Dom 2 Dic 2012
En un domingo de esos que pintan tranquilito aprovecho un ratillo para seguir con la revisión de películas vistas en el pasado Festival de Sitges 2012, por aquí tenéis todas las comentadas hasta el momento. Es el turno de hablar un poco de The Lords of Salem (2013), la nueva obra de Rob Zombie que, supongo, veremos en cines a lo largo del año que viene… y remarco eso de supongo porque no estoy muy seguro de este hecho. Para sorpresa del respetable el bueno de Zombie da un significativo giro en su modelo cinematográfico cambiando de registro y adentrándose en un estilo de horror mucho más ortodoxo y menos esperable si lo que hacemos es echar la vista atrás tratando de encontrar una razón de este nuevo enfoque. The Lords of Salem es por lo tanto un aplaudible punto de inflexión en la filmografía de Zombie si lo comparamos con sus incursiones previas, La casa de los 1000 cadáveres (The House of 1000 Corpses, 2003) era demasiado grotesca, Los renegados del diablo (The Devil’s Rejects, 2005) una muy particular salvaje road movie, y esos dos films de la franquicia Halloween pues, no se, bastante innecesarios. The Lords of Salem es también un profundo viaje lisérgico dentro del horror más clásico con muchos momentos surrealistas y psicodélicos bastante acordes con el diabólico horror de grandes obras con aquelarre como La semilla del diablo (Rosemary’s Baby, 1968) o Suspiria (1977). The Lords of Salem resulta ser además una especie de ritual satánico cinematográfico, pieza clave la musiquilla que induce el mal que ha de venir, y donde no obligan a contemplar todo el proceso de entrada en los infiernos de su protagonista… la buena de Sheri Moon Zombie.
Y tras sacarle todo lo bueno que puede tener llega lo malo, o al menos la impresión general que da la sensación se queda en la gente que ve el flm. The Lords of Salem es muy irregular. Que el peso de la película caiga sobre los hombros de Sheri Moon me parece lo más arriesgado que se puede hacer, salvo que quieras echar por tierra así de buenas a primeras gran parte del potencial del film. La esposa de Rob no me convence como actriz ni ahora ni antes. Me vale para un papel secundario, una presencia complementaria de un reparto más sólido, pero que todo gire alrededor de ella es un fallo. Menos mal que en papeles secundarios tenemos rostros conocidos, y envejecidos, del universo terror más clásico como Meg Foster, esos ojos son irrepetibles, Dee Wallace o Ken Foree, acompañados por Bruce Davison, personaje singular y protagonista de su propia desventura de investigación brujeril, que por otro lado merecía haber sido mucho más explorada. Luego tanto machaque con la presencia de quintas esencias como las de Michael Berryman o Sid Haig ¿para? 15 segundos y dejad de contar. En fin, The Lords of Salem se diluye cosa fina bajo una trama interesante, no nueva pero si original dado el origen musical del ritual a gran escala que se prepara, pero poco más. Da la sensación de que el brainstorming fue notable en las primeras fases, pero a la hora del desarrollo no supieron evolucionar y ofrecer algo realmente potable.
Uno de los colorista carteles de The Lords of Salem