Sáb 5 Oct 2019
¿Cómo nacen los monstruos? El Joker de Todd Phillips nos lo cuenta. Bienvenidos por lo tanto al tortuoso y destructivo viaje por la perturbada mente de Arthur Fleck, bienvenidos al principio del fin de un ser débil y maltrecho que acaba transformado en una criatura abominable.
Joker es la primera muestra de que el universo de los cómics puede ser tomado como perfecta base argumental para contar otra historia que podría encajar como un guante bajo una rama cinematográfica diferente. Joker es el agónico periplo de un ser frágil que abandonado por completo a su suerte, las circunstancias y la sociedad en la que vive así le hacen, acaba tomando el camino que su insustancial existencia le marca. Pero Joker también es un siniestro reflejo (puede que más realista de lo que queremos pensar) de una buena parte del ahora en el que vivimos, un mundo de diferencias astronómicas, donde los maltratados son siempre los mismos, y donde esa otra sociedad superior observa con desprecio e indiferencia a los que aprovechan para pisar. Joker es también una perfecta justificación del mundo que el que Batman siempre ha vivido, el pistoletazo necesario para que Gotham City sea oscura, caótica y cuna de la más variopinta ristra de villanos que jamás se haya imaginado.
El mundo de Arthur Fleck no puede ser más descorazonador, un payaso cuya frustración y tristeza se transforman en risa agónica malentendida; un payaso que no es gracioso, que lo intenta, pero que como ejemplar mártir es despreciado por todos: sus propios compañeros, la gente de la calle, los servicios sociales… Arthur será un payaso y todo lo que él quiera creer, pero es el payaso con la vida menos feliz jamás plasmada. Esta infelicidad descomunal la traslada en pantalla un superlativo Joaquin Phoenix, ofreciendo su enésima transformación en ser maltrecho, torturado, asocial y abandonado a su desgracia (que aquí suerte no hay ni pizca). Phoenix hace suyo el personaje, como ya lo hicieron otros, homenajeando al pasado pero otorgando una nueva personalidad al Joker… la verdadera locura. No es un mafioso salido de una cuba de ácido, no es un terrorista con la cara cortada, no es pandillero de dientes de oro, es lo que en verdad es este icono del mundo del cómic y uno de los villanos más fabulosos imaginados… un loco. Acompañando al centro de la historia pues Robert De Niro en el lado opuesto al que ya protagonizó en 1982, y Zazie Beetz y Frances Conroy como las únicas mujeres dentro de la tristeza que explaya Phoenix.
El film de Todd Phillips es tortuoso de principio a fin, este exceso de mundo gris e infelicidad no está siendo del agrado de todos, pero de manera indudable la incursión en el drama de este director de comedia es una joya. En el guión escrito por el propio Phillips y Scott Silver se saca provecho de otros relatos ya icónicos con los que se lleva largo y tendido relacionando Joker, desde la búsqueda de reconocimiento por el artista de El rey de la comedia (The King of Comedy), hasta la del perturbado aplaudido de Taxi Driver. Vamos, Martin Scorsese está en Joker. De regalo una banda sonora obra maestra de la islandesa Hildur Guðnadóttir, que sirve para que el conjunto caiga si cabe más pesado que una losa sobre el espectador.
Joker es magistral, pero también es triste, descorazonadora y cruel. Para ver y meditar.