Dom 9 Sep 2007
Se que llega con bastante retraso, pero la intensa jornada laboral donde he retornado al implacable horario de invierno, aunque a 30 grados, y el chorreo de interesantes noticias durante toda la semana, me han obligado a esperar hasta hoy para ofrecer mi opinión sobre Death Proof. Pues nada, el pasado domingo fui con tres amigos a disfrutar del segmento dirigido por Quentin Tarantino para la tristemente tratada en taquilla Grindhouse (2007). Nuevamente, e igual que ocurriera al acudir a visionar Planet Terror, el pase al que fuimos pudo considerarse un pase semi privado. Estábamos cuatro gatos mal contados y, por muy triste que parezca, todo es debido a la extraña época seleccionada para mostrar este par de productos. El público potencial de Planet Terror y Death Proof es gente joven, estudiantes, locos por el terror, etc. que, en verano, suele andar a otras cosas menos a meterse en el cine. Si estrenas Grindhouse en junio u octubre la probabilidad de llenar salas sería bastante superior a la de hacerlo en agosto.
En cuanto a la película tengo que reconocer que he disfrutado viéndola, no como un enano, pero disfrutado al fin y al cabo. Si bien en el guión hay momentos de auténtico sopor, parece que Tarantino se ha estancado en un conjunto de tópicos que empiezan a generar dudas sobre su hasta ahora indiscutible habilidad para sorprender con diálogos brutos pero la mar de efectivos, el conjunto final está a la altura de lo esperado. Me gustó encontrar una clara división de opiniones entre el reducido grupo que fuimos a verla con respecto a cuál era la mejor parte de la película. Personalmente me quedo con la correspondiente al primer crimen perpetrado por el especialista Mike, un fabuloso, pasado de vueltas, y perfecto Kurt Russell. Ver como acecha a sus futuras víctimas, como se involucra en conocerlas o como oculta, tras un aspecto de viejo especialista venido a menos, a un asesino implacable e hiperviolento, es la mejor presentación para un serial killer. Esas primeras víctimas encarnadas por Vanessa Ferlito (Arlene), Jordan Ladd (Shanna) y Sydney Tamiia Poitier (Jungle Julia) son de lo mejorcito. Los daños colaterales que sufre Rose McGowan, o los simpáticos roles de Eli Roth – Shanna banana -, o Tarantino, son el complemento perfecto para engrandecer, más si cabe, esa primera mitad de película. Desde el principio y hasta el chocante final de la trama inicial, la secuencia en el hospital que sirve de fusión con los hechos ocurridos en Planet Terror es tronchante gracias a Michael Parks, la película va generando más y más interés y apunta cada vez a mejor. Eso si, luego llegó la segunda parte, la cual para mi resultó menos entretenida, y da la sensación de que la cosa se desinfla un poco / bastante. La nueva obsesión de Mike es un grupo de chicas formado por Zoe Bell (Zoe), Rosario Dawson (Abernathy), Mary Elizabeth Winstead (Lee) y Tracie Thoms (Kim). La introducción de los nuevos personajes, con una absurda charla de casi 20 minutos donde te das cuenta de por qué la versión americana dura menos, sirve para que acojas con mejor gusto el ultimo cuarto de película y el surrealista final. Esta vez el serial killer y su coche del terror encuentran la horma de su zapato en un grupo de especialistas de cine montadas a lomos de un Dodge Challenger de 1970 con 440 caballos. Guiño total a Punto Límite: Cero (Vanishing Point, 1971) y persecuciones al viejo estilo por carreteras "preparadas" para la velocidad.
Con respecto al aspecto barato del film, Tarantino ha sido mucho más comedido que Robert Rodriguez en el uso de efectos para simular el deterioro de la cinta. Aunque ofrece pocos detalle, los que usa son la mar de curiosos y bien seleccionados: montajes defectuosos, bobina en blanco y negro o desenfocada, e incluso varios mini déjà vu. No tan enfatizado como Planet Terror y más fiel a lo que eran las películas de la época. En definitiva, Death Proof es el complemento perfecto que, junto a Planet Terror, hace de Grindhouse una pieza obligada para colocar en la estantería de obras de culto del cine actual. Tarantino y Rodriguez han ofrecido un fiel homenaje al cine cutre de los 70. Eso si, se han gastado dinero a espuertas y la operación les ha salido rana.