No sin tiempo ha llegado a nuestras pantallas una de las películas más esperadas del año. El género de la ciencia ficción tembló cuando Ridley Scott, icono viviente de este universo cinematográfico, afirmó que regresaba y que lo hacía con un producto plagado de ADN del pasado… ese que sigue encumbrado en lo más alto y que responde al título de Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979). Más de treinta años después llega a los cines Prometheus (2012), una especie de obra seminal de la vista hace tres décadas y que indaga en un tema tan peliagudo como la búsqueda de respuesta a insondables preguntas como ¿de dónde venimos?, ¿quiénes somos? o ¿merecemos seguir aquí? El riesgo tomado es patente ya que tirar por la borda las teorías darwinianas o la propia fe del ser humano se las trae, pero por otro lado añade un gran encanto al resultado final que, sin embargo, no logra escapar de un modelo narrativo clónico en cuanto a esquema a esa obra a la que debe tanto. Probablemente este sea uno de los grandes problemas que tiene Prometheus como tal, todo lo que ves te recordará a pasado y todo lo que ocurre no se aleja de los tópicos del género que, ojo, ya tuvieron lugar y no son tan comentados cuando ves una y otra vez Alien, el octavo pasajero. Si no hay tocones, incautos, despistados, villanos y equívocos pues hay que dejar claro que no hay aventura. Aun así, opino que el resultado es francamente positivo, incluso pese a las brutales incógnitas, o lagunas, que plantea el guión ideado por Jon Spaiths y desarrollado por este y Damon Lindelof, uno de los gurús que dan vueltas por el Hollywood más chocante. A esto hay que sumarle una magistral lectura del producto por parte de Ridley Scott, un uso magnífico y envolvente del 3D, formato en el que se rodó la película, y un aporte técnico de un nivel superior y que pone una nueva pica en favor del no sobreexplotar los efectos visuales en pos del uso de recursos físicos y los adorados por muchos practical effects.
Póster español de Prometheus
Año 2089, un grupo de investigadores, los doctores Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) y Charlie Holloway (Logan Marshall-Green), encuentra a lo largo del globo terráqueo una serie de pictogramas que, pese a haber entre ellos insalvables distancias y edades milenarias, contienen todos un nexo común… una especie de referencia extraterrestre. Varios años después la nave Prometheus de Weyland Industries, y sus 17 tripulantes, parten en un viaje en el que se busca conocer o indagar sobre el origen de la humanidad. Su llegada al planeta referencia pondrá en contacto a nuestros protagonistas con un pasado viviente y latente oculto en una mole piramidal. En su camino se cruzarán no solo oscuros objetivos, si no una realidad más siniestra de lo que podían haber imaginado…
Y lo que más me ha llamado la atención de Prometheus es la cantidad de teorías que genera eso que se encuentran nuestros protagonistas. Desde mi punto de vista hacer uso de un elemento de poder genético absoluto y desencadenante, base del caldo primigenio que nos ha traído aquí, ofrece una libertad imaginativa que acabará contando con el ciento y la madre de posibles teorías, o errores. Además, puestos a elucubrar, tenemos para todos los gustos y de todos los colores si pensamos en los Ingenieros… ¿venganza?, ¿prueba y error?, ¿obligada evolución? Todo es posible y puede que esta cantidad de alternativas sea lo que ha muchos les está echando hacia atrás a la hora de disfrutar de un producto notable que mejora además con un despliegue técnico de sobresaliente apoyado en la fotografía, inmensa, de Dariusz Wolski, menudo arranque, el diseño de producción de Arthur Max, el montaje de Pietro Scalia o el modelado de H.R. Giger. Luego tenemos el reparto del que personalmente solo destacan Noomi Rapace, versión parcial de lo que tendrá que venir en el futuro que ya pasado, y Michael Fassbender, una concepción inicial de los androides de Weyland y en este caso un ser sin personalidad, que obedece mandatos y que es incapaz de entender las consecuencias de sus actos. Fassbender lo borda y deja claro que en estos momentos es de lo mejor que te puedes encontrar en muchos proyectos cinematográficos. Transita por ahí, aportando poquito o nada, Charlize Theron, y le secunda, aunque esta vez con un poco más de poderío y presencia, el gran Idris Elba.
Yo que queréis que os diga, cuando me toca la fibra no me contengo, y Prometheus es pieza obligada para ir recordando de vez en cuando haciendo análisis de lo que ahí acontece. Cuanto más pienso, más le doy vueltas y más hablo con terceros, más disfruto imaginando lo que está por venir. Se ha sentado la base del futuro que ya conocemos, queda saber en que momento ambos caminos se acaban por cruzar definitivamente.