Opinión


Tras varios intentos fallidos por echar un vistazo a lo nuevo de Robert Eggers, ha llegado la hora de adentrarme en El faro (The Lighthouse), una opresiva paranoia, desesperante, claustrofóbica y, personalmente, más cercana al terror gótico agónico de Edgar Allan Poe, veo más referencias a "El corazón delator" que a la fantasía pulp de otras dimensiones o submarina, por mucho que se repita no encuentro la relación, planteada por H.P. Lovecraft.

El faro, rodada en puro blanco y negro y formato 4:3, cuenta la historia de dos fareros (Willem Dafoe y Robert Pattinson superlativos) que se van a pasar unas semanas en solitario trabajando juntos en un faro de una perdida y rocosa isla de Nueva Inglaterra. La idea no puede ser más demoledora, un veterano (Dafoe) que conoce las inclemencias del lugar, y que dado su saber decide comandar la andadura con agria crueldad, y un novato (Pattinson), que aunque entiende lo que es trabajar en condiciones extremas deberá enfrentarse a una más… ser pisoteado porque sí. Es El faro una muestra más de que Eggers es un maestro del terror y el suspense moderno, pero apoyándose en el clasicismo de los relatos y en los aspectos más folclóricos del horror mundano. El faro es el terreno ideal para sembrar todos los malos augurios del mar, desde el papel de las gaviotas a la mitología marina (sirenas y tritones incluidos), en la que muchos ven al mentado Lovecraft representado, y un lugar especial para que el alcohol adopte un protagonismo especial definiendo la personalidad del veterano, y transformando la del novato.

El faro es un ataúd cerrado. Uno se siente atrapado en la isla de principio a fin. El blanco y negro hace la experiencia más desoladora, el enrarecido y húmero ambiente te entumece, y el formato hace el resto… te atrapa, no te deja espacio y acaba por agobiarte tanto que incomoda. Eggers construye un film de terror psicológico, donde la desesperación acaban por no dejar discernir lo real de lo imaginario, y donde las alucinaciones acaban siendo la tónica del film. Difícil y dura de ver, y de entender en su versión original, Egger hace todo bien y en el apartado reparto esta se lleva la palma.

En fin, hay que ver El faro, hay que pasarlo mal con ella, hay que enfrentarse a la soledad del lugar en el que te verás atrapado, y en definitiva plantar cara a la locura que acaba por envolverlo todo. Nada como ver una película en la que el hombre es el verdadero monstruo, nada de criaturas imposibles, ni fantasmas, ni cosas raras. Seres humanos corrompidos hasta su destartalada mente.

Cartel de The Lighthouse
Cartel de The Lighthouse

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Fantabulosa, chisporroteante, clariviolenta y psicotrónica. Aves de Presa (y la fantabulosa emancipación de Harley Quinn), imposible de imaginar un título más complicado de leer, es una pizpireta y sobresaturada aventura comiquera del universo DC en la que Margot Robbie lo es todo, y de ahí se justifica que la propia Robbie sea no sólo una de las productoras del film, si no la artífice de la idea transmitida al estudio para que hiciera un spin-off sobre su personaje… innegablemente el más potente de la decepcionante Escuadrón Suicida (Suicide Squad). Lo mejor de todo, Aves de Presa como película hace ya el trabajo sucio y, durante un par de minutos de presentación animada, que recuerda a Bruce Timm, y acompañada por la voz en off de nuestro centro de atención, te explica el cómo de la situación personal actual de la protagonista.

Vale, con la premisa puesta sobre la mesa, y tras presentarnos al porcentaje mayor de los personajes que deambularán por pantalla, amén de la Quinn, conocemos de forma casi inmediata a Cassandra Cain (Ella Jay Basco), el gran villano Roman Sionis (Ewan McGregor), la odiada detective Montoya (Rosie Perez) y el taladrado mano derecha del malo, Victor Zsasz (Chris Messina), se evidencia uno de los grandes problemas del film… el inconsistente guión escrito por Christina Hodson, o puede que la culpa esté en el montaje del resultado final. El misterio queda en el aire.

Sentada la base y el camino que debería seguir el film, la Hodson se dedica a deambular en el tiempo en modo flashback interrumpiendo la ya de por si saturada narración de Harley Quinn, explotando una y otra vez el mismo chascarrillo (nombre y agravio) y añadiendo historias que de forma forzada permanen inconexas durante la práctica totalidad del film hasta que acabas por componer este rompecabezas alocado de entresijos que ocultan los personajes principales. Ahí, no puede ser negado, salen claramente maltratadas Helena Bertinelli / La Cazadora (Mary Elizabeth Winstead), infrautilizada y denostada a un par de chascarrilos y otras tantas escenas de acción, y Dinah Lance / Canario Negro (Jurnee Smollett-Bell), más presente que la anterior pero igualmente menos recurrente que, sobre todo, la Montoya… esta por alguna razón que se me escapa hasta en la sopa.

Técnicamente el film no escatima en hiperbólicas y estrambóticas secuencias de acción, no tengo claro si obra de la directora Cathy Yan, o del responsable de segunda unidad Chad Stahelski, meastro entre maestros y además de director de las tres partes de la saga John Wick, director de segunda unidad de Ninja Assassin o Capitán América: Civil War, amén de coordinador de especialistas de más películas de las que podéis imaginar. Pero lo que está claro es que por ese lado la película es un inagotable despiporre de ideas inconcebibles trasladas a pantalla de forma hiperactiva y sobresaliente. Y así están la cosas, una comedia que no brilla por la risas, si bien tiene momentos simpáticos, y donde destaca el brillante uso de la escenografía, algunos momentos cómico-excesivos (la concepción del bocata), y, sobre todo la gran protagonista… Harley Quinn y sus millones de desvaríos mentales. El resto es transición, por no decir relleno. Cine de acción en modo cine de acción. Vale.

Otro cartel más, muy molón, para Aves de presa (y la fantabulosa emancipación de Harley Quinn)
Otro cartel más, muy molón, para Aves de presa (y la fantabulosa emancipación de Harley Quinn)

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Elegir como plan de resurrección profesional una adaptación directa de una obra de H.P. Lovecraft es indudablemente arriesgado. Richard Stanley, un director singular y con una carreta ciertamente truncada por un destino loco, ha optado por el más difícil todavía para relanzar su tortuosa carrera. Apoyado por SpectreVision, la empresa de Elijah Wood y Daniel Noah no teme nada y eso mola, el bueno de Stanley ha liado una buena para dar el do de pecho y generar uno de los proyectos cinematográficos más auténticos relacionados con la superlativa obra de ese genio literario que fue, y es, el maestro pulp de Providence.

Tras ofrecernos a principios de los 90 los inclasificables terrores Hardware y El demonio del desierto (Dust Devil), amén de ser despedido durante la primera semana de rodaje de La isla del Dr. Moreau (The Island of Dr. Moreau), el bueno de Richard Stanley comenzó a transitar por la faz de la tierra sin destino aparente (cortometrajes, documentales, entrevistas…), esperando uno de esos trenes con forma de segunda oportunidad, una que con merecimiento le devolverían al lugar que nunca debió abandonar. Tras muchos años por aquí y por allá, se le ha podido ver por Sitges un año tras otro hasta colaborando como guionista con directores patrios como Nacho Cerdá, este curioso director ha encontrado el rumbo nuevamente adaptando "El color que cayó del cielo", uno de los hipnóticos relatos de Lovecraft, publicado este en 1927.

Color Out of Space es una notable y fiel interpretación de la obra de Lovecraft, trasladando el relato casi centenario al ahora pero, al tiempo, eligiendo como hilo de su historia el origen de la propia obra escrita. Stanley se centra por lo tanto en contar lo que pasó en las afueras de Arkham, aquello que le cuentan al protagonista del cuento de Lovecraft, pero intercalándolo con la llegada de este, Ward (Elliot Knight), un ingeniero encargado de revisar los ríos que desembocan en un embalse cercano a la icónica ciudad. Es en este punto donde la obra de Stanley elige su propio camino al presentarnos a la familia Gardner, formada por Nathan (Nicolas Cage), Theresa (Joely Ricahrdson), Lavinia (Madeleine Arthur), Benny (Brendan Meyer) y Jack (Julian Hilliard), y la llegada de ese meteorito espacial que contiene ese color imposible de identificar y que todo lo trastoca.

Stanley juega a partir de este momento con varios de los puntos álgidos dentro de la propia obra de Lovecraft, y de la mitología creada por el escritor. En Color Out of Space hay espacio para la paranoia, la desesperación, las mutaciones más desagradables e irreversibles, o la caída en una espiral de locura de donde uno no puede salir. Todo lo que Lovecraft cuenta en su historia está presente de una u otra forma en la película, y esto es algo que debe ser francamente agradecido al propio Stanley que, con atrevimiento, ha cocinado un guión arto fiel a la obra que adapta. Como en el cuento, todo acaba infectado, corrupto y degradado hasta límites inconcebibles para terminar derivando en el propio inicio del relato… ese erial maldito donde nada nace ya.

En fin, Color Out of Space es, en su todo, una de las aventuras cinematográficas más fieles a la obra de H.P. Lovecraft jamás rodada. Y esto, pese a los posibles y presentes desvaríos de Cage, es algo que debe tenerse en cuenta para esperar con franca ilusión el segundo episodio en esta prometida trilogía de adaptaciones. El futuro se llama "El horror de Dunwich" y, la verdad, no imagino en este momento a nadie mejor que Richard Stanley para adaptarla de nuevo al cine.

Fabuloso cartel de Color Out of Space de Richard Stanley… joya psicotrónica
Fabuloso cartel de Color Out of Space de Richard Stanley… joya psicotrónica

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Los sábados modo tarde de cine siempre han molado. Si encima lo que te plantas ante los ojos es una suerte de serie B con factura de A y carente de pretensiones sesudas o de sentar cátedra, pues más feliz que una perdiz. Esto es Underwater, film de William Eubank que junto a otras sufrió por la adquisición de 20th Century Fox por parte de Disney, amén de por el estreno de la infame y horripilante Megalodón (The Meg). Estrenada ahora en cines es el perfecto complemento para sesión especial profundidades monstruosas junto a otras maestrías noventeras, generosas de gore ellas, como Profundidad seis (DeepStar Six) de Sean S. Cunningham o Leviathan: El demonio del abismo (Leviathan) de George P. Cosmatos.

La propuesta de Underwater es totalmente simple, a la par que eficaz, arrancar ya con el desastre submarino y durante unos 90 minutos ir liquidando a los participantes de esta entretenida película de terror. Fin. No hay más, tampoco lo pretende. Por ahí están Kristen Stewar, Vicent Cassel (El odio), Jessica Henwick ("Iron Fist"), T.J. Miller (Deadpool), John Gallagher Jr. (Calle Cloverfield 10) y Mamoudou Athie, todos ellos conforman un grupo de operarios de diferente rango e inquietud que trabajan en una prospección minera cerca del fondo de las fosas Marianas, y que pasan a ser el centro de atención de este survival horror bajo el mar.

La película además se apoya como nada en dos valores sobresalientes. Amén de la envolvente banda sonora compuesta por Marco Beltrami y Brandon Roberts, dispone de una dirección artística suprema, con un diseño de producción notable en donde cabe destacar no solo los intrincados espacios por los que viajan nuestro grupo de supervivientes, reflejos del Aliens de James Cameron en cada esquina, si no por el vestuario, espectaculares trajes submarinos que dejan sobre la mesa un para cuándo una adaptación al cine de Warhammer 40.000. Como colofón solvencia con los efectos visuales, tono Lovecraftiano mayúsculo (probablemente entre en el top de los homenajes al maestro de Provicende), y un desarrollo ágil. No se le puede pedir nada, pero lo que te da cumple con su cometido. Pese a todas las licencias que se pueda tomar, estamos en una de ciencia ficción así que como si van en pelotas buceando, Underwater se merece un rinconcito entre lo más entretenido de lo que va de año.

Uno de los carteles de Underwater, no engañan
Uno de los carteles de Underwater, no engañan

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Llevo dándole vueltas al tema este unos días debatiendo cómo enfocar esta lista. Está complicada la cosa, y no dudo que no será del gusto de todos, pero tras darle muchas vueltas esta es una posible lista de 25 películas que esta década me han animado ofreciendo una mirada gamberra, sorprendente, irreverente y salvaje del cine. Hay de todo, blockbusters, films independientes, rarezas, cine coreano, sesudo, documental, paranoia… No siguen un orden de cuál me gustó más… de hecho están ordenadas alfabéticamente, ni por año. Veinticinco películas para recordar de esta década que pronto termina.

25 películas para recordar de esta década (2010 - 2019)
25 películas para recordar de esta década (2010 – 2019)

Attack the Block de Joe Cornish. Otra de las sorpresas más agradables que me llevé en Sitges 2011 aunque luego fue vapuleada por la distribución en nuestro país. Pese a la complejidad para echarle un vistazo merece ser disfrutada una y mil veces. Una joya gamberra que narra una invasión extraterrestre en un barrio chungo de la periferia de Londres. Ojo, además del debut de Cornish en el arte de la dirección, pude mantener una entrevista con él en el mismo festival, el resultado es bastante sobresaliente merced al buen reparto de jóvenes, la banda sonora electro / pop y unos efectos de primer nivel obra de Spectral Motion. Uno de esos jóvenes, el protagonista, es John Boyega… ahora de "moda".

Bone Tomahawk de S. Craig Zahler. Otra que quiero rescatar de Sitges es este western pausado, paciente, largo y, sorpresa, caníbal. El señor Zahler se rueda de un reparto potente con Kurt Russell, Patrick Wilson, Matthew Fox o Richard Jenkins y ofrece un survival horror, como la ya citada Green Room, pero en el lejano oeste. La película no aparenta lo que luego es, una rareza, una pieza única que decide innovar hacia un subgénero atípico en su padre mayor.

Brawl in Cell Block 99 de S. Craig Zahler. Del director de la arriba caníbal Bone Tomahawk llegó el periplo por el cine carcelario del impensable Vince Vaughn, mostrenco de casi dos metros que se mete de lleno en la piel de Bradley Thomas… el hombre de titanio, el Riki-Ho de los EEUU, un destructor de vidas con nudillos ensangrentados. En Brawl on Cell Block 99 pasamos del clásico drama carcelario al que se ve sentenciado un delincuente de armas tomar a una creciente y descontrolada espiral de violencia que, por absurda, resulta cómica. Obligada.

Drive de Nicolas Winding Refn. Violenta y romántica al 50%, también hay coches. Cine negro moderno protagonizado por un Ryan Gosling parco en palabras pero tan directo como una puñalada. Grandiosa banda sonora que riega un film intenso, bastante perturbador y violentamente grotesco. Extraña pero sorprendente. Una de las joyas de la década.

El Gran Hotel Budapest de Wes Anderson. Delicia cinematográfica del señor Anderson, frenética, entretenida, diferente y la mar de original. Otro director más que lo que toca lo borda, al menos en su personal estilo. Para redondear la delicia un reparto de los habituales de este director con papeles superlativos como el de Ralph Fiennes o Willem Dafoe. Ah, y la banda sonora de Alexander Desplat para escuchar en bucle.

Enemy de Denis Villeneuve. Adaptación de la paranoica y extraña obra "El hombre duplicado" de José Saramago. Film que nos planta a un doble Jake Gyllenhaal viviendo dos vidas diferentes basadas en formas de ser completamente opuestas… el taciturno vs. el impetuoso. La envidia como protagonista, lo surreal como trasfondo. Historia de clones que no son clones.

Ex Machina de Alex Garland. El guionista fetiche de Danny Boyle debutó así en el cine como director, haciéndose cargo también del escrito, con una pieza magistral de ciencia ficción. Un reparto reducido, Domhnall Gleeson, Alicia Vikander y Oscar Isaac, dando forma a una historia con muchas lecturas, de doble juego, donde perviven la inocencia y la más vil de las perversidades. Con poco Garland logra una grande.

Green Room de Jeremy Saulnier. Una de las vistas en el Festival de Sitges de 2015 y una película de brutal impacto. El viaje al infierno neonazi de un grupo de música independiente que se ven atrapados en un local y del que pocas esperanzas de salir vivos tiene. Cruda, dura, extrema, violenta y salvaje. El fallecido Anton Yelchin, Imogen Potts o Mark Webber haciendo frente a líder nazi definitivo… Patrick Stewart.

Interstellar de Christopher Nolan. Otra de las joyas de la corona del 2014. Discutida por muchos y adorada por otros, yo entre ellos. Compleja, emotiva y altamente temporal. Nolan sigue marcando su filmografía a fuego con proyectos perpetuos y aventuras diferentes. Tras su viaje comiquero detectivesco este salto a la ciencia ficción más sesuda es perfecta.

Jodorowsky’s Dune de Frank Pavich. Documental que es pura magia cinematográfica y un viaje imposible de imaginar al desarrollo de la fallida Dune de Alejandro Jodorowsky. Además nos presenta al fabuloso maestro ofreciendo un recital de cómo se hace un casting y demostrando el poder de atracción que siempre tuvo. Otra obra maestra.

Joker de Todd Phillips. De las grandes del 2019. Un viaje al infierno personal de un ser trastornado, el nacimiento de un monstruo que resulta ser uno de los villanos más icónicos del universo DC. Al frente un tipo que sorprende que haya logrado esto, delante de la cámara el siempre mutante Joaquin Phoenix ofreciendo una de las interpretaciones más terroríficas del personaje.

La doncella de Park Chan-wook. La obra maestra del 2016. Una historia sin parangón, que te atrapa, te envuelve, te engaña, te retuerce y te enamora. Protagonizada por Min-hee Kim y Tae-ri Kim, dos mujeres de química incomparable en una obra que de principio a fin demuestra de nuevo que Park Chan-wook es un director imprevisible. Sencillamente perfecta. Sumemos la composición musical de Jo Yeong-wook… perfecta.

La Forma del Agua de Guillermo del Toro. Una joya más del director mexicano más molón. Vista en Sitges 2017 sentado al lado del mismísimo maestro de ceremonias, se trata de una historia de amor verdadero cargada de sensibilidad y madurez, y que hace hincapié en muchas de las más sonadas represiones del pasado, el presente y seguramente el futuro. La discriminación por raza y sexo, las oportunidades perdidas y la esperanza. Todo adornado con el condimento que mejor maneja Del Toro, los mundos de fantasía. A la altura de sus mejores obras El laberinto del Fauno o El espinazo del diablo.

Looper de Rian Johnson. Tras varios años perdido, Johnson, director de ese muy recomendable film noir escolar titulado Brick, se lió la manta a la cabeza para ofrecernos otra de las obras de ciencia ficción cinematográfica del 2012, un género sin límites. Protagonizada por Bruce Willis y Joseph Gordon-Levitt, Looper es un glorioso viaje por diferentes líneas temporales donde hasta el más mínimo detalle está considerado. Original, dinámica y entretenida.

Los odiosos ocho de Quentin Tarantino. La obligada obra genial del gran Tarantino llegó esta vez a principios del 2016 para amenizar, casi, el final de la Navidad. Una historia perfecta, una clásica batalla dialéctica de enredo entre un conjunto de actores de alta gama merced a un guión nuevamente superlativo. Los "Diez negritos" de Agatha Christie trasladados a una posada del lejano oeste y con una ventisca de esas que te obligan a usar la lengua para descubrir el pastel. Nunca tanta hemoglobina de pega se usó en tan poco espacio.

Mad Max: Furia en la Carretera de George Miller. La obra maestra del 2015 y obra de culto desde el día de su estreno y hasta el fin de nuestros días. Poco más que contar que no se haya comentado ya. Ejemplo de cine de acción, película irrepetible. Hipnótica, trepidante e insaciable. Miller reinventó a Mad Max ofreciendo algo impensable en estos tiempos. Cine auténtico, dos horas de frenesí non stop que nos dejaron sin aliento.

Nightcrawler de Dan Gilroy. Salvaje, tremenda y con una Jake Gyllenhaal nuevamente de otra dimensión (de los mejores actores de esta década). La Network del siglo XXI donde queda muy claro que todo vale para hacer que la basura que ruedas cámara en mano sea la primicia del día siguiente. Enfermiza gracias a ese Louis Bloom sin sangre en las venas.

Origen de Christopher Nolan. Origen resultó ser el retorno de Nolan a una de las obsesiones que más le inquietan, la fragilidad de la mente humana y lo maleable que puede ser. Si en Memento jugó con la memoria, en esta nueva oda al buen cine decidió penetrar directamente en ella tratando de convencernos de que esta podría ser alterada… y lo era. De regalo un repartazo encabezado por Leonardo DiCaprio, Tom Hardy, Joseph Gordon-Levitt, Cillian Murphy o Ellen Page.

Pacific Rim de Guillermo del Toro. Poco más que decir de este blockbuster que no haya dicho ya. Si te molan los robots gigantes y las criaturas imposibles esta es tu peli. Adereza todo con el sabio toque de Del Toro, que llevaba en otros proyectos cincos años, y el resultado es el renacimiento de un género. Uno de los mayores espectáculos del 2014 en pantalla grande y un despiporre visual sin parangón y sin mesura. Hail Guillermo del Toro!

Prisioneros de Denis Villeneuve. Perfecta para sumar al pack con la anteriormente mencionada Enemy. Prisioneros es un brutal, desgarrador, extremo y destructivo film plagado de malas decisiones. El desquicie personal, la venganza injustificada y el acoso porque sí. Hugh Jackman como un padre justiciero que basa sus decisiones en la no probada ley del talión. Acompañando de nuevo Jake Gyllenhaal y el sufridor número uno del 2013… Paul Dano.

Prometheus de Ridley Scott. Aquí más de uno se me tirará a la yugular pero no me importa. De lo mejor de la ciencia ficción del 2012 junto a alguna otra joya que por aquí también destaco. Impronta Alien y género espectáculo como debe ser. Eso si, de lo más discutido de ese año por la diversidad de reacciones que acabó causando.

Rogue One: Una Historia de Star Wars de Gareth Edwards. La joyita que nos llegó a finales de 2016. En mi caso disfruté como un enano con esta precuela al origen de la saga, 1977. Una historia completa aparentemente menor, pero que logra emocionar al tiempo que te introduce en una vibrante última parte donde no hay descanso. De lo mejor que se ha hecho para la famosa saga, superior en todos los aspectos y un clásico.

Stoker de Chan Wook Park. Otras de las que esperaba con ansias para el 2013 y obligatorio decir que magnífica y de las que te alucinan. Extraña hasta decir basta, repleta de oscuros secretos y fiel homenaje a los tensos momentos de grandes films del género como los paridos por el maestro Alfred Hitckcock. Pausada pero de las que encandilan, con momentos que rozan lo grotesco pero obligados si lo que ve uno es un film del director de obras tan singulares como Sympathy for Mr. Vengeance, Old Boy o Sympathy for Lady Vengeance.

The Guest de Adam Wingard. Vista en Sitges 2014 y revista en Cineuropa de ese mismo año, peli de acción al modo vieja escuela con uno de los planteamientos más desquiciados del momento. Tras sorprendernos con Tú eres el siguiente (también en esta lista), el dúo Adam Wingard / Simon Barret confirmaron que hay que echar un ojo a todo lo que tocan porque no dejan títere con cabeza. Ah, la banda sonora de 10, Dan Stevens y Maika Monroe de 11.

Tú eres el siguiente de Adam Wingard (os lo dije). Con dos años de retraso, y hasta ese momento carne de festivales, llegó esta serie B con visos de transformarse en obra de culto a la de ya. Comedia negra salvaje con una Sharni Vinson como reina de la supervivencia aplicada si de lo que se trata es de dar buena cuenta de unos cafres asaltantes enmascarados. Una redefinición muy acertada del modelo home invasion con momentos únicos y una trama que te tronchas. Si bien son diferentes ahora podemos decir que tenemos Noche de bodas (Ready or Not), pero antes estuvo Tú eres el siguiente.

 

Pues otro año más que se termina y otro año más donde recopilo esas 10 que me han echo especial tilín. A destacar un tema, se cuela en esta lista de favoritas una serie, por primera vez en todos estos años cuelo una serie porque la genialidad de esta ha traspasado límites que hacen que figure en cualquier propuesta que os pueda hacer de cara a pasar un gran momento sentados delante de una pantalla. Lo curioso de la lista, si echo un vistazo a las diez esperanzas que publiqué el 1 de enero hay unas cuantas coincidencias, cinco sin ir más lejos. Otras han caído, pero esas cinco no han defraudado para nada. En fin, hora de comenzar con la breve recopilación…


Las 10 de Uruloki en 2019

Puñales por la espalda de Rian Johnson. Ya lo dije en su momento y lo vuelvo a repetir, una joya del subgénero policíaco del whodunnit que tan poco ha sido explotado en manos del fulano que parió dos obras de culto como son Brick y Looper. Sencilla pero perfecta en su ejecución, repleta de variantes y misterios que al modo vieja escuela van aflorando para dejar un sabor de boca sobresaliente.

Parasite de Bong Joon-ho. Probablemente una de las obras maestras del año. Un giro dentro de un giro dentro de un giro que acaba de forma tan enrevesada que no puedes más que quedarte con cara de alucinado. Si no las has visto todavía no sé a qué narices esperas. Superlativa de principio a fin, terrorífica, cómica, exasperante, agonizante, odiosa. Lo tiene todo, personajes que adoras y que causan repulsión, situaciones grotescas que hacen reírte pero al tiempo sufrir vergüenza ajena. A todas vistas de lo mejor del año.

"Watchmen" de Damin Lindelof. La última joya del año o la mejor serie de la década. Superior, un perfecto viaje al pasado, presente y futuro de una de las obras literarias más fabulosas de la historia del cómic. Lindelof construye una obra maestra para televisión y se queda tan ancho. Así da gusto sentarse e invertir 9 horas de tu vida delante de una televisión. Magistral.

Joker de Todd Phillips. Otra de las grandes del año. Un viaje al infierno personal de un ser trastornado, el nacimiento de un monstruo que resulta ser uno de los villanos más icónicos del universo DC. Al frente un tipo que sorprende que haya logrado esto, delante de la cámara el siempre mutante Joaquin Phoenix ofreciendo una de las interpretaciones más terroríficas del personaje.

Érase una vez en… Hollywood de Quentin Tarantino. Siempre que hay película del maestro Tarantino uno sale del cine con una sonrisa en la boca y con la sensación de haber visto otra de esas obras que quedarán para la historia. Cine dentro del cine con dos interpretaciones de escándalo en manos de Leonardo DiCaprio y Brad Pitt, todo acomodado en una historia real pero con giro final distópico resuelto como nadie se espera… un puro cuento de fantasía. Gloria bendita.

Dolor y gloria de Pedro Almodóvar. Probablemente la mejor autobiografía posible del director manchego transformado aquí en un Antonio Banderas interpretando un personaje maravilloso. Reflejo de la vida de Almodóvar, tratada con mucho cariño y emotiva a raudales. Si es que no hay mejor forma de plasmar en pantalla un pequeño reflejo de lo que eres. De las que uno debe ver sí o sí para comprender las obsesiones que han acompañado al director.

Nosotros de Jordan Peele. De nuevo el bueno del señor Peele ofreciendo un giro original, inesperado y rompedor para el terror moderno. De esas que no ves llegas, de esas que van poco a poco abriendo caminos insospechados, y de esas que cuesta descifrar hasta el minuto de gloria final. Suculenta propuesta cinematográfica que bebe a morro de "La invasión de los ladrones" de Jack Finey, pero al tiempo home invasión inusual plagada de clones que no son clones.

Dragged Across Concrete de S. Craig Zahler. Este señor director / guionista es uno entre un millón. Tras la caníbal Bone Tomahawk y la carcelaria Brawl in Cell Block 99, este año tocaba una policíaca a baja velocidad pero con un Mel Gibson en perfecta sintonía. Cine cruel y desesperado con un salto al vacío de un protagonista al que ya no le quedan oportunidades. Además, bravo, hay un breve espacio para la hiperviolencia salida de tono, firma de la casa.

El irlandés de Martin Scorsese. Al fin el regreso del cine mafioso por excelencia parido por esos tres monstruos que son Scorsese, director, y Robert DeNiro y Joe Pesci, actores, amén de la incursión del gran Al Pacino. Un poco tardía en su tiempo, y retocada digitalmente igual un poco en exceso, pero perfecta clausura para un modelo de cine como nunca ha existido. Historia oscura y siniestra de los bajos fondos, recorrido el día a día de un "pintor" que sobrevivió en un mundo donde lo más fácil era morirse a la primera de cambio.

Glass de M. Night Shyamalan. La amarga despedida de estos tres iconos del universo de los superhéroes nunca reconocidos: David Dunn, Elijah Price / Don Cristal y Kevin Wendell Crumb / La Horda. Tercer episodio y punto final a una historia que nació en el año 2000 y de la que nunca sospechamos que pudiera tener final (si quiera continuación).

Tras este repasito recordar que hay otras igualmente molonas que merecen ser revisadas. La paranoia folklorica Midsommar, el cine de superhéroes subversivo visto en El hijo, el periplo por la destrucción de un matrimonio movido por el egoísmo y las promesas incumplidas de Historia de matrimonio, los trapos sucios gubernamentales sacados a relucir en The Report, la película de acción sota-caballo-y-rey que es Triple frontera, la fiel y sorprendente Doctor sueño, ese cruce entre drama shakespiriano y "El corazón de las tinieblas" de Joseph Conrad que es Ad Astra, la propuesta gamberra de historia del cine Dolemite es mi nombre, el survival horror serie B Infierno bajo el agua, la excesiva Polar, y rematando con films del año pasado como La favorita, o blockbusters de este, como Alita: Ángel de combate, Vengadores: Endgame o Star Wars: El Ascenso de Skywalker. Han quedado tantas fuera, y tantas sin ver todavía…

 

No siempre llueve a gusto de todos y desde luego Star Wars: El Ascenso de Skywalker (Star Wars: The Rise of Skywalker) no es película que se salve de esta diatriba. El regreso de J.J. Abrams a la saga ha servido para tratar de enmendar las libertades que se tomó Rian Johnson en el anterior episodio, ya depende de cada uno considerar estas como apestosas o renovadoras, y para, preparados los nostálgicos, sacar del sancta sanctórum de la saga recuerdos plasmando en pantalla otro buen paquete de referencias y guiños a la trilogía original… vamos, como ya hizo con Star Wars: El Despertar de la Fuerza (Star Wars: The Force Awakens), por lo tanto nada nuevo en el horizonte.

Por lo tanto, hay dos modos de análisis de Star Wars: El Ascenso de Skywalker: el primero el propio, personal y autónomo como desenlace final de su propia trilogía; el segundo el referencial, como ya dije nostálgico y cierre de una saga que se ha alargado la friolera de 40 años. La verdad es que bajo el primero de los prismas hay de todo, pero el argumentario que Abrams y Chris Terrio exponen para tratar de enmendar y lograr algo que guste a todos ha sido un poco de chichinabo. La verdad, pese a lo evidente (y merced a que ya se descubrió en el segundo o tercer trailer), no puedes sacarte de la manga al Emperador Palpatine (regresa Ian McDiarmid) y convertirlo en el eje del mal sobre el que navega esta película. Más todavía, no puedes jugar con un Macguffin durante dos películas, y uso el término con todo el sentido del mundo, y sacarte la chorra a golpe de mitad de esta para descubrir lo que descubres… que no es baladí y sólo sirve para tratar de confirmar que tu elección de gran villano está más que justificada. Así no.

Este giro, inesperado, es la base de Star Wars: El Ascenso de Skywalker, y nexo usado para argumentar el resto de acciones y decisiones de los personajes. Si uno logra abstraerse ante tal absurdo la película es la mar de entretenida, visualmente espectacular y digno cierre del camino que inició en 2015 (salvo ese anticlimático final que apoyado en lo nostálgico logra el efecto contrario de lo deseado…). Pero claro, tienes que ser partícipe de la decisión tomada para no sentirte tremendamente decepcionado. Un Macguffin es un Macguffin, y la "Mistery Box" de J.J. Abrams ha sido abierta para demostrar que más que caja misteriosa con una gran interrogación encima, se trata de una chistera de mago repleta de conejos y palomas. El resto está bien, los personajes en su línea, Kylo Ren (Adam Driver) sigue destacando sobre el resto, Rey (Daisy Ridley), Finn (John Boyega) o Poe Dameron (Oscar Isaac) metidos en su gran aventura final, y la presentación de nuevos personajes que poco o nada tienen que decir como Zorii Bliss (Keri Russel) o Jannah (Naomi Ackie)… a Rose (Kelly Marie Tran) ya la han defenestrado. Eso sí, la gente no caga con Babu Frik, el personaje TOP del episodio y trasunto del Hannibal Chew de Blade Runner.

Desde el segundo punto de vista, el nostálgico, Terrio y Abrams se apoyan en el mayor de los arsenales posibles llegando al punto de robar escenas, repito que ya se hizo en Star Wars: El Despertar de la Fuerza. Funcionan, por pura obviedad, pero acaban por confirmarte que la visión de J.J. Abrams ha sido la del refrito de tiempos pretéritos. No es algo que moleste, pero siembra serias dudas acerca de la originalidad de lo que estamos viendo. Ese factor nostalgia es el que está haciendo que muchos adoren el film, pero que otros lo acaben por odiar un poco más. La falta de originalidad ante el uso constante de referencias al pasado, y el no tomar riesgos para cerrar una saga de otra forma. Lo dicho, puede funcionar, y de hecho lo hace, pero en el fondo acaba siendo la comidilla. Hasta John Williams parece no tener que innovar sacando también de hemeroteca los mejores temas que se escucharon en 1977 y posteriores.

En definitiva, plato amargo. Entretenida, como la que más, con sus fuerzas y sus debilidades. Acertada en ocasiones, decepcionante en otras. Arriesgada por momentos, excesivamente precavida para el resto. A medio camino entre la nadería y el producto digno. Film discordia para terminar el año… y con un final muy jodido.

Impresionante cartel final de Star Wars
Impresionante cartel final de Star Wars

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Y en estas apareció Damon Lindelof para sumergirnos en una de las más sorprendentes series de los últimos años, una auténtica y elaboradísima verdadera precuela / secuela del "Watchmen" escrito por Alan Moore y dibujado por Dave Gibbons. Es complicado hablar de esta obra maestra que ha fraguado HBO, serie de producción impecable, con un reparto superlativo y con un guión que nos ha hecho viajar al pasado, presente y futuro de la distopia creada por los ya mencionados Moore y Gibbons. El tema es que Lindelof lo ha hecho todo, ha tejido su propia telaraña haciendo crecer el pasado de la obra original (contándonos el origen de los Minutemen por ejemplo), aprovechando para colarnos los traumas de la era en la que Adrian Veidt / Ozymandias engañó al mundo para evitar un caos mayor (aquel presente), y de paso elaborando con genialidad y maestría, y de principio a fin, un futuro mayúsculo y autónomo que desde ya debería estar en la estantería de todo fan que se precie.

Este "Watchmen" es, de paso, un sin fin de referencias y homenajes a la obra original. Ya no sólo por la presencia de algunos de los personajes que protagonizaron esta, si no por lo innumerables "huevos de pascua" que la serie oculta en cada uno de sus magníficos 9 episodios. Uno podría escribir un libro dedicado a esta inmensidad de referencias formadas por planos, frases y conversiones, momentos y situaciones. De regalo personajes de los que impactan, mezclados con aquellos que nos visitaron en esos inexistentes años 80, y que dan vida propia a una obra que bien podría quedarse nuevamente incompleta, pero que como ya advierte Lindelof

Esto es una carta de amor y un análisis del "Watchmen" original… Quería que todo el mundo supiera que esta no es la mitad de una trilogía ni el principio de una serie de siete temporadas. En mi opinión, la mejor iteración de cualquier temporada de "Watchmen" sería un reflejo de la novela gráfica original, en el sentido de que sería una historia auto conclusiva con la resolución de un misterio básico.

Y esto es su "Watchmen", una nueva historia con un inicio y un final, como siempre abierto a la imaginación del espectador como en su día lo fue del lector. ¿Qué hay más allá de lo que Lindelof ha contado? Pues eso queda ahí en el limbo. Porque ojo, la obra de HBO invita a navegar en un mar de dudas abiertas que, aquí merecen un aplauso, van siendo cerradas poco a poco hasta esa apoteosis final al borde de una piscina. Mención especial para el reparto que encabezan esa Regina King como Angela Abar / Sister Night, ese Yahya Abdul-Mateen II como su esposo desde Vietnam Cal, ese Jeremy Irons como un perfecto Adrian Veidt / Ozymandias, o las presencias de Louis Gossett Jr., Jean Smart, Hong Chau, Don Johnson, Tim Blake Nelson o los múltiples Sara Vickers y Tom Mison. En definitva, obra maestra acompañada por la también impagable música de Trent Reznor y Atticus Ross.

"Watchmen", gloria bendita
"Watchmen», gloria bendita

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Ala, todos al cine. Poco más se puede decir de Puñales por la espalda (Knives Out), una entretenidísima película de misterio salida de las manos y mente de Rian Johnson, el director de la odiada por muchos Star Wars: Los últimos Jedi (Star Wars: The Last Jedi), pero al mismo tiempo el responsable de dos piezas maestras de las últimas décadas: Looper, ciencia ficción que nos dejó con el culo torcido en 2012, y Brick, maravillosa propuesta de cine negro de 2005 que es, indudablemente, el complemento perfecto para una tarde con el cine de misterio sin resolver de este señor. Pero vamos a lo que nos atañe… Puñales por la espalda.

El cine policíaco en su variante whodunnit está de grandísima enhorabuena. Con una inteligencia mayúscula y un reparto escandalosamente alucinante, Rian Johnson se aventura a trasladarnos a esa edad de oro de la ficción policíaca donde grandes autores como Agatha Christie o Ellery Queen entretenían a medio mundo. Puñales por la espalda es una de clásico crimen con aparente solución directa, pero que debe ser resuelto en un entorno plagado de egos y verdaderas razones para haberlo hecho. Un guión de principio a fin entretenido, repleto de giros y pequeños detallitos que van hilando una historia aparentemente sencilla, pero compleja en realidad y abierta a la participación directa del espectador más detectivesco que tenga ganas de ser parte de la locura pergeñada por Johnson. Plagada de dobles lecturas, mentiras, engaños, malos entendidos y jugarretas, de nuevo el maravilloso guión de Johnson en juego, que te van atrapando más y más en esta genialidad sin descanso. De regalo, chascarrillos varios, clichés del género más que obligados (y muy necesarios), más, como ya comentaba, un reparto… pero que reparto. Daniel Craig como una especie de Hércules Poirot / Miss Marple, acompañado por una familia de las que dan auténtica envidia: Chris Evan, Jamie Lee Curtis, Michael Shannon, Ana de Armas, Don Johnson, Toni Collette, LaKeith Stanfield, Christopher Plummer, Katherine Langford, Jaeden Martell o, ojito, ¡M. Emmet Walsh y Frank Oz!

Pues nada, habrá que hacerse una sesión de tarde con El juego de la sospecha (Clue), El nombre de la rosa (Der Name der Rose), Sólo falta el asesino (Once Upon a Crime…), Un cadáver a los postres (Murder by Death) o Gosford Park… y encabezando esta maravilla que es Puñales por la espalda. Obligada.

Póster de Puñales por la espalda
Póster de Puñales por la espalda

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Me subo al carro, aprovecho que Quentin Tarantino ha calificado Infierno bajo el agua (Crawl) como su película favorita del 2019 para hablar del survival horror de Alexandre Aja y el padrinazgo de Sam Raimi. Con dos… eso.

Revisando Letterbox fue el 23 de agosto cuando me pasé por el cine para ver esta de cocodrilos en la que Kaya Scodelario, sufridora número 1, y Barry Pepper, su padre delante de las cámaras, tratan de sobrevivir no sólo al paso de un huracán por la Florida de los cañaverales, manglares o como queráis denominarlos… si no al imparable ataque de un clan de cocodrilos con ganas de comer poco hecho. Infierno bajo el agua es un producto perfecto para una tarde de verano (otoño o invierno): fresca, sangrienta y tensa. Serie B auténtica, sin intenciones disparatadas y con un único propósito: entretener. Rodada con encanto y muy buen hacer, Aja se casca un survival horror perfectamente creíble, historia de una joven que decide ir en busca de su obsesivo padre, entrenador de juventud, cuando las autoridades recomiendan lo contrario… se avecina jarana.

Casi desde el minuto uno el director francés nos encierra en un claustrofóbico sótano, el típico de vivienda unifamiliar americana repleto de recovecos, de lugares oscuros, de engaños, tuberías y sin salidas claras. Atrapados junto a la Scodelario y a Pepper, que se mueve poco el pobre, la tensión se corta durante el breve pero constante metraje de Infierno bajo el agua. Para darle algo más de profundidad a la película, Aja aporta un enfoque de autosuperación debido a la chocante relación paternofilial entre los personajes protagonistas. Como la cosa tampoco puede dar para mucho más los guionistas Michael y Shawn Rasmussen (The Ward) adornan el film con un par de microtramas paralelas que se resuelven como es menester… así conocemos no sólo el destino de los dos protagonistas, si no que también el de un trío de aprovechados que deciden hacer el agosto en medio del caos provocado por el tornado, y el de un equipo de rescate policial, incautos.

En fin, serie B entretenida, vale la pena verse aunque es muy menor a la ultragore Piraña 3D (Piranha 3D) del propio Aja. Pretende poco, y por eso funciona.

Cartelico de Crawl... cocodrilo a la vista
Cartelico de Crawl… cocodrilo a la vista

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