Tras explotar el cine de acción de artes marciales como nadie, Merantau, The Raid (Serbuan maut) y su secuela The Raid 2 (Serbuan maut 2: Berandal), Gareth Evans vuelve a paladear las mieles del terror con El apóstol (Apostle), recordemos que junto al ahora muy presente Timo Tjahjanto co-dirigió el segmento "Safe Haven" de V/H/S/2. Vamos al tema…
En El apóstol nos trasladamos a los albores victorianos del siglo XX, Evans, además de director es guionista, nos envía de cabeza a una isla perdida en la que confraternizan conceptos tan icónicos del género del horror como la sectas religiosas, las deidades paganas y lo puramente sobrenatural. Nuestro protagonista es Thomas Richardson, siempre genial Dan Stevens en su habitual línea de tormento y éxtasis, hijo pródigo en las últimas, demolido por su pasado, pero que sin dudarlo se meterá de cabeza en la guarida del lobo para llevar a cabo una misión con claros indicios de que no tendrá un retorno sencillo: rescatar a su hermana tras ser secuestrada esta por los líderes de una secta impía y en la que uno no entra como si nada. Este viaje al mismísimo infierno servirá además a Thomas de periplo redentor para seguir dando sentido a su defenestrada existencia.
Evans propone un juego absorbente para el espectador. El director galés nos invita a sumergirnos e indagar en diversos frentes simultáneos. Sobre la mesa tenemos por ejemplo las tribulaciones del protagonista, golpeado por un pasado que iremos conociendo paulatinamente y que darán pleno sentido a su particular batalla personal, y contra la propia secta. En segundo lugar la secta en sí, desde un principio medio desmoronada, con claras diferencias entre sus tres fundadores y donde las decisiones que se van tomando juegan claramente en contra de su propia supervivencia. Pero ojo, hay hueco también para los sobrenatural y pagano, con una isla viviente, tan presa y secuestrada como la hermana de Thomas Richardson, que necesita de su propio sustento para dar sentido a la secta y de paso para ayudar a que el protagonista vaya encontrando de nuevo el camino de fe perdido. Aquí se encuentran los puntos a favor del film, suficientemente grotescos y dispares como para que cuando uno ve la película piense amablemente en esa joya que es El hombre de mimbre (The Wicker Man) de Robin Hardy. De regalo una dosis de brutalidad made in Gareth Evans: extrema, excesiva, sangrienta y con Stevens como gran protagonista… digna de una visita al mismísimo Silent Hill.
Pero como no todo en el monte es orégano, El apóstol también falla. Falla por su larga duración, marca de la casa como también lo es que estemos ante otra batalla de un protagonista solitario contra todos los elementos posibles e imaginables. Falla por lo ligero que resulta en camino del héroe, la vinculación personal de Thomas Richardson con su hermana es equivalente a la que este podría haber tenido con una persona cualquiera con la que hubiera tenido un momento de encuentro y se hubiese sentido obligado a rescatarla. Aquí hay que reconocer que la propuesta de Evans se descalabra… como leitmotiv vale, pero es un leitmotiv excesivamente importante como para dejarlo ahí de lado. Falla también por los líderes sectarios, poco explorados y a los que si bien nos enfrentamos en contadas ocasiones, en cada cara a cara nos encontramos con un giro completo de su forma de ser, Malcolm (Michael Sheen) cambia en exceso. Hay una evolución demasiado abrupta. Falla por culpa de todos esos frentes que abre, que tan interesantes resultan, pero que sin embargo no sabe manejar en su justa medida. El punto sobrenatural es el único que se sostiene de principio a fin, y puede que ese sea el verdadero pilar sobre el que se debe sostener toda la película… aunque curiosamente no lo parezca.
En definitiva, El apóstol de Gareth Evans mola, es un poco lenta pero acaba por fraguar algo ahí que te deja seguir dando vueltas a lo que has visto, ya sea por lo extraño de los acontecimientos como por lo salvaje de su desenlace.
Único cartel de El apóstol de Gareth Evans