Fundido en negro… en ese estado está el futuro del maestro del giallo Dario Argento tras perpetrar la más abominable producción cinematográfica de los últimos años. Con el apoyo, menudos arrestos les han echado, de productores como Enrique Cerezo, Film Export Group y alguna compañía más, entiendo que sabían en lo que se metían, estamos ante un intragable producto de serie Z que por alguna extraña e inmerecida razón, hay manos negras con poder que todo lo consiguen, ha logrado ser estrenada en cines. El film se pudo ver en el Festival de Cannes y más recientemente surcó los cielos de Sitges, donde tuve oportunidad de sufrirla de principio a fin, y ha sido ahora, este pasado viernes 9 de noviembre, cuando Dracula 3D (2012) ha llegado a no se cuantas salas de cine de España. El tema es que la película esta no hay por donde cogerla. Técnicamente es una especie de pastiche hecho con una cámara casera y haciendo uso de los recursos más pírricos imaginados para una producción con algún objetivo mayor que causar vergüenza. Además, ya son ganas de meterse en camisa de once varas y más para tirarse al vacío con uno de los mitos de la literatura contemporánea como es la fantástica novela de Bram Stoker.
Por que encima tenemos a Argento haciendo de guionista, a Stefano Piani haciendo de guionista, a Antonio Tentori haciendo de guionista y, redoble de tambores, al mismísimo Enrique Cerezo haciendo de guionista. Estáis leyendo bien, ENRIQUE CEREZO GUIONISTA. Y ojo, porque esto no es lo peor que le podía ocurrir a la producción. Sumemos que es ponzoña en todos sus aspectos técnicos, ya hablemos de la dirección artística de mercado de barrio, los horribles efectos digitales, transformaciones más baratas que las ya limitadas de la magnífica Hammer o el momento surrealista de la mantis religiosa son un buen par de ejemplos, el descuajaringado montaje que marea casi tanto como el penoso 3D, o el maquillaje, ¿pero existe?, del genio venido a menos Sergio Stivaletti… ¿por qué narices han permitido esto? Y no hablemos del reparto, porque es lo último que quedaba para terminar de hundir en todos los aspectos este despropósito. Básicamente se podría resumir en que tenemos un pack de actores que merecen que les den de comer a parte. Desde Unax Ugalde y Thomas Kretschmann, el primero un Jonathan Harker patético y el segundo un Conde Drácula que se arrastra, o los objetos de nuestros más oscuros deseos Asia Argento y Miriam Giovanelli, que buenas están. Lo de estas dos es de traca, sobre todo la segunda. Sus papeles se reducen a generoros y calenturientos escotazos, ropas mínimas, despelotes casi integrales y muchas ganas de retozar cual golfas infernales… se podría decir que son la versión videocaspa de Monica Belluci, Michaela Bercu y Florina Kendrick. Y no hablemos de Rutger Hauer, un Van Helsing de segunda mano, lo más barato que debía haber en el mercado, que no lo puede hacer peor.
En definitiva, Dracula 3D es horrible. Pero horrible de verdad. Uno puede verla por eso de echarse unas risas, o pasarlo bien disfrutando de los cuerpos de la Argento y Giovanelli, pero Dario en otro tiempo era mucho más que esto, pero mucho, mucho. Por respeto al maestro deberían reestrenar en cines sus grandes obras como director, que son un montón – El pájaro de las plumas de cristal (L’uccello dalle piume di cristallo, 1970), El gato de nueve colas (Il gatto a nove code, 1971), Cuatro moscas sobre terciopelo gris (4 mosche di velluto grigio, 1971), Rojo oscuro (Profondo rosso, 1975), Suspiria (1977), Inferno (1980), Tenebre (1982), Phenomena (1985), Ópera (Opera, 1987) o Los ojos del diablo (Due occhi diabolici, 1990) -, o producciones en manos de otros cracks – Demons (Dèmoni, 1985), El engendro del diablo (La chiesa, 1989) o La secta (La setta, 1991).
Cartel de esa cosa llamada Dracula 3D