Se que llega con retraso, pero más vale tarde que nunca. El pasado viernes acudí como mandan los cánones y con un nutrido grupo de buenos amigos a un prometedor debut del año 2010 en forma de acción comiquera de corte victoriano y con uno de los personajes literarios más icónicos del final del siglo XIX y principios del XX. Si, estoy hablando de Sherlock Holmes (2009), ese film dirigido por el director británico Guy Ritchie y protagonizado por una cuarteto de figuras que amplían las posibilidades de éxito hasta la seguridad más palpable. Basándose, como se dice en estas tierras "daquela maneira", en la obra de Sir Arthur Conan Doyle, o más bien en sus personajes, y tomando como base una historia comiquera creada por el productor Lionel Wigram, uno asiste a lo que nunca nadie imaginó que pudiera llegar a ser el bueno de Sherlock Holmes, el detective más hiperactivo y dinámico a la orilla del río Támesis.
Póster español de Sherlock Holmes
Todo arranca con una ajetreada operación para desbaratar los siniestros rituales y asesinatos que ejecuta el peligroso Lord Blackwood, un Mark Strong que cada día disfruto más por su notable e imponente presencia. Holmes, vital Robert Downey Jr., y el bueno del doctor Watson, fabuloso Jude Law, asisten como especialistas de choque a las crédulas unidades policiales de Scotland Yard comandadas por el inspector Lestrade (Eddie Marsan). Tras cazar con las manos en la masa a Blackwood, este es enjuiciado y condenado a muerte colgando de una soga atada a su cuello. Una vez el castigo ha sido ejecutado, y con Holmes cayendo en una depresión por inactividad, el sorprendente y misterioso retorno de entre los muertos de Lord Blackwood y la aparición de Irene Adler, ¿pero trabaja Rachel McAdams?, la única mujer que ha logrado engañar a Holmes, llevarán al detallista y siempre atento detective y a su buen amigo a protagonizar una compleja investigación con complot de dimensiones estratosféricas. De nuevo contando con Watson, la pareja se pondrá manos a la obra para desenmarañar el increíble retorno de Blackwood y desbaratar sus planes de dominación.
Contando con un diseño de producción perfecto, unos efectos especiales a la altura y que nos transportan al Londres de finales de siglo XIX, más una música compuesta por Hans Zimmer que decora la producción a golpe de clavicordio, queda claro que Sherlock Holmes es un producto dirigido al público que llena las salas en estas épocas donde lo que vende es lo que vende, y si se hace bien pues vende más. El producto supura acción, diálogos frescos entre un par de actores que demuestran la química clásica de las buddy movies, y suficiente artificio como para entretener a todo el que se siente en la butaca del cine. Sumemos a esto los inconfundibles métodos de Guy Ritchie, los menos esta vez pero presentes y reconocibles cada vez que se presentan ante nuestros ojos. Cámaras lentas narradas, peleas coreografiadas como le gustan al director de británico, etc. Eso si, no todo es bueno y hay que reconocer que los 128 minutos se me antojan un pelín largos. Probablemente con 20 minutillos menos, o con unos puntos de transición mejor hilvanados, tendríamos un film completito.
Como detalle curioso decir que personalmente creo que la presencia, oscura pero presencia al fin y al cabo, de cierto personaje en la trama dejan un poco mal al equipo de guionistas que parecen necesitar meter a todos los personajes clave de la historia de Holmes en el mismo paquete. Hay veces que no mostrar todas las cartas en la misma mano aseguran igualmente el éxito futuro. Esto en Hollywood suele olvidarse de vez en cuando y Michael Robert Johnson, Anthony Peckham y Simon Kinberg , los guionistas, demuestran no tener memoria y confianza en su trabajo. Con Blackwood y un detalle final en la sombra hubiera sido suficiente.
Eso si, Warner Bros., Legendary Pictures y Silver Pictures han dado otra vez en el clavo y tienen entre manos un producto para explotar durante los próximos lustros o por lo menos hasta que Robert Downey Jr. y familia se acaben de saltar por todas partes. Hay que ir a verla para disfrutarla. Me ha gustado, entretenido y mejorado un viernes cierre de una semana agotadora de trabajo.