año pasado donde la policía no tiene donde caerse muerta y, por lo tanto, en lugar de ayudar al prójimo se dedica a llevar a cabo toda esa paleta de delitos que en nuestra sociedad hacen las cabezas más descarriadas. En Wrong Cops la policía trafica con drogas, acosa a la gente, no va a trabajar, roba, asesina y saca provecho de todo el que se le ponga por delante sin que nadie intervenga para remediarlo ya que, en el fondo y visto el mundo de Dupieux, no hace falta. Nuevamente su director / guionista elabora un producto extremadamente surreal en donde conocidos del director como Mark Burnham, el gran Eric Judor, Steve Little o Eric Warenheim, hacen cosas tan grotescas como traficar con drogas usando ratas como lugar para ocultar las papelinas, componer música electrónica acompañados de críticos musicales al borde de la muerte o vivir obsesionados con las tetas de las mujeres, con la natural búsqueda de su visionado al precio que sea. Dado lo disfuncional del conjunto final el espectador, y como ocurriera con Wrong, debe hacerse a la idea de que lo que va a ver es un completo sinsentido, del que debe reírse y que solo sirve para pasar un buen rato en un mar de incoherencias y rarezas. Solo así podrá disfrutarse, en caso contrario, y como no tiene ni pies ni cabeza, resultará ser un fiasco. Atención a los cameos, igualmente inclasificables, de Marylin Manson o el robocopiano Ray Wise. Ojo, para dejarnos claro que esto es la versión "Cops" (1989-¿?) de Wrong tenemos una brevísima aparición de Jack Plotnick (Dolph Springer)… desconozco si en ese momento busca a su perro o no.

Inclasificable cartel de Wrong Cops, solo verlo perturba!
Inclasificable cartel de Wrong Cops, solo verlo perturba!

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Aquí está la triunfadora de la sección oficial de la 46 edición de Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya a.k.a. Sitges 2013. No lo voy a negar, no tenía ni puñetera idea de quien era Alex van Warmerdam hasta el otro día, pero tras ver Borgman (2013) tomo nota y me apunto su nombre para indagar más en el pasado de este director holandés que cuenta ya con unos años a sus espaldas y una dilatada carrera como actor, guionista y director, repleta además de reconocimientos en festivales de calado como Cannes, San Sebastián y un largo etcétera. Borgman redefine e incrementa la fuerza de ese subgénero conocido como las home invasion que tanto mal rollo da y al que le suma tintes surreales e incalificables amén de una especie de referencia diabólica bastante grotesca. La historia contada gira entorno a un paria, interpretado por el intrigante y maquiavélico Jan Bijvoet, que se cuela literalmente y hasta la cocina en la vida de una familia de la alta sociedad holandesa. Camiel Borgman, así se llama el tipo, embauca, tergiversa, convence y altera por completa no solo la vida de Marina (Hadewych Minis) y Richard (Jeroen Perceval), si no que interfiere en sus decisiones, su relación e incluso sus sueños. Destructiva, asfixiante y aterradora, de esas que te dejan con muy mal cuerpo.

Cartel de Borgman de Alex van Warmerdam
Cartel de Borgman de Alex van Warmerdam

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