Ya iba siendo hora de echar un vistazo al nuevo episodio de la renovada franquicia jurásica en manos, esta vez, del siempre gratificante Juan Antonio Bayona. El hijo predilecto del nuevo cine mainstream nacido en España (El orfanato, Lo imposible y Un monstruo viene a verme) llega por la puerta grande a un sello gigante, con una historia por detrás de icono cinematográfico que marcó un antes y un después en el uso de los efectos visuales y su combinación con imposibles concepciones prácticas (te echamos de menos Stan Winston). Avalado por El rey Midas, apoyado por Colin Trevorrow, acompañado por sus inseparables de siempre, Eugenio Mira entre ellos, Bayona tiene todo lo que hay que tener para dar un merecido renovador giro a esta franquicia que amasa dinero como quien junta granitos de arroz.
Lo que pasa es que muy a nuestro pesar Jurassic World: el reino caído (Jurassic World: Fallen Kingdom) no deja de ser un nuevo copia pega / refrito de los filmes pasados de Steven Spielberg, un mejunje de ideas ya explotadas que por repetición resultan algo cansinas (y si, pese a lo nuevo que pueda aportar… que haberlo hailo, como as meigas). Bayona logra dar al proyecto un tono diferente, más terrorífico si cabe, ya no tanto por los dinosaurios en sí, si no más bien por ese elenco de personajes encabezados por Toby Jones (Berberian Sound Studio) que conforman un submundo de todopoderosos oligarcas, tiranos, terroristas y dictadores que no dudan en ser parte de un nuevo fructífero negocio… el tráfico de dinosaurios. Pero claro, para alcanzar esta idea final el camino seguido ha sido el mismo que se nos contó en la entretenida Jurassic Park: el mundo perdido (Jurassic World: The Lost World), cazadores de dinosaurios ansiosos de su trofeo incluido. Bayona narra su historia en dos escenarios distintos, el ya clásico Isla lo que sea (Nublar, Sorna…), y una atrevida mansión victoriana decorada con Geraldine Chaplin haciendo el papel en el que lleva encasillada ya unos cuantos años. La propuesta es jugosa, pero se queda en poco al recluir en un entorno minúsculo criaturas de tamaño fantástico. Mucho susto inesperado, ideal para hacernos saltar de la butaca, y una secuencia potente en un cementerio, digo museo, de dinosaurios. Final bañado en un poco de sangre.
El resto es lo que ya vimos en el film del 2015, Chris Pratt haciendo de Indiana Jones (muy divertida la secuencia corriendo al más puro estilo En busca del arca perdida y los obitos), el factor cómico sobre los hombros del informático de turno (Justice Smith), Bryce Dallas Howard tan perfecta como siempre, un pack villano estándar del todo (cazador + empresario) y dinosaurios creados a partir de lo mejor de los existentes. No hay más. Bueno, miento… además de una innecesaria secuencia post-créditos homenaje digamos a por ejemplo El mundo perdido (The Lost World) de Harry O. Hoyt, tenemos ese aserto genético que, de buenas a primeras queda como gran MacGuffin del film de Bayona. Está ahí, muy bien, sorprendente y… ¿y? Vale que entretiene, pero francamente sabe a muy poco.
Cartel molón de Jurassic World: el reino caído