Hace un par de años más de uno se tiró de los pelos con el prematuro reboot de Spider-Man en pantalla grande. Se cumplía un lustro de aquella desganada despedida de Sam Raimi de una de las franquicias comiqueras del nuevo siglo, una que llevaba entre nosotros desde el ya lejano 2002 y que nos había presentado una versión del personaje curiosa, mutante lanzarredes, pero que arrancó con buen pie y en donde destacó notablemente aquel segundo episodio donde conocimos al fabuloso villano Doctor Octopus (Alfred Molina). En fin, este relanzamiento le daba la vuelta a la tortilla y vía Marc Webb, nadie se podía creer su fichaje, optaba por enfocar un nuevo camino, menos conocido para el fandom en general, en donde los traumas del joven Peter Parker (Andrew Gardfield), ya fueran en el entorno familiar o escolar, colapsaban bastante, o demasiado, la pantalla. Han pasado dos años y los mimbres construidos en el 2012 se afianzan y amplían en este 2014 con The Amazing Spider-Man 2: el poder de Electro, pero lo hacen tristemente en formato batiburrillo, tratando de acrecentar los malos momentos del personaje, menudo drama de vida, sacándose de la manga una triada de villanos que ni tienen carisma, ni empaque, ni, esto debe ser dicho, mucho sentido. ¿Qué narices han pergeñado esta vez Alex Kurtzman, Roberto Orci y Jeff Pinkner? Pues un cacao bastante gordo.

En primer lugar un drama de nivel supremo, en esto aplaudo eso de clavar ese gran puñal con forma de uno de los peores momentos, si no el peor, en la vida Peter Parker. Aunque tras la extenuante promoción no creo que nadie se sorprenda, contar ese instante de la historia de Spider-Man es cruel, y más para un film que llega con el objetivo de alcanzar a cuanto más público mejor (hacen falta muchos millones). Al comentado drama debemos sumar algunos detalles que cuestan digerir.

Para comenzar nada mejor que presentarte a un nuevo personaje crucial en la vida de Spider-Man, un amigo de toda la vida que es colado sin embargo mágicamente cuando nunca se le había ni mencionado. La llegada de Harry Osborn (Dane DeHaan), forzada nivel sin vaselina, sirve exclusivamente a Sony para establecer los pilares de su nuevo plan, ese en el que pretende explorar, explotar y secar el universo de Spider-Man. La entrada de Osborn solo tiene ese objetivo y el de cumplir con fidelidad, no 100% pero cercana, con la polémica y dolorosa viñeta. Le sigue el villano principal, WTF, del film. Electro, un Max Dillon con cero amigos obsesionado hasta niveles paranoicos con Spider-Man y que funciona exclusivamente por odio. Ninguneado por todo el mundo, Spider-Man no va a ser menos, quiere sangre, venganza y provocar el caos en la ciudad. Jamie Foxx aparece, frikea un poco y sucumbe al drama de vida de Peter Parker, a las dificultades de su relación con Gwen Stecy (Emma Stone), al ahora corto, ahora seguimos, ahora te susurro al oído, ahora te suelto un arrumaco, ahora me haces tilín, ahora no te soporto, etc. A ver… ¿en qué momento han olvidado que este era el villano principal? Despiporre de 15 minutos al final y si te he visto no me acuerdo. Injusto.

Pero esto no termina aquí, ojalá fuera así. La presencia de Paul Giamatti como Rhino es anecdótica, y mejor que se quede en eso y si de paso lo olvidan para el futuro pues contentos. Si bien el origen de Electro está ciertamente elaborado, hay construcción, lo del Duende Verde y Rhino es para mear y no echar gota. Vale que hay que meterlos, aunque sea con calzador, pero por ejemplo la transformación de Dane DeHann es tan a velocidad absurda que ese "hola y ahora te odio" en cosa de 2 minutos es de lo más inconcebible que podían haber inventado. En el fondo la base del film, lo que lo mueve, y esto ya es para gustos, es la mencionada relación de Peter y Gwen, los temores del primero tras las palabras del Capitán Stacy (Denis Leary) en sus últimos instantes de vida, las dudas de la segunda sobre su relación con Spider-Man y la sensación que tiene de eterna protección pese al extremo poder y maldad de los villanos que pueblan New York. Esto son las tres cuartas partes del metraje, con permiso del trauma padres que te abandonan. El resto pues guerra, efectos visuales a cascoporro, el trepamuros brincando, haciendo florituras chistosas de corte un pelín infantil y fin… nada más.

Se veía venir, si vas a verla sin convencimiento pues le sacas algo, el drama mola, en el fondo es lo mejor dada la crudeza de la historia, pero nada más. El futuro pinta raro, o mucho cambia la cosa o esto acabará peor que con el traspiés de Raimi. The Amazing Spider-Man 2: el poder de Electro es una secuela, pasable, con dosis de film de transición a algo que Sony está convencida que será muy grande… o eso pretenden hacernos creer.

Uno de los carteles de The Amazing Spider-Man 2: el poder de Electro
Uno de los carteles de The Amazing Spider-Man 2: el poder de Electro

 NOTA  El título original del film es The Amazing Spider-Man 2. El hecho de obviar a Electro del título es significativo. Si bien se gana la gran mayoría de carteles, muy por encima del Duende Verde y Rhino, no incide en eso de Electro, Electro y Electro.