Pues nada, regresa el MCU a los cines de nuestra ciudad y es el turno del debut de un nuevo personaje, una renovación en toda regla para redefinir la Fase 4 en la que nos encontramos inmersos. Doctor Strange de Scott Derrickson abre además, y por completo, una puerta hasta ahora no muy explorada del mundo mágico de Marvel. Retazos tuvimos en Thor y Thor: el mundo oscuro, pero nada que ver con esta inmersión a pulmón parida por la casa de las ideas. Sin embargo, lo más interesante del producto es que el enfoque dado vuelve a aquellas raíces ahora ya olvidadas de "origen del personaje", pero llevadas a un punto más dramático y en la línea que plasmó con acierto el primero de los Iron Man. Doctor Strange se centra en los malos momentos, en la etapa más oscura y poco agraciada de un personaje como Stephen Strange. Un hombre brillante, egocéntrico como nadie y con un futuro sin límites. Las cosas cambian repentinamente y es en ese momento en el que la narración explota con minucioso detalle los peores momentos, la autodestrucción a la que se ve avocada Strange y la desesperación que le atormenta.

Pasado este mal trago el producto gira y enfoca la habitual línea de los films del MCU. De paso, y como la magia todo lo permite, se saca de la manga un auténtico exploit de Origen (Inception) para poder mutar sin compasión el mundo en el que viven los protagonistas del film. Ojo, visualmente estamos ante una delicia, un extenuante viaje alucinógeno que, en 3D y sala IMAX, marea como nadie. Cuesta mantener el foco pero eso no quita para que uno se sienta reconfortado cuando lo que busca es originalidad e impronta visual. Esta vez, y merced al mundo que ahora conocemos, las posibilidades son infinitas y Marvel sigue fusionando acción bien rodada, grandes efectos visuales, con el ciento y la madre de chascarrillos cómicos para que el espectador suelte carcajadas.

Guste o no este es el sello en el cine de Marvel y no van a cambiar. Doctor Strange tiene su dosis de mal rollo, pero termina siendo un producto amable, repleto de acción, de viajes astrales, de lisergia visual y de buenos actores. Benedic Cumberbatch tiene tanto ego como el propio Strange y es el total centro de la historia, le queda el papel como anillo al dedo. Secundado está por un anodino Chiwetel Ejiofor como Mordo, todavía no Barón, que seguro será explotado con mejores resultados en el futuro. Genial Benedict Wong como Wong, ideal compañero y complemento cómico de Cumberbatch, y no menos genial Mads Mikkelsen como Kaecilius, un villano con miras y razones certeras para hacer lo que hace. Tilda Swinton también mola y por ahí aparecen otros complementos que vistos y no vistos.

En definitiva, una perfecta presentación de un personaje con potencial y con posibilidades tan infinitas como la propia imaginación de sus presentes y futuros guionistas. No cuento nada más porque el terreno SPOILER está ya muy cerca, pero si os apetece disfrutar un rato pasaros por el cine. Y ojo, tiene dos escenas extra, y ambas son singularmente importantes (al fin).

Doctor Strange
Doctor Strange