Vie 1 Nov 2013
Lo que últimamente fabrica la Casa de las Ideas en su espectro más cinematográfico transita curiosamente en polos opuestos difíciles de digerir. Quizás sea por el carisma de los personajes, por la propia dinámica de los mismos o incluso por el interés que ponen aquellos que los interpretan, pero el una de cal y otra de arena podría ser el eslogan de Marvel Studios en estos momentos. Hay que dejar claro que Thor: el mundo oscuro (Thor: The Dark World, 2013) es un reenfoque superior de las aventuras del hijo de Odín (Anthony Hopkins) tras el flojo tránsito por el desierto de Nuevo México que dirigió hace ahora dos años el bueno de Kenneth Branagh. Alan Taylor, sobradamente competente en estas lides del medievo cuando tiene bajo el brazo un producto complejo, extenso y retorcido, se embarca en una aventura de corte medieval futurista donde la intensidad y la emoción, puntual pero existente, convive con la comedia, mil gracias, y cierto aburrimiento, esta es la realidad. Siento que algo le falta a Thor: el mundo oscuro y no creo que sea culpa del personaje si no más bien de las elecciones tomadas en torno a él. Aun así este film tiene algo que el anterior no tuvo, y es una extensa conjunción de propuestas a nivel género que la hacen entretenida pero no por ello una pieza crucial dentro del universo cinematográfico de Marvel.
En el fondo me planteo que quizás el problema radique en el propio espectador. El fan seguidor del personaje puede que comprenda mejor las vicisitudes del mismo, y la importancia de todos aquellos que le rodean, pero que los aportes más reseñables de la película los pongan Loki, nuevamente Tom Hiddleston es en realidad quién mantiene todo esto a flote, el Dr. Erik Selvig encarnado por Stellan Skarsgård, sus momentos en pantalla son geniales, o Kat Dennings, mucho más presente su Darcy en este film y más agradable de ver que la estirada de Jane Foster (Natalie Portman), da que pensar. Vale que el film pone su foco durante una gran parte del metraje en una guerra interna en Asgard donde traiciones, batallas personales y grandes dramas recrean las clásicas intrigas palaciegas con las que Taylor tanto ha trabajado… perfecto. Pero este tipo de películas ponen mucho de su foco en el reto, el villano al que el héroe debe hacer frente y que, esto lo encuentro necesario, debe causar simpatía hacia el espectador o en caso contrario un odio acérrimo y temor. Malekith el maldito no logra ni lo primero ni lo segundo. No soy lector de Thor, pero esperaba más del personaje encarnado por el siempre molón Christopher Eccleston. Pasadas ya unas horas desde su visionado sigo sin comprender de donde sale la capacidad destructiva de los Elfos Oscuros de Malekith visto lo visto en un prólogo que sirve de antesala a todo lo que luego se nos cuenta. Da la impresión de ser un componente transitorio e infrautilizado como ocurriera con Cráneo Rojo (Hugo Weaving) en Capitán América: el primer vengador (Captain America: The First Avenger, 2011).
Pero bueno, la película cumple, no llega a emocionar ni a aportar situaciones intensas aunque ofrece los elementos esperables para una producción de este tipo. Un uso puntual y de singular importancia de personajes secundarios como Heimdall (Idris Elba), Silf (Jaimie Alexander), Fandral (Zachary Levi), Volstagg (Ray Stevenson) o Frigga (Rene Russo), sobrecarga de efectos visuales para que conozcamos mejor Asgard o Svartalfheim, unas cuantas sorpresas dentro de la propia historia que hacen que el trabajo de los guionistas sea más valorable, y, eso si, una presencia de Thor (Chris Hemsworth) como se espera de él… Mjölnir en mano vuela, desencadena sus mejores golpes y sirve para rememorar a la mejor versión comiquera del personaje. En definitiva, debe verse para seguir profundizando en ese curioso experimento coral de Marvel Studios, para cruzarte de nuevo con Stan Lee, adentrarte en el vínculo con el siguiente producto de la compañía en cines y comprender mejor lo que seguramente sea The Avengers 3 en el 2018.
Uno de los carteles españoles de Thor: el mundo oscuro