Para el que no lo conozca, Joe Begos es un director norteamericano que hace unos años traumatizó festivales varios con su pase de Casi humanos (Almost Human), una desagradable cinta de abducciones, ciencia ficción y mucho pero que mucho gore. Un par de años después Begos se plantó otra vez en festivales con Poder mental (The Mind’s Eye), un rip-off de los Scanners de David Cronenberg protagonizada por gente con poderes psicoquinéticos machacando mentes. Tras 4 años de silencio, pergeñando de nuevo, Joe Begos llegó al 2019 con dos propuestas muy diferentes: Bliss, vampiros y arte, y esta VFW, veteranos de guerra contra señores de la droga suburbana.
Si bien Bliss es original en su planteamiento, VFW es una modernización de la clásica historia de apaches acosando a un grupo de cowboys, o directamente un nuevo homenaje al Río Bravo (Rio Bravo) de Howards Hawks, como ya hiciera el gran John Carpenter en la magnífica y negativa Asalto a la comisaría del distrito 13 (Precint 13). Nuevamente nada ha cambiado… lo que antes eran forajidos tratando de rescatar a uno de los suyos, y luego una banda de pandilleros intentando aplicar justicia matando al desafortunado asesino de uno de sus líderes, ahora se han transformado en traficantes de drogas deseosos de recuperar lo que les pertenece. Lo que en aquellos tiempos fue una cárcel de pueblo, y luego una comisaría de policía, ahora ha quedado convertida en un bar de barrio. Y si en el clásico de Hawks los buenos fueron el sheriff y sus ayudantes, y en el de Carpenter policías y criminales a partes iguales, esta vez han mutado en veteranos de guerras que han tenido lugar fuera de su país (por lo tanto veteranos de Vietnam, de la guerra de Corea o del mismísimo Afganistán).
Por lo tanto, VFW funciona perfectamente porque su historia es de sota, caballo y rey, y archiconocida por todos los presentes. Sumemos al producto una más una generosa dosis de violencia extrema y sin miramientos, y lograrás más puntos de los que preveías. Si ya de paso te rodeas de verdaderos veteranos de tiempos pretéritos, y serie B / Z, pues ya las tienes todas contigo. Encabezando probablemente el menos veterano de todos, si hablamos en términos de tiempo desde el que es conocido… Stephen Lang. Cerca ya de los 70 años aquí tenemos al icónico Coronel Quaritch de Avatar, al perturbado villano de No respires (Don’t Breathe), o a uno de los sospechosos atrapados en la clínica de D-Tox: ojo asesino (D-Tox). A su lado gente de la talla de William Sadler (que si La niebla, que si Cadena perpetua, que si el villano de La Jungla 2), Fred Williamson (icono blaxploitation con El padrino de Harlem o Guerra en Harlem, e icono de la exploitation italiana de Enzo G. Castellari o Lucio Fulci con Aquel maldito tren blindado, 1990: Los guerreros del Bronx, Los nuevos bárbaros o Roma Año 2072 D.C. Los gladiadores). Sumemos a David Patrick Kelly, otro de esos rostros míticos que vimos por Los amos de la noche (The Warriors), Límite: 48 horas (48 Hrs.), Commando, "Twin Peaks" o El cuervo (The Crow), y para rematar la jugada al gran Martin Kove, icono por varias razones como la saga Karate Kid, y sus participaciones en Rambo: Acorralado – Parte II (Rambo: First Blood Part II) o La carrera de la muerte del año 2000 (Death Race 2000).
¿Qué puede salir mal? Pues nada, VFW es lo que uno espera, violencia, serie B, sabe más el diablo por viejo que por diablo, y todo eso.
Cartel de VFW de Joe Begos, icónica imagen que suma violencia y senectud