Al fin he podido echar un tardío vistazo a Mute de Duncan Jones, estreno Netflix y viaje al infierno de la mediocridad de un director que, sin rumbo fijo, ha ido de lo más alto a, tristemente, lo más bajo. Mute es un producto menor, nacido no se sabe muy bien bajo que propósito y que no queda nada claro hacia dónde nos pretende llevar.
El poco prolífico Duncan Jones, hijo de David Bowie, presenta su cuarta incursión en cine tras la genial e inteligente Moon, la hábil y entretenida Código fuente (Source Code), y el primer fiasco de su carrera, Warcraft, una gran superproducción del estudio que más dudas genera en Hollywood / China… el muy irregular Legendary Pictures. Con esta carrera a sus espaldas, Jones vuelve a optar por una historia original bajo el título de Mute, una adaptación de su propio producto comiquero que pretende habitar en el mundo de Blade Runner, al igual que la también desconcertante "Altered Carbon", pero al tiempo compartir espíritu (no se sabe a santo de qué) con Moon. Cuesta clasificar este drama de ciencia ficción, pero poco a poco comienza a vérsele el plumero a Netflix, a la que cada vez y de forma más evidente se le reconoce una división Serie B / Z en la que priman el ahorro de costes de producción y los guiones "desecho" de otras compañías. Ojo, cine y series, hay de todo como en botica, llega con ver cosas como Spectral, "Iron Fist", "Defenders", Bright, "Jessica Jones" en su segunda temporada, y las que vendrán, para comprender que Netflix puede estar optando por un rumbo no demasiado recomendable con tal de hacer clientes.
En fin, la realidad es que Mute no sabe a qué atenerse, historia de un Amish en los bajos fondos de una Alemania hiper-sexuada, enamorado de una camarera madre de una niña hija de un perturbado cirujano cuyo mejor amigo tiene tendencias pedófilas … Sí, esto es lo que se ha currado Duncan Jones. Con un reparto encabezado por Alexander Skarsgård como el mudo Leo, no sé si sorprende o no pero el actor sueco es al igual que Jones capaz de lo mejor ("Big Little Lies") o lo peor (La leyenda de Tarzán o esta propia Mute), su pareja peliculera Naadirah (Seyneb Saleh), el cirujano Cactus Bill (Paul Rudd), su amigo del alma Duck (un irreconocible Justin Theroux) y apariciones de gente como Noel Clarke, Robert Kazinsky o Robert Sheehan, no hay por donde coger esta promesa de película noir futurista, porque así nos la vendieron. Ni noir ni leches, despropósito por todos lados, inconexa, absurda e insípida, con personajes que no generan ni pizca de empatía, y aunque con algún controvertido debate puede que más trascendente hacia el final de su excesivamente largo metraje, insuficiente razón para comprender cómo ha acabado Jones haciendo esto. Más aún, ¿que razón hay para ofrecer un guiño con Moon y porqué es necesario alargarlo tanto?
Poco más que contar, Mute es tan larga como aburrida, increíble por lo mal que propone las cosas, y no es que parezca, es que está hecha con menos de cuatro duros. De las que se deberían clasificar como "¡Huid!".
Cartel fanmade de Mute de Duncan Jones… mola, la película no