enero 2011
Mar 25 Ene 2011
Hay cosas que deben ser contadas por la repercusión que tienen, que deberían tener, aunque puede que no la acaben teniendo. Tras darnos a todos por el culo, el PSOE y PP llegaron ayer a un acuerdo sobre la Ley Sinde para su aprobación en el senado, hoy el presidente de la Academia de Cine, el director Alex de la Iglesia, ha decidido anunciar su pronta dimisión de este cargo por el desacuerdo que tiene con las directrices y reflejos que implica esta aprobación. La verdad, para un tipo con dos cojones que se ponía al frente de una Academia del Cine, que da bastante asquito por las mafias y tejemanejes que la gobiernan,… va y se pira. Eso sí, Alex de la Iglesia se va porque no comulga con la intransigencia y la falta de tacto de los partidos políticos que han decidido llevar la Ley Sinde adelante. Partidos que además demuestran que las dimisiones son cosas de otros y nunca suyas. Una ley matizada, poco, y que provocará muchos de los males que nos llevamos temiendo desde hace otros tantos meses. Tras reunirse hace unas semanas con un grupo de empresarios internautas, representantes de sus negocios, el director descubrió lo que el estado opta por no conocer:
Nadie estaba a favor del todo gratis, estaban de acuerdo en reconocer los derechos (y obligaciones) del autor frente a su obra, y a todos les parecía correcto buscar una manera ágil y eficaz de hacerlo. Yo, por mi parte, reconocí que el modelo de mercado necesitaba ser ampliado y corregido, que la oferta legal no era suficiente, y que compartir archivos con libertad era algo inamovible y deseado por todos. Teniendo posturas absolutamente divergentes, el diálogo era fluido y sobre todo, constante.
La verdad, los políticos de este país, sean del lado que sean, no se enteran de nada. El otro día en twitter me sorprendía al ver como por ejemplo la edición coleccionista de Avatar en Amazon Alemania costaba 16,97€, con idioma español de España incluido, mientras que en este país supera los 40, en FNAC por ejemplo 43,99. Menos mal que nuestras nóminas superan a las de los teutones y cobramos todos una media de 4000€, que si no… En fin, lo mejor es leer la alocución final de Alex de la Iglesia en su despedida del cargo. Una pena que se vaya, pero puede que este gesto demuestre a los gerifaltes que manejan este país que nos estamos acercando a una nueva ley seca y a un nivel de intransigencia tal que da que pensárselo.
En este país cambiar de opinión es el mayor de los pecados. Creo que tenemos instalado el chip de la intransigencia desde hace tiempo. Hablé de ello en mi última película. La única manera de arrancárnoslo es mirar a la cara a la gente y decir lo que piensas con el convencimiento de que puede no ser cierto, que puedes estar diciendo o haciendo una tontería. No voy a dejar de discutir, pero francamente, prefiero hacerlo como director que como presidente. Lo coherente es dejarlo. Acabaré lo que he empezado, eso sí, no quiero decepcionar a los compañeros de profesión, y prometo no empañar la ceremonia con este asunto. Quiero que sea la fiesta que todos esperamos. El debate continuará, pero en un lugar adecuado. Después de la gala, dimito como presidente. Seguiré siendo miembro de la Academia, discutiendo y metiendo la pata como siempre, pero como director de cine, que es lo mío.
Ah, y otras cosas que me hacen gracia de esta España. NetFlix está convencida de que aquí no se puede tener mercado. Ultraviolet, en el caso de nuestra tierra deberá llamarse Infraviolet gracias a las compañías de ISP que nos pisotean, y tiendas virtuales demostrarán que el modelo de negocio que triunfa en este país es una basura. Joder, que no puedes crear un disco de mierda y venderlo por 20€ porque un tema está medianamente bien, o que tengas que comprarte películas a 30€ mientras que en mercados internacionales como USA o UK te las puedes adquirir por mucho menos de la mitad.
NOTA Los textos citados son propiedad de el diario El País… por si las moscas.