Bueno, pues aquí estoy para comentar mis impresiones, a más de uno seguro que no le gustan, sobre el nuevo capítulo en la prolífica saga creada por la multimillonaria J.K. Rowling. Este pasado fin de semana Warner Bros. estrenó mundialmente, movimiento lógico para lograr recaudaciones astronómicas y luchar contra filtraciones no deseadas, la primera parte del último episodio en las aventuras del mago Potter. Con Harry Potter y las reliquias de la muerte (1ª parte) (Harry Potter and the Deathly Hallows: Part I, 2010) estamos ante el principio del fin y la narración en celuloide del desenlace imaginado por Rowling para el destino del no ya tan joven Harry y sus sufridores compañeros de fatigas. Razones económicas por debajo, que iban a ser si no, son las que han provocado que tengamos que dividir nuestro entusiasmo entre noviembre y julio del año que viene.
Pero la verdad sea dicha, el hecho de que Warner Bros. haya optado por una fórmula principalmente económica, esto es innegable, ha favorecido a que Harry Potter y las reliquias de la muerte (1ª parte) sea una adaptación fiel, por no decir que la más fiel, de la mitad de una de las obras escritas por la señora Rowling. Porque si, está todo lo que debe estar y la adaptación, salvo algún que otro momento no tan grande como esperaba, tiene todas las referencias y todos lo momentos cruciales que acontecen en el espacio de historia que narra. Pero ojo, si bien este es un gran punto a favor, los entusiasmados lectores agradecemos el buen trabajo del guionista Steve Kloves, tiene otros cuantos en contra provocados por el mismo hecho, y son los que más me ha fastidiado en este caso. Ser fiel es bueno, pero expandir y no saber cortar hay veces que no favorece al resultado final. La verdad es que es complicado. Unas por defecto, Harry Potter y el misterio del príncipe (Harry Potter and the Half-Blood Prince, 2009) sufrió de este problema, y otras por exceso, esta de la que hablamos.
Póster español de Harry Potter y las reliquias de la muerte (1ª parte)
El final se acerca, Harry Potter, odioso y forzado Daniel Radcliffe, debe hacer frente esta vez, y sin el cobijo de fastuoso Hogwarts, al envite final del deleznable Lord Voldemort (Ralph Fiennes). Todavía impactado por el desenlace de su anterior aventura, Harry contará con Hermione, Emma Watson mejora, y Ron, Rupert Grint empeora, para cumplir con la última misión programada por Albus Dumbledore, encontrar los Horrorcruxes, objetos mágicos que contienen partes del alma de Voldemort, y destruirlos para lograr debilitar a su gran enemigo. Pero nunca nadie les ha dicho que esta tarea sea sencilla. Faltos de la guía y el abrigo de sus mayores, Dumbledore era demasiado sabio, Harry, Hermione y Ron deberán aventurarse en un viaje complicado, muy arriesgado y que no es más que un salto al vacío al abismo que el manto de maldad de Lord Voldemort cubre.
Veamos, no creo que sea un rarito, pero siempre he concebido el cine, o una película de este medio, como una historia que debe ser vista en su conjunto y contada de principio a fin. El cine se compone de actos y la traslación de papel a celuloide debería ser igual, aunque en este caso nos haya dejado un proyecto inacabado y carente del tan ansiado desenlace. Porque si, a Harry Potter y las reliquias de la muerte (1ª parte) le ocurre lo mismo que, por ejemplo, a Matrix Reloaded (2003) y, si no juegan mejor sus bazas, lo que puede que le ocurra a The Hobbit: Part 1 (2012). Al dividir una obra tan crucial en dos partes da la sensación de que es una historia inacabada, que lo es, y te deja, en mi caso, bastante frío. Sumemos que si en el tiempo de metraje dedicado al film, dos horas y casi media no incomodas pero por momentos bastante insulsas y tediosas, se añaden largos desvíos a narraciones complemento que ganan más protagonismo del que verdaderamente merecen, pues mal vamos. Esto provoca que acciones o desenlaces no vitales para el conjunto final, no con ello quiero decir que no deban incluirse, reciban un protagonismo a mi parecer excesivo, provocando que se transite demasiado por argumentos de segundo orden que sobrecargan las transiciones entre las situaciones más impactantes e importantes… vamos, demasiado plano paisaje ha colado para rellenar el producto. Obviamente no quiero desvelar nada, pero como lector de la obra escrita, hay muchos momentos en el viaje de los tres amigos que se ven un poco peleones.
Quitando estos factores a mi parecer a tener en cuenta de cara al futuro, Harry Potter y las reliquias de la muerte deberá ser vista sin cortes de 6 meses por en medio, hay que reconocer que el director David Yates, quién se lo iba a decir, vuelve a erigirse como artífice de un producto de calidad, muy bien realizado, oscuro como la obra, sombrío, siniestro y no exento de la suficiente maldad como para reconocer que Harry Potter es una saga que ha ganado enteros con el paso del tiempo. La dirección artística y la fotografía, en esta primera parte la carga de efectos digitales es claramente inferior a lo habitual, gratifican al espectador con una demostración de que con millones se pueden hacer auténticas virguerías. Y claro, si luego en julio te imaginas lo que nos queda por contar, pues te alegras lo suficiente como para asumir que, como en la obra, esta primera parte de la historia era más un poco transición de cara a la hiperbólica epopeya final.